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Asturias aprueba hoy el uso obligatorio de la mascarilla en ciudades y algunas zonas rurales

Los expertos discrepan sobre la imposición del uso de la prenda, que el Principado aprobará hoy l Nueve autonomías ya lo regulan o lo harán

Viandantes con mascarilla, en una calle de Oviedo. MIKI LÓPEZ

Reacción en cadena para que el uso de la mascarilla sea obligatorio, con independencia de las condiciones de distanciamiento social. El empleo de esta protección ya es obligatorio en Cataluña, Extremadura y Baleares. Pero han anunciado que elaborarán normas para obligar su utilización las comunidades de Andalucía, Murcia, Cantabria, Aragón, La Rioja, Navarra y Asturias. También Canarias afronta el debate sobre una decisión. El Principado celebra hoy un Consejo de Gobierno extraordinario para regular la medida.

Esta mañana el consejero de Salud ha anticipado en la Junta que la obligación de utilizar mascarilla en los espacios públicos, aún respetándose la distancia de seguridad, excluirá a las zonas rurales que no registren una "importante" afluencia de turistas.

La medida va camino de imponerse en el conjunto del territorio nacional, tanto en la vía pública como en espacios al aire libre y espacios cerrados de uso público o abiertos al público, independientemente de que se pueda mantener o no la distancia de seguridad, establecida en 1,5 metros. Ya es obligatorio llevar mascarilla en todo tipo de transporte público. Y quedarán como excepciones las playas, las piscinas, la práctica de deporte, el consumo de bebidas o comida, o tocar instrumentos de viento. Incluso, podría imponerse en los puestos de trabajo, en función del local donde se desarrolle la actividad.

Sin embargo, los expertos discrepan sobre si esa imposición puede resultar realmente efectiva o si se trata de una acción de maquillaje político.

Así, Borja de Yñigo, podólogo de Villaviciosa y autor de una tesis doctoral sobre las protecciones, afirma que "la medida es perfecta, pero llega tarde". No entra en el debate sobre el tipo de mascarilla que debería utilizarse de modo habitual, sino que asegura que las características quedan en segundo plano si su uso se extiende. Lo más importante es "que estén bien puestas y ajustadas, cubriendo nariz y barbilla".

En contraposición a eso, Pedro Arcos (experto en pandemias, Profesor de Medicina de la Universidad de Oviedo y expresidente de Médicos Sin Fronteras en España), argumenta que las medidas de salud pública "deben basarse en la evidencia científica y no en criterios de visibilidad o de rentabilidad política, porque, en caso de hacerse así, la autoridad sanitaria perderá su credibilidad como tal".

Pedro Arcos cree que, en la actualidad, la imposición del uso de mascarillas a toda la población en espacios abiertos en Asturias, donde se puede mantener una distancia de seguridad de 1,5 metros, "no se sostiene". "No hay ninguna evidencia de que a partir de esa distancia haya un riesgo aumentado de transmisión sencillamente porque no existe dosis infectante suficiente", asegura.

Más bien, al contrario, considera que "el uso de mascarilla en esas circunstancias genera efectos secundarios indeseados, como son la creación de una falsa sensación de seguridad y el relajamiento de otras medidas que sí son esenciales como la higiene o el mantenimiento de la distancia". Sin embargo, Borja de Yñigo ya aseguraba, cuando se celebraba el debate sobre la irrupción de la mascarilla (inicialmente descartada por el Gobierno por la falta de existencias), que el argumento de la falsa seguridad no era asumible. "Se escucha que al llevarla nos llevamos la mano a la cara para ajustarla, pero hay bibliografía que asegura lo contrario: que, al tenerla puesta, uno tiende a tocarse menos la cara, nariz, boca y ojos. Lo que hay que dejar claro es que debemos tener bien lavadas las manos antes de poner la mascarilla y antes de quitárnosla, y que mientras la llevemos puesta no debemos tocarla".

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