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EXPRESIDENTE DEL PRINCIPADO

Juan Luis Rodríguez-Vigil: "España ha tolerado años de crecimiento de la desigualdad en el ámbito sanitario"

"Es urgente contar con un verdadero Sistema Nacional de Salud en el que, respetando la gestión autonómica, se puedan tomar decisiones relevantes"

Juan Luis Rodríguez-Vigil. IRMA COLLÍN

Las tensiones de la pandemia han rasgado costuras que el sistema español de salud tenía cogidas con hilvanes. El test de estrés ha destapado la precaria desarmonía entre diecisiete modelos autonómicos que van por libre, que han desnudado sus carencias y están pidiendo, por lo que pueda pasar en el futuro inmediato, una reforma legal que cohesione y equilibre la prestación del servicio desde una perspectiva más "federalizante" que "recentralizadora". Queda formulado el diagnóstico y el tratamiento de Juan Luis Rodríguez-Vigil Rubio sobre los achaques de la sanidad española. El expresidente del Principado (1991-1993) y exconsejero de Sanidad (1982-1991) ha meditado sobre un asunto que ya tenía muy estudiado y ha remitido al actual inquilino de la presidencia regional, Adrián Barbón, una propuesta de reforma del sistema.

-¿Hasta qué punto ha destapado esta pandemia las grietas de un sistema sanitario que se creía poco vulnerable?

-El covid-19 ha generado un enorme estrés, una gran tensión, desconocida hasta ahora, en todos los componentes del sistema español de salud. Lógica y consecuentemente, todo aquello que dentro del sistema no estaba tan bien hilvanado como se decía, o simple y puramente estaba mal o insuficientemente hilvanado, ha roto costuras. Y son muchos los rotos que ahora se advierten, porque muchos eran los problemas que estaban ahí debajo, agazapados, conscientemente ignorados, cuando no tapados. La mayor parte de ellos tiene larga trayectoria, viene de lejos o de muy lejos.

-¿En qué sentido?

-Los problemas estaban ahí, pero las apariencias y la afición a lo políticamente correcto, a jugar con tópicos fáciles, como el de que "tenemos la mejor sanidad", encubrían, aunque malamente, los descosidos. La cada vez más caótica política de personal sanitario de las comunidades autónomas se observa, entre otros disparates, en el intolerable número de interinos que durante años y años cubren plazas de estructura, en la creciente desmotivación de los profesionales, en el increíble desmadre del big data sanitario que resulta imposible integrar, en la realidad de los diecisiete modelos sanitarios cada vez más desconectados entre sí, con sistemas informáticos no compatibles y barreras cada vez mayores para la circulación del personal, en el implacable incremento de las listas de espera, las políticas descoordinadas de compras o de innovación ? Estaban a la vista, pero a quienes mandaban en cada casa se les veía muy contentos.

-¿Hemos descubierto los defectos de un modelo gravemente desequilibrado hacia la vertiente asistencial?

-Eso es evidente, y dentro de esa vertiente, el desequilibrio bascula hacia un marcado hospitalcentrismo, con demérito de la atención primaria, de los sistemas de prevención y de la racionalización del conjunto.

-¿Qué se ha hecho mal?

-Respecto a la salud pública, apenas existen instrumentos normativos y mecanismos jurídicos adecuados para que pueda hablarse de un verdadero Sistema Nacional de Salud como entidad superior y diferenciada de la mera agregación de los diecisiete autonómicos. Esto es una perversión del sistema, auspiciada por los nacionalistas, y por algunas comunidades supuestamente no nacionalistas, que se ha tolerado año tras año, contra la ley y la razón, favoreciendo sin tapujos el crecimiento de la desigualdad y la desaparición o difuminación del Estado en el ámbito sanitario, pese a que la Constitución le atribuye la competencia exclusiva de la coordinación general de la sanidad. Por eso me parece legítimo y necesario decir que nuestro sistema de salud debe de ser mejorado. El hecho de que se haya tenido que recurrir al estado de alarma para adoptar medidas eficaces y generalizadas da idea de esta necesidad.

-Ha hablado de dotar de nuevos mecanismos legales a la coordinación entre autonomías y con el Gobierno central. ¿Con qué puntos esenciales?

-El sistema sanitario español adolece desde su creación de un notable déficit de cohesión y de coordinación que con los años se ha agrandado hasta el punto de haber configurado en la práctica diecisiete sistemas sanitarios diferentes, desiguales y apenas conectados entre sí, algo que hasta ahora ha tenido consecuencias negativas en muchos terrenos, pero que al no haberse manifestado en situaciones que se acercaran a la gravedad de esta pandemia habían pasado, si no desapercibidas, sí arrinconadas políticamente en cuanto a la urgencia de su afrontamiento, que exigiría medidas legales de calado.

-¿Como un nuevo Consejo Interterritorial más ajustado a la nueva realidad?

-Debe ser el instrumento de cohesión básico y me parece que es imprescindible acometer reformas de gran calado en su regulación, en concreto dando por ley la facultad de crear entidades operativas en el ámbito de la salud, consorcios o sociedades mercantiles públicos que hagan efectiva la coordinación de los servicios de salud autonómicos.

-¿Qué más?

-Es necesario modificar la composición del Consejo para establecer que siempre que se traten materias que afecten a la salud pública, y cuando el ministro de Sanidad lo estime conveniente, no solo esté en representación del Estado el Ministerio de Sanidad, sino también otros departamentos que juegan un papel relevantísimo, como el Ministerio de Defensa, dado que gestiona la red de sanidad militar y la UME y que el Ejército dispone de reservas estratégicas de medicamentos y capacidad para su fabricación urgente. También debería estar el de Agricultura, por sus competencias en materia de sanidad animal y prevención de epizootias, así como por los medios de que dispone para auxiliar a los servicios de salud. De hecho, algunos de ellos, como los magníficos laboratorios de sanidad animal, no han podido ser utilizados para generalizar los PCR por deficiencias normativas, incomprensibles en situación tan excepcional. Además, deberían figurar los ministerios de Educación, Investigación y Universidades, debido a sus competencias en materia de títulos, formación, ciencia e investigación.

-Ha dicho que urge un cambio en el sistema de toma de decisiones en el Consejo. ¿Hacia dónde?

-Es fundamental modificarlo. En la actualidad, los acuerdos se adoptan por consenso y consisten solo en recomendaciones. El consenso como fórmula de adopción de acuerdos es un mantra estéril y esterilizante porque en las cuestiones importantes nunca se consigue, como la triste experiencia de funcionamiento del órgano demuestra sobradamente. Para evitar arbitrariedades e injusticias, las decisiones relevantes deberían adoptarse por mayoría cualificada, pero no por unanimidad.

-¿Cómo funcionaría esa empresa pública que sugiere para la centralización de las compras sanitarias?

-Sería otra importante línea de reforma, la modificación de la ley para prever la creación de entes públicos de coordinación sanitaria, desde algunos que asumieran finalidades comunes a todas las administraciones del sistema hasta sociedades mercantiles públicas para fines específicos. Por ejemplo, una central de compras del sistema sanitario en su conjunto.

-¿Quiénes las gestionarían?

-El capital social sería íntegramente público, con el Estado y las comunidades autónomas como accionistas. También convendría crear una sociedad pública para la gestión del big data sanitario, lo que implicaría un cambio de paradigma, puesto que el intercambio de datos entre los distintos servicios de salud de las autonomías es muy deficiente.

-Si se interpreta que hablamos de recentralizar, se le van a echar encima unas cuantas autonomías?

-Conviene destacar que se trata de una limitada pero importantísima reforma legislativa no centralizadora, sino claramente federalizante. Introduciría medidas que solo aparentemente tienen carácter centralizador, pues su intención es cooperativa. En realidad, atribuye las competencias para su ejercicio a un órgano en el que están presentes sin lazos de jerarquía todas las administraciones sanitarias del Estado y de las comunidades autónomas.

-Se ha demostrado que el Ministerio de Sanidad no puede ser un cascarón sin contenido. ¿Cómo cabe reforzar su estructura logística?

-Desde finales de los noventa, se ha asistido a la total descapitalización política, presupuestaria, administrativa y funcionarial del Ministerio de Sanidad, que ha carecido de una estructura orgánica y de los medios adecuados para coordinar los sistemas de salud autonómicos. Justamente por ello, en el Ministerio no existe la experiencia y la infraestructura necesarias para gestionar adecuadamente contratos públicos de suministro de fármacos o de material sanitario de ámbito nacional, como se ha puesto de manifiesto. Es necesario contar urgentemente con un ministerio y un verdadero Sistema Nacional de Salud en el que sus elementos centrales resulten notablemente reforzados en cuanto a la coordinación, la planificación y la gestión, de forma que respetando los ámbitos de gestión autonómicos se puedan tomar decisiones relevantes en el nivel central. Espero que algo cambie con la nueva organización del Ministerio, que es obra casi al cien por cien de Faustino Blanco.

-¿Tuvo sentido encomendar el mando de las operaciones a un ministerio con esas capacidades severamente disminuidas?

-No había otro. Y no se podía inventar sobre la marcha. Hubo que realizar con poquísimos medios una labor titánica que nunca se podrá valorar suficientemente. Y en muchos casos se ha logrado actuar con éxito, coordinando a las autonomías y permitiendo trabajar mucho y bien al Ejército y la Guardia Civil. En gran medida, el mérito de que el Ministerio aguantase más o menos se debe a la labor de Faustino Blanco.

-¿Qué dice su diagnóstico final sobre el sistema sanitario español?

-Tiene dos facetas. La asistencial es buena, porque son buenos los profesionales formados a través del sistema MIR, que por cierto un mes antes de que estallara la pandemia la Generalitat de Cataluña pedía que se troceara, y porque tenemos una red de hospitales bien equipada. En esa vertiente es comparable al mejor del mundo y fue eso lo que impidió un desastre, pero además hay muchos problemas que han evitado que todo esto haya funcionado como la mejor sanidad del mundo.

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