Las ganas de playa y el buen tiempo no desbordaron ayer los aforos máximos permitidos en algunos de los principales arenales de la región. Gijón no tuvo que cerrar sus playas como sí lo había tenido que hacer el sábado, cuando a última hora de la mañana se decretó la prohibición temporal de entrada de bañistas al estimarse que, por el nivel de la marea, ya no se podía garantizar la distancia de seguridad. En la jornada sabatina estuvo a punto de cerrar la de Estaño; ayer también, aunque a media tarde el cielo nublado ya se encargó de hacerles la tarea de despeje a los controladores. El arenal de San Lorenzo sí volvió a rozar el lleno a mitad de la tarde, pero finalmente nadie tuvo que quedarse fuera.

Al contrario de lo que cabía esperar con el día de sol radiante, la playa de Rodiles, en Villaviciosa, no lució ayer tan llena como de costumbre. Eso sí, la impresión al llegar era de aforo máximo, a la vista de la gran cantidad de vehículos y la dificultad para estacionar.

Pero una vez en la zona de merenderos, los cientos de grupos que acudieron al lugar, se repartían en mesas bien alejadas. "Ayer (por el sábado) fuimos a Barro y estaba mucho peor, aquí se está perfectamente", coincidían el ovetense Fruela Fernández y el entreguín Juanjo Huerta, acompañados de amigos y familia respectivamente.

Mientras ellos comían en el merendero, la terraza del bar solo registraba una media entrada y en el arenal quedaba mucho espacio vacío: "El sábado igual sí que hubo más gente, hoy se está mejor. En todo caso aquí no hay problema con temas de distancias porque hay mucho espacio", comentaba Juan Lobato, junto a sus amigos de Villaviciosa.

Fue una jornada de playa que transcurrió sin mayores sobresaltos, más allá de las retenciones durante la tarde por la salida de los usuarios del arenal. Pero sin que peligrase, al menos aparentemente, la distancia de seguridad.

En las playas de Castrillón las ganas de sofocar el calor pesaron más que el miedo al coronavirus. Más de cincuenta mil personas se juntaron este fin de semana en las ocho playas con que cuenta el concejo y lo hicieron sin apenas incidentes. Los que hubo tuvieron que ver con las imprudencias temerarias de todos los veranos: entradas en el agua cuando ondea la bandera roja en los mástiles de salvamento. Eso pasó ayer, en El Espartal. "No fueron acciones complicadas, pero los bañistas no podían salir por sí solos del agua", se lamentaron los socorristas municipales.

En días pasados, las intervenciones en Castrillón quedaron en "algún traslado al Hospital por alguna luxación y en curar raspaduras", según el personal del servicio de socorrismo.

Por su lado, en el concejo de Gozón se observó este fin de semana un incremento en el número de visitantes. "Muy destacado", señalaron los socorristas. Pese a ello, la intervención más llamativa fue la de ayudar a salir del agua a un bañista que no podía hacerlo en Verdicio.