Cuando un empleado de La Buena Vida de Gijón atendió el pasado jueves día 23 a un grupo de jóvenes que habían alquilado un reservado, no sabía que acabaría originando el que ahora mismo es el mayor brote de coronavirus activo en Asturias. Con un total de 21 casos, cinco de ellos notificados hoy mismo, el pub se saldó finalmente con tres trabajadores afectados -entre ellos el primer infectado-, que llevan días aislados en su casa y en estado leve y asintomático. A falta del resultado de alguna repetición de prueba, el resto de la plantilla del bar ha dado negativo y la previsión es que puedan volver mañana a trabajar. El dueño del local, Paco García, aclara que la mayoría de los contagiados "son conocidos" y habían mantenido una relación estrecha con el encargado, y recuerda que los 16 positivos -y pese a ser actualmente el brote en activo con más afectados de Asturias-, si se compara con las más de 3.600 pruebas realizadas "se ve claro que en Gijón las cosas se hicieron bien". Ayer el local se sometió a una desinfección profunda, "como en los hospitales", y retomará su actividad pese a que, según García, "las limitaciones horarias pueden acabar matando al sector".

A punto de cumplirse dos semanas desde el primer contagio, García resume la cronología del brote gijonés. "Se juntaron dos personas de Madrid con dos de Oviedo y pidieron un vip en el local. También estaba con ellos la joven de Mieres. Nano les atendió", resume, refiriéndose con este último nombre a Manuel Vallina, el joven de 30 años que hizo saltar las alarmas tras confirmarse su positivo el miércoles día 29. "Ese mismo día ya cerramos por la noche, y Nano ya se había aislado el día anterior porque se encontraba mal. Salud nos ha dicho que por haber actuado a tiempo se evitó que la cosa fuese a más. Al contagiarse de jueves, ya podía contagiar a otros entre el domingo y lunes, que es cuando suponemos que infectó a los otros dos empleados. Por suerte, todos están bien", relata.

La joven mierense y el propio infectado ya habían completado esta versión hace días en este diario. Los dos madrileños les avisaron el martes de que habían dado positivo, y por entonces Vallina estaba regresando de un breve viaje a Madrid porque se encontraba mal. Al llegar a casa, y sabiendo que su madre es enferma crónica, durmió en un trastero, en un sillón de masaje. En ese viaje a la capital, que duró menos de 24 horas, le había acompañado otro empleado de un local hostelero gijonés que ha dado negativo en las pruebas. "Es lo que más nos extraña, porque al volver los dos en el coche Nano ya tosía y estaban los dos juntos", reconoce García, que asegura conocer a "muchos" de los otros contagiados.

Uno es camarero en otro pub de Fomento, que es amigo cercano de Vallina. Se aisló en casa en cuanto supo del caso de su colega, limitando así la posibilidad de infección a su entorno familiar -entre el que se encontraba la empleada de otro establecimiento de la zona rural- que, de momento, ha dado negativo en las pruebas. También se vinculan a al mismo brote los dos ovetenses, una pareja joven, que están también leves. "Del resto preferimos no hablar por privacidad, pero son muy pocos los casos que no tenemos controlados. Ningún cliente nos ha avisado de haberse contagiado aquí, así que yo ni siquiera descarto que algunos de esos positivos se hayan hecho la prueba sin haber estado aquí", razona el dueño. "El virus lo tienen las personas, no los bares, y si realmente hubiese habido problemas el número de contagiados tenía que haber sido mucho mayor. Se han hecho más de 3.600 pruebas. Al ser gratis, se apuntó todo el mundo", añade, aunque calcula que su clientela real entre los días 15 y 28 de junio (el marco temporal que estima Salud para los clientes que deben pedir la prueba) supera al de solicitudes por varios miles más. "En cualquier caso, nos han dicho que dan el brote por cerrado, prácticamente", añade.

La Buena Vida lucía ayer por la mañana un llamativo cartel que rezaba: "Peligro, zona en descontaminación". García se reía: "He encargado una desinfección hospitalaria, para quedarnos más tranquilos". De la "locura" de estas dos últimas semanas, se queda con dos conclusiones: la "tristeza" de que, según él, la patronal hostelera no se hubiese puesto en contacto con García "pese a ser socio desde varios locales", y la vulnerabilidad del sector en esta nueva etapa de brotes: "Siento que de otros focos se ha hablado muchísimo menos o, al menos, no se ha culpado tanto a los afectados". También lanza una advertencia, relacionada en este caso con la nueva limitación de horarios en los locales de ocio nocturno: "La noche tampoco tiene la culpa del virus; el sector tiene que seguir trabajando. Las nuevas limitaciones nos van a matar. Ya lo estamos notando".