Cinco tejos plantados en los jardines del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), al lado de la emblemática capilla de La Cadellada, evocan desde ayer a los hombres y mujeres de la región fallecidos a causa de la pandemia de coronavirus: 339 según el Ministerio de Sanidad, 377 según el Principado, hasta la fecha. "Árboles de la eternidad y de la vida", destacó el presidente del Principado, Adrián Barbón, que "hemos elegido tercos y duraderos para que nos sobrevivan y le hablen al futuro en un homenaje vivo, como vivo queremos mantener el recuerdo de nuestras víctimas".

El jardín de la memoria (de "l'alcordanza", en asturiano) fue inaugurado ayer en el marco de un acto memorial emotivo, sencillo y breve al que asistieron representantes de los sectores político, judicial, militar, eclesiástico, económico y cultural de la región.

En el único discurso pronunciado, el presidente Barbón puso de relieve que "estamos obligados con nuestras amistades, con nuestros padres y nuestras madres; en especial, estamos en deuda con nuestras personas mayores porque la enfermedad ha buscado el luto entre las más débiles, persiguiéndolas hasta las residencias que son sus hogares, sus lugares de vida". Con vistas al futuro, el jefe del Ejecutivo subrayó que "somos nosotras y nosotros quienes tenemos ahora que hablar, construir, levantar como ellos antes hicieron".

Hoy se cumplen cuatro meses de la primera muerte en Asturias por infección del covid-19: la de Avelino Uña Gutiérrez, religioso salesiano de 68 años y jefe de estudios del colegio Fundación Masaveu de Oviedo, escenario del primer brote de coronavirus en el Principado. Después vinieron las demás. "Deberíamos llamarlas a todas en voz alta para que incrusten en esa memoria el retrato completo de sus vidas", proclamó el presidente del Principado, en presencia de dos de sus antecesores: los más antiguos, Pedro de Silva y Juan Luis Rodríguez-Vigil (los otros tres que están vivos excusaron su asistencia).

También estaban presentes la delegada del Gobierno en Asturias, Delia Losa; el alcalde de Oviedo, Alfredo Canteli; el arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes; la vicesecretaria general del PSOE, Adriana Lastra; o la exministra de Sanidad, María Luisa Carcedo.

Un minuto de silencio y la colocación de un ramo de flores junto a la placa ferruginosa que bautiza al recinto diseñado por el arquitecto Jesús Menéndez como "El tejo de la memoria", fueron el culmen de un acto en el que el gaitero Pablo Carrera interpretó el "Asturias patria querida" y la periodista Mily Cimadevilla dio lectura a un poema sin título compuesto por Carmen Yáñez, viuda del escritor chileno Luis Sepúlveda, primer contagiado de covid-19 en el Principado y fallecido el pasado 16 de abril, tras 48 días ingresado en el HUCA: "Éramos tan felices / y no nos enterábamos de la dimensión de la vida / de la invisible amenaza / de la larga sombra del miedo / no lo sabíamos nosotros, irreverentes / amándonos con proyecciones de futuro / hoy ya no pienso más allá de mañana cuando espero / tu prueba de vida dicha por otros".

Barbón: "Tenemos el deber de la memoria y la obligación de la enseñanza"

El presidente del Principado, Adrián Barbón, quiso un acto sencillo y sobrio para homenajear a las víctimas de la pandemia de coronavirus en Asturias. Pero la sencillez no restó emotividad a una puesta en escena en la que solo él tuvo la palabra, con un discurso pronunciado antes de depositar flores en el "jardín de la memoria" erigido junto a la capilla del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA). A continuación, se reproducen algunos extractos de la intervención del jefe del Ejecutivo regional.

"Gracias por asistir a este memorial en homenaje a las víctimas de la pandemia. Hoy deberíamos nombrarlas a todas, llamarlas a cientos en voz alta y una a una, invocar sus manos y sus rostros porque para eso estamos aquí, reunidos en el deber moral de un recuerdo colectivo".

"Pienso que la sociedad se amasa y crece sobre la memoria común, ese barro germinal que nos une, y que nosotros -nosotros somos todos y todas, quienes estáis aquí, quienes nos seguís desde casa, ese nosotros aspira a ser Asturias entera-; pienso que nosotros, digo, tenemos que honrar a nuestras víctimas en un ejercicio de justicia".

"Sé que los mios güelos nun me diben perdonar que nun supiera honrar los mayores, intentar siquiera tar a la so altura. Pa qué diba valir, si non, tar güei equí falando al aire, dicir palabres fríes de piedra, si nun fuéramos quién, si nun demostráramos el valor de lloralos. Los asturianos tenemos, tuvimos siempre, como seña d'identidá, el respetu y el reconocimientu constante a los nuestros mayores como auténticu patrimoniu de lo que somos. Tenelos na nuestra acordanza y honralos ye un deber al tiempu qu'un arguyu".

"Tenemos el deber de la memoria y la obligación de la enseñanza. Ha sucedido mucho más que una calamidad fugaz y arrasadora. Hace cuatro meses contamos la primera muerte en Asturias, unos días antes de que la epidemia nos encerrase con el viento helado de una peste antigua y el viejísimo miedo al otro, pero con el arsenal de un lenguaje nuevo que ha llegado para cambiarnos la vida y deformarnos la realidad. Coronavirus, covid, confinamiento, desescalada, qué desgraciada y obscenamente os habéis apoderado de nuestra conversación".

"Cómo no advertirles de quiénes son las esenciales, porque gracias a ellas pudimos resistir y vencer, porque venceremos (y vencer es un verbo excesivo cuando se reduce a sobrevivir). Que pudimos hacerlo mejor porque, con un ejemplo a la vista, aquí mismo, unos metros ladera arriba, contábamos con un buen hospital y en ese hospital ocurre que hay un laboratorio que nos permitió reaccionar con mayor capacidad y que eso no era un mérito de quien gobernaba en la primavera aciaga de 2020, sino de todos los gobiernos anteriores que se habían sucedido en la construcción de nuestro sistema sanitario, primera muralla contra la enfermedad".