La Justicia asturiana está de luto tras la muerte ayer a los 67 años del magistrado Bernardo Donapetry Camacho, que desde su creación en el 2001 presidía el tribunal de la sección octava de la Audiencia Provincial de Asturias, con sede en Gijón. Jueces, fiscales, procuradores y abogados coinciden en destacar su capacidad de trabajo, la vocación de servicio público y su enorme sabiduría en lo profesional, pero también el carácter afable, amigo de ayudar a los demás, su humildad y su enorme sentido del humor -más de una carcajada provocó en sus juicios- con el que se ganó el cariño y el respeto de quienes le trataron a lo largo de toda su carrera judicial. "Son unos momentos muy duros porque fue un compañero excelente. Era una persona que te facilitaba mucho el trabajo, un trabajador infatigable; un gran jurista que imponía respeto en la sala, pero al mismo tiempo sabía ironizar en las circunstancias más solemnes. Nos hacía reír a todos, cualquiera de los que entraban en la sala de vistas lo notaban", recuerda su compañera Alicia Martínez Serrano, magistrada de la sección octava de la Audiencia, de su inicio, junto al también fallecido José Francisco Pallicer. "Yo me quedo huérfana sobremanera, llevaba 18 años trabajando con él; los tres conformábamos la sala desde el principio; demasiados golpes en estos últimos años, para mí deja un vacío tremendo", añade Martínez Serrano.

Bernardo Donapetry fue además "muy estudioso y conocedor de nuestras leyes" y llevaba la sección octava con mucha eficacia. "En la sala imponía respeto, pero en la distancia corta era una persona próxima y cariñosa; una persona humilde. Resaltaría mucho su humildad y su generosidad", añade Alicia Martínez Serrano. Juan Laborda y Luis Ortiz son los otros dos magistrados que comparten ahora tribunal en la sede gijonesa de la Audiencia Provincial. En el Tribunal Superior de Justicia de Asturias (TSJA) estaban todos conmocionados por la trágica pérdida de uno de sus jueces más queridos y carismáticos, que llevaba tiempo peleando contra una larga enfermedad.

Las palabras de admiración se agolpaban ayer tras conocerse la muerte del magistrado, natural de Mieres, pero que llegó bien joven a Gijón por cuestiones laborales de su padre. En la Fiscalía de Asturias, por ejemplo, lloraban la pérdida "de una persona muy especial, muy cercana y cariñosa con todos, y extremadamente considerado en los juicios". "Tenía una voz fuerte, detrás de la que se escondía una persona amable y sencilla. Mostraba un trato exquisito con todo el mundo, tanto con el que conocía de toda la vida como con el que acababa de llegar, y se hacía querer. Con muchísimo sentido del humor, era además un trabajador nato", valora Esther Fernández, fiscal superior de Asturias.

Uno de esos fiscales con los que trabajó fue José Perals, ahora en la Audiencia Nacional, pero que desempeñó el cargo de fiscal antidroga en Asturias y protagonizó uno de los juicios más mediáticos que se recuerdan, el "caso Pípol", la trama asturiana del 11-M que se juzgó en 2005. "Defendíamos con uñas y dientes nuestras posturas, la 'Pípol' fue el más mediático, pero tuve muchísimos juicios con él, y aunque teníamos nuestras diferencias en la sala, le recuerdo con mucho cariño, como una persona afable y de trato fabuloso, dispuesta a hablar de todo; en esos momentos de tensión es cuando más ganas en cercanía. Su trato siempre fue exquisito, y tenía la puerta abierta siempre, era muy natural", describe Perals.

Las loas llegan también desde el Colegio de la Abogacía de Gijón, al que estuvo muy vinculado Donapetry desde la Escuela de Práctica Jurídica. "Era una persona muy querida en los personal y para toda la abogacía, y respetada en lo profesional. Colaboraba con nosotros y muchos nos formamos gracias a sus clases", aporta Benigno Villarejo, decano actual del Colegio gijonés. "Siento profundamente su muerte, era una figura muy apreciada por toda la abogacía porque se ganó a pulso ese cariño; además de su trayectoria profesional", añade Sergio Herrero, exdecano de los abogados gijoneses, que recuerda también las clases impartidas de Derecho Penal. A ellos se suman también desde el Colegio de Procuradores, donde describen a Donapetry como "un magistrado al que su sentido del deber y de la Justicia no le impedían ser un hombre cercano, afable y muy querido por todos". "Siempre estaba dispuesto a compartir con nosotros nuestros actos institucionales a los que nunca dejó de acudir hasta q la salud lamentablemente se lo impidió", señala Ana Belderraín, decana de los procuradores.

Las muestras de cariño y respeto llegan también a nivel institucional, desde el Ayuntamiento de Gijón. "Fue una persona excelente y un magistrado que unía la vocación, el sentido de servicio y la defensa de la independencia judicial. Sin duda alguna, una gran pérdida", reflexiona Ana González, alcaldesa de Gijón. También sentirán su pérdida en la Guardia Civil, donde era muy querido e invitado siempre a los actos del 12 de octubre. "Para mí ha sido una triste pérdida. La Justicia ha perdido un gran profesional y la Guardia Civil a un gran amigo, con quien tuve la suerte de compartir amistad y momentos entrañables", recuerda Francisco Javier Puerta, teniente coronel de la Guardia Civil y jefe de la Comandancia de Gijón.

Bernardo Donapetry deja un profundo pesar en la Justicia asturiana, pero también un grato recuerdo y un enorme reconocimiento por su contribución a la sociedad. Su humor seguirá recordándose en cada rincón del Palacio de Justicia de Gijón, donde hasta los acusados le echarán de menos.