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"Responsabilidad individual" para evitar una segunda ola, reclaman virólogos asturianos

Los expertos, que consideran que por ahora solo existen brotes, resaltan la importancia de cumplir las cuarentenas en los rastreos en Asturias para atajar otro impacto del covid

Calle Menéndez Pelayo de Gijón, vacía, durante el periodo de confinamiento por la pandemia de covid-19. JULIÁN RUS

La gripe de 1918 causó la muerte a entre 50 y 100 millones de personas. Solo en España, la pandemia ocasionó unas 26.000 muertes. El 75% se produjo en la segunda oleada. Tras el primer golpe de la enfermedad, los gobiernos aumentaron las medidas de aislamiento y desinfección, pero de manera insuficiente. El paralelismo con la situación que vive el mundo un siglo después resulta evidente. La pandemia de covid-19 se creía controlada al menos en Europa, pero en el continente se vuelven a contar los muertos por cientos y los infectados por miles. ¿Estamos a las puertas de una segunda ola del virus tan temible como la que asoló al mundo hace 102 años? ¿Estamos condenados a repetir la historia?

Los epidemiólogos asturianos creen que estos días son cruciales. Por el momento, asistimos a una sucesión de brotes, como burbujas, pero si estos se descontrolan la pandemia volverá a hervir. Que Asturias se enfrente o no a una nueva ola de coronavirus dependerá, en mayor parte, de la "responsabilidad individual" de los ciudadanos en el control de los brotes que hasta ahora se han detectado en el Principado, sostienen los expertos. Lo mismo piensan virólogos de otros puntos de España. Santiago F. Elena, investigador del CSIC, sostiene: "Aún no estamos en una segunda ola, estamos viendo los rebrotes puntuales que se esperan al final de las epidemias cuando se producen relajaciones de las normas de confinamiento; el problema es que el número de brotes localizados está creciendo demasiado rápido. Si no se ponen medidas severas, en breve habrá una transición entre esta fase actual y otra de descontrolada transmisión comunitaria. Esa sí sería la segunda ola".

En Asturias, el sector sanitario ve con preocupación como se desarrolla la que es la mayor operación de rastreo llevada a cabo en el Principado: el cribado de pruebas para la clientela de La Buena Vida, el bar de Gijón que ha dado origen al llamamiento de casos sospechosos más masivo desde el inicio de la pandemia. "Que este brote acabe bien o mal dependerá de si todos los que tienen que contactar con el servicio sanitario realmente lo hagan, pero hasta ahora ya hemos visto casos de contactos estrechos que se negaban a cumplir la cuarentena de forma estricta porque entendían que no hacía falta ser tan meticulosos, que si salen a la calle con la mascarilla no van a contagiar a nadie. Y no es así", razonan los sanitarios gijoneses. Aclaran que, si bien Asturias "técnicamente no está ante una segunda ola" pandémica -aunque haya cinco brotes activos están identificados y en fase de contención-, sí está "encaminada" a sufrirla viendo la evolución de ciudades como Barcelona.

"Antes era más fácil decirle a un paciente que se quedase en casa; estábamos confinados y al final su rutina no iba a cambiar tanto, pero ahora se ve con más extrañeza. Tal vez se nos ha olvidado demasiado rápido lo que sucedió en abril", lamentan.

También se da el caso de quien oculta datos para proteger a su entorno. Algunos parecen negarse a veces a aportar detalles sobre su actividad social para, suponen los sanitarios, no involucrar a amigos cercanos. Aclaran que hasta ahora esos casos eran "anecdóticos", pero que por "pura estadística" sí podrían aumentar a causa del brote gijonés. "Habrá muchos que estaban a punto de empezar sus vacaciones, pero también otros que son autónomos y que simplemente no pueden permitirse dejar de trabajar otra vez. Si ocultan información suele ser porque piensan que ellos pueden controlar la situación, pero no es así", completan.

También las dudas persisten en el brote debido al viaje de estudiantes a Málaga, aunque parece haberse frenado el número de contagios (13 por el momento). Las versiones de los afectados despiertan recelo entre los sanitarios porque "faltan bastantes detalles". Ya se lo considera como un "brote ramificado", porque algunos contagiados acabaron infectando a contactos estrechos de fuera de su círculo familiar, creando focos anexos en otras regiones, por lo que están siendo rastreados por otras comunidades autónomas.

"Sin vacuna, con una capacidad de transmisión considerable, incluyendo asintomáticos, y con porcentajes bajos de inmunidad en la población, que haya rebrotes es lo esperado", asegura Mireia Coscollà, especialista en Patogénica Bacteriana. "Hay muchos brotes que se detectan, controlan y paran de forma temprana, antes de que den lugar a una ola", añade.

El catedrático de parasitología de la Universidad de Valencia Santiago Mas-Coma, integrante de la OMS, cree que no se trata de que se debata si se está en una segunda ola "porque ya estamos en ella desde febrero". "La primera empezó en Wuham y ya se detectó en las aguas residuales de Barcelona en marzo de 2019. El virus estaba circulando, pero era menos transmisible y patológicamente se confundió con la gripe. Moría gente que decíamos que había fallecido por una gripe muy fuerte y realmente había muerto por coronavirus", sostiene Mas-Coma, quien considera que "lo que estamos viviendo en España y toda Europa son rebrotes; es el mismo virus que ya teníamos que rebrota porque no se controla", sin que se hayan producido mutaciones.

La relajación de los hábitos sociales favorece la transmisión en esta nueva etapa, en especial en establecimientos hosteleros, ocio nocturno, o reuniones familiares. Encuentros de amigos, celebraciones domésticas o noches de copas están detrás de muchos de los contagios actuales. Pero los expertos señalan que, por muy cuidadosos que seamos, el simple hecho de que haya más gente infectada aumenta de manera exponencial el riesgo de infecciones. "Al acabar el estado de alarma el número de gente contagiada debía de ser mucho menor que un mes después de reanudar contactos", señala Coscollà. No obstante, esta experta recalca que "estamos mucho mejor preparados", por lo que la diferente capacidad de detección (más elevada en la actualidad) es la responsable de que sea imposible o irresponsable comparar esos datos actuales con los de marzo. "Los grupos de riesgo están ahora mucho mejor controlados", recalcan los epidemiólogos.

La segunda ola, pues, parece alzarse. Y evitarla depende de los diques que sepamos construir a tiempo.

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