Andrés Pastor Bermúdez atesora más de 25 años de experiencia en tecnologías de la información, primero en el sector privado y luego en la Administración pública, donde ha desarrollado su carrera profesional, sobre todo en la Gerencia de Informática de la Seguridad Social.
-¿Cuáles son los males endémicos de las Administraciones en España?
-La base del funcionamiento de las administraciones públicas de España se diseñó en los siglos XIX y XX para dar respuesta a problemas de una sociedad muy diferente a la actual. Salvo excepciones contadas, no ha habido un interés para realizar una reforma de calado, porque los sucesivos gobiernos no han percibido un rédito a corto plazo en la reforma y sí una gran dosis de resistencia y dificultades de los diferentes colectivos involucrados. Hay diferentes retos que afrontar.
-¿Cuáles?
-Destacaría algunos, como la necesaria separación entre el personal político y los altos funcionarios. Una parte importante de los cargos públicos son directivos de designación política. Es necesario contar con una dirección pública profesional que garantice la selección de personal altamente cualificado para el desempeño de los puestos directivos. Los gobiernos deben establecer las líneas políticas y los empleados públicos deben ejecutarlas con profesionalidad, dedicación y, también, con independencia.
-El acceso a la función pública sigue las mismas fórmulas que décadas atrás.
-Es otro aspecto a modificar. No tiene sentido mantener pruebas memorísticas en los procesos de selección en la era digital. No sirven para seleccionar a los mejores y son una barrera para los perfiles más demandados y dinámicos. Es necesario incorporar más perfiles con competencias digitales como la robotización, la analítica de datos o la inteligencia artificial para afrontar la cuarta revolución industrial, un proceso de cambio que parece invisible para las administraciones públicas.
-¿Sería conveniente y posible vincular los salarios de los empleados públicos a cuestiones como la productividad o la movilidad?
-No sólo sería conveniente sino necesario. Evidentemente, eso requiere una planificación de los puestos de trabajo y una definición del trabajo en función de los objetivos, con indicadores definidos y un proceso de evaluación del desempeño.
-¿Qué debilidades ha puesto de relieve la pandemia en las administraciones en España?
-La pandemia ha llegado como un tsunami. Ha sido el ejemplo perfecto de Cisne Negro, de un evento poco probable pero de alto impacto, al que se refiere Nassim Taleb en su libro, y ha obligado a las instituciones públicas a responder en semanas o días. Empleados de todas las administraciones han dado lo mejor de sí para amortiguar el golpe en tiempo récord. Pero tenemos que reconocer que ha puesto de manifiesto debilidades o incoherencias. Las organizaciones públicas no estaban pensadas para funcionar con oficinas cerradas ni afrontar una demanda 10 o 100 veces superior a lo habitual en esas condiciones.
-¿Hacen falta más médicos y profesores y sobran puestos que han quedado desfasados?
-Va tener que haber un reajuste. En los próximos años vamos a asistir a la mayor transformación en la naturaleza del trabajo desde la revolución industrial. Hacia 2035, la adopción progresiva de la robotización y de las tecnologías cognitivas permitirá la automatización de numerosas tareas y significará la desaparición de hasta un millón de puestos de trabajo en las administraciones públicas españolas, a la vez que aparecerán profesiones aún no existentes.
-¿Por dónde van las necesidades de futuro?
-En los próximos doce años se van a jubilar alrededor de un millón de empleados públicos, lo que puede permitir la renovación de parte de la fuerza laboral actual por la generación de los milenials. En este momento de posible reforma administrativa es necesario adoptar una visión estratégica en la gestión de los recursos humanos para incorporar perfiles digitales muy polivalentes para poder adaptarse a una realidad futura líquida, aún por concretar.
