El libro Arte y Símbolo en la Pared, primero del coleccionable de seis títulos que LA NUEVA ESPAÑA inicia mañana, pretende responder a las grandes preguntas en torno al arte rupestre. ¿Quiénes lo hicieron, cómo lo hicieron y cuándo? Y ese "cómo" encierra todo un mundo sorprendente, el de las técnicas, el de las "cajas de herramientas" de los artistas del Paleolítico y sus materias primas.

Los siguientes párrafos están tomados precisamente del libro de María González-Pumariega, Santiago Calleja y Miguel Polledo, tres de los guías del Principado encuadrados en las cuevas asturianas Patrimonio de la Humanidad:

"...Los colores utilizados son, mayoritariamente, el rojo y el negro aunque en algunas cuevas asturianas podemos encontrar también el morado, el violeta y el marrón. Los colorantes pueden ser de procedencia mineral (óxidos de hierro y manganeso) u orgánica (carbón vegetal o de hueso). Se pueden aplicar en seco, a modo de lápiz compacto o en polvo, y también diluidos en agua.

Esta última es la forma preferente de aplicación y si el agua proviene de la propia cueva favorecerá su fijación. Los modos para aplicar la pintura pueden ser muy variados: dedos, pinceles (hechos con pelo o fibras vegetales), muñequillas (un trozo de piel atado a un vástago) y aerografía, soplando el colorante. El color puede ser aplicado tanto al contorno de las figuras, por trazo continuo o tamponado, como al rellenado de las mismas.

En el equipamiento de los artistas estarían también las distintas fuentes de luz: pequeñas hogueras en la base de los paneles y, muy especialmente, lámparas de tuétano (soportes de piedra donde quemaban una mecha vegetal alimentada por la médula de los huesos)...".