La relación entre el Principado y los profesores se tensa cada día un poco más. La Consejera de Educación acusó ayer a los docentes de falta de comprensión, porque, dijo, "se les ha explicado en un correcto castellano" las instrucciones para el próximo curso escolar. Con estas palabras, que suavizó al final de su intervención en la comisión de estudio de la gestión de la crisis sanitaria, Carmen Suárez respondió a las duras críticas que, a lo largo de la semana, vertieron contra su equipo sindicatos, directores y asociaciones de padres. La mayoría de comparecientes en la Junta General hicieron el mismo análisis: no hay instrucciones claras para septiembre, las aulas pueden convertirse en "focos de transmisión de la pandemia" por las "elevadas" ratios y las contrataciones de personal son "insuficientes".

Sobre las instrucciones para acabar el curso y planificar el próximo, la Consejera expresó ayer lo siguiente: "Hemos tenido desde el inicio del confinamiento cantidad de reuniones. Algunas, con las comisiones de directores, fueron semanales. Y ya finalmente, como hemos visto que el mensaje tiene que llegar directo, preciso y conciso, hemos dicho: 'Vamos a interactuar con cada uno de los 400 centros'". "Si con esto -añadió en respuesta a una pregunta hecha por Vox- no tenemos claro lo que hay qué hacer -refiriéndose a los equipos directivos-, francamente le digo que no tenemos capacidad de comprensión respecto a las instrucciones que se nos dan". Las normas, espetó, "se les ha explicado en correcto castellano".

Y es que no solo los sindicatos docentes están en desacuerdo con la gestión de Educación -de hecho, todos rechazaron esta semana su propuesta de planificación del próximo curso-, sino también muchos equipos directivos. Algunos de ellos, dieciséis para ser exactos, fundamentalmente de Gijón, le trasladaron por escrito esta semana su malestar. En una dura carta se quejan de que la titular de Educación no tiene en cuenta sus propuestas y de que las directrices para septiembre carecen de precisión. Este sentir es bastante generalizado. "Hay un hecho que en estos meses hemos comprobado: no necesitamos a la Consejería para nada", dicen responsables de centros. El cabreo de los equipos directivos de la concertada es todavía mayor: "Nos sentimos desamparados. Aún no conocemos con detalle cómo van a ser los criterios de funcionamiento del próximo curso. Un curso que comienza en cinco semanas. Tenemos que hacer todavía las asignaciones de clases y materias al profesorado, elaborar los horarios, organizar las entradas y salidas...". Y en agosto, se supone, hay vacaciones.

A Suárez le llovieron ayer las críticas de la oposición. Ignacio Blanco, de Vox, le insinuó que dimitiera, pues "el trabajo no es suficiente; tiene que ir acompañado de resultados". Adrián Pumares, de Foro, dijo que sus declaraciones "confirman su desprecio a los docentes, lo que la incapacita para seguir ocupando su cargo". María Gloria García, del PP, le pidió "por favor" que no volviese a decir de los docentes "que no hay capacidad de comprensión respecto a las instrucciones" y, tirando de un símil educativo, le advirtió que la que falla es ella, no los profesores. Luis Carlos Fanjul, de Ciudadanos, señaló que "no tuvimos el coche a punto" durante la pandemia y "no supimos reaccionar". Sus instrucciones, además, "no son un mar de dudas, sino un océano". Y Nuria Rodríguez, de Podemos, le pidió "reducir sí o sí las ratios".