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El nuevo enfermo de covid en Asturias: de 50 años, leve y difícil de detectar

"Los contagiados ahora son unos 20 años más jóvenes", asegura Salud, que no planea aplicar más restricciones "al menos a corto plazo"

Imagen de archivo del autocovid de Las Mestas, en Gijón. JUAN PLAZA

Los viajes, los bares y las reuniones familiares. Los nuevos focos de contagio de coronavirus ya no están, salvo en muy contadas excepciones, en residencias y espacios sanitarios. Y los afectados, en su mayoría gente joven o de mediana edad, entregan a los rastreadores un listado cada vez más amplio de contactos estrechos. Así lo explica el sector sanitario, que aunque cree que la región está todavía a tiempo de evitar una segunda "gran ola" de coronavirus (el aislamiento temprano de casos aislados o importados y el llamamiento masivo de posibles enfermos en brotes de mayor alcance siguen evitando hasta ahora el contagio comunitario, según el Principado), sí alerta de que la "relajación" general de la ciudadanía es el nuevo talón de aquiles de la pandemia. El cambio en el perfil del contagiado, tras los nuevos brotes de las últimas semanas, ha sido drástico. Salud calcula que la edad media "puede haber bajado unos 20 años", y que puede rondar ahora, aproximadamente, los 50.

Este cambio de tendencia provoca, a grandes rasgos, dos nuevas características de la pandemia, una positiva y otra más peligrosa. La buena es que la mayoría de los infectados desarrollan ahora una enfermedad leve o asintomática, siendo el porcentaje de ingresos hospitalarios, al menos hasta el momento, casi residual. El riesgo de colapso hospitalario, sobre todo a nivel de cuidados intensivos, queda todavía muy lejos. El matiz negativo, en el lado opuesto, es que lo leve de la infección hace que sea ahora mucho más común que el contagiado pase desapercibido, dando más pie a la propagación de brotes antes de que se puedan detectar y atajar.

El sistema de rastreo se centra en localizar precisamente este tipo de focos, identificando al mayor número posible de contactos estrechos de nuevos positivos, y por protocolo les instan a guardar cuarentena durante las dos semanas de incubación del virus. Pero el nuevo perfil del enfermo de covid-19, que no suele provocar un malestar reconocible, parece que ha hecho que los asturianos se estén "relajando algo más de la cuenta", según reconoce Salud. De ahí que sus rastreadores se topen ahora con más casos de usuarios que reprochan tener que quedarse en casa y cerrar su negocio o pedir la baja, una queja que habría sido "impensable" en el mes de abril. Pasa, sobre todo, con los contactos estrechos de positivos asintomáticos que ya han dado negativo en la primera PCR, porque no entienden por qué deben quedarse en casa quince días si su allegado no tiene síntomas y ellos ya han dado negativo. "Se sigue sin entender que dar negativo hoy no implica que no vayas a manifestar la enfermedad mañana y que las cuarentenas se aplican por algo", completa Salud.

Ya se han visto, de hecho, casos de supuestos cuarentenados que, cuando se les intenta llamar para realizarles el seguimiento rutinario, están en el cajero o incluso en el trabajo, creyendo que ya podían salir a la calle. Estos casos siguen siendo "muy anecdóticos", pero también cada vez más comunes, y su aumento crece en proporción similar a los contagiados asintomáticos. "El gran cambio ahora mismo es que ya no hay tanto miedo", razonan las mismas fuentes, que explican que, cuando la enfermedad atacaba más a personas vulnerables, el miedo de hacer enfermar a un ser querido con patologías de riesgo les hacía comportarse con más cuidado, pero ese temor se evapora cuando se relacionan con personas de su edad, sanas y sin ninguna enfermedad cronificada. "Parecemos haber olvidado que aún podemos contagiar a una persona vulnerable con patologías asociadas y que el virus no le afectará a ella de forma tan leve como a nosotros. El riesgo sigue siendo el mismo", aclara Salud.

Los llamamientos públicos a la clientela de locales hosteleros que registran brotes han demostrado ser eficaces y seguirá siendo la medida principal de prevención. Rafael Cofiño, director general de Salud Pública, aclaró esta semana en una entrevista en la televisión autonómica que "más de la mitad" de los brotes activos se produjeron en este tipo de locales. Y Salud, de momento, no tiene en mente aplicar "medidas más restrictivas al menos a corto plazo", aunque tampoco las descarta si la situación empeora en los próximos meses.El riesgo de volver a confinar: las muertes “colaterales”

El riesgo de volver a confinar: las muertes “colaterales”En cuestión de salud pública, volver a decretar confinamientos (incluso aunque fuesen selectivos), sería un juego de balanza de difícil acierto porque, en caso de volver a blindar las residencias -una medida que no se descarta y que ya se aplica en cualquier geriátrico en el que surge un solo caso de covid-19- los usuarios verían mermada la posibilidad de contagiarse, sí, pero pondrían en riesgo otras cuestiones de su salud mental y física. El tema económico también tiene un encaje difícil, porque restringir aún más el sector hostelero, por ejemplo, podría desembocar en cierres definitivos de pequeñas y medianas empresas. “Es difícil compensar las dos partes”, reconoce Salud.

Todavía está por ver cuáles serán las consecuencias reales del confinamiento ya aplicado durante el estado de alarma. Ya por entonces los expertos reconocían que la mortalidad “asociada” -o colateral- al virus tardaría meses, si no años, en mostrar cifras reales. Un paciente crónico que se enclaustró en su casa y no llamó a su médico de cabecera por miedo a ir a su centro de salud, por ejemplo, podría sufrir ahora una descompensación que acabe por cobrarle la vida el año que viene. Lo mismo sucedería con patologías del espectro de la salud mental que se desencadenaron por el encierro, los ERTEs, los despidos... “La solución no es tan fácil como volver a confinar a la población vulnerable cada vez que haya problemas. Hay que protegerles, pero para eso están las medidas de distancia social y mascarilla”, razonan desde Salud.

En realidad, aún no existe un consenso sobre cómo tendrán que adaptarse los protocolos en los próximos meses. Expertos como Daniel López Acuña, exdirectivo de la OMS, sí recomienda cerrar las residencias en caso de necesidad y plantea, incluso, volver a la separación de horarios para que las personas vulnerables puedan salir al exterior en franjas concretas del día. Salud, de momento, se queda con apelar a la “responsabilidad ciudadana”, y concluye: “Es tan simple como pensárselo dos veces antes de aceptar un viaje o comida con amigos. Pensar, pensar bien, qué actividades son necesarias para nosotros y de cuáles podemos prescindir”.

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