- ¿Qué enseñan a un artista contemporáneo los artistas del Paleolítico?

-Tenemos que partir de la base de que los hombres del Paleolítico eran seres cerebral y anatómicamente iguales a nosotros, su actividad gráfica inaugura la pintura, el dibujo y la escultura, que hoy seguimos practicando como forma de conocimiento. Lo decisivo de ese arte es que nos permitió saber más sobre los misterios de la vida y el universo material que nos rodea. Esa es su primigenia y más transcendente enseñanza, que se convirtió en intemporal y eterna.

Pelayo Ortega Movillo, mierense de nacimiento (1956), tiene hoy por así decirlo empadronamiento doble entre Gijón y Madrid -ciudades de acogida, dice por experiencia-. Se formó artista a través de la mirada llena de luz de Piñole y Valle, de Antonio Suárez o Rubio Camín. Cuarenta años de trayectoria coherente lo avalan, desde la imprescindible galería gijonesa Cornión hasta la galería internacional Marlborough. Pelayo Ortega prologa el sexto libro de la colección "El Legado del Arte Rupestre Asturiano" que llegará a los lectores de LA NUEVA ESPAÑA este próximo fin de semana con el título "La Covaciella, los bisontes que nos hablan".

- Contemplar el arte desde la emoción. Inciden en esa idea la mayoría de los grandes especialistas del arte rupestre en el mundo. ¿Hay otra forma de contemplar el arte, sea paleolítico o sea contemporáneo?

-Yo creo que la experiencia creativa es una forma de conocimiento que tiene mucho de mística o religiosa, pero también de fría y analítica ciencia lógica. En el caso de los artistas prehistóricos es fácil pensar que probablemente pudieran representar para la comunidad el papel de chamanes con función de guías espirituales. Supongo que habría una doble función del artista, la de maestro y también la de sacerdote.

- ¿Se puede separar la mística religiosa de la fría ciencia?

-Sí, porque esa doble función de la que le hablo solo se puede conseguir desde una actividad cerebral que combine al mismo tiempo un pensamiento emotivo y mágico con otro racional. En este sentido el arte actual no difiere fundamentalmente de lo que ellos hicieron: en toda contemplación estética hay siempre un componente emotivo y otro puramente racional o lógico.

- Tres líneas y aparece una cierva. ¿Esa capacidad conceptual y simbólica que viene de muy antiguo la heredamos de ellos?

-Los especialistas en arte paleolítico coinciden en que la actividad gráfica que desarrollaban fue fruto de una evolución transcendente del cerebro, que empezó a tener la capacidad de observar la realidad y procesar la información con sentido. Cuando observamos a un niño vemos que su sentido de expresión gráfica es innato y espontáneo y busca mediante su acción conocer y aprender la realidad. Los hombres de las cuevas eran como nuestros niños que garabatean. Si un niño sigue dibujando, con el paso del tiempo deja de garabatear y poco a poco va concretando formas y figuras hasta llegar a dibujar con más o menos precisión sintética las formas que ve.

- Dibujamos porque nos lo marca la Naturaleza, la genética.

-Sí, porque el hombre desde que es hombre tiene esa necesidad que está marcada en su evolución y, como usted dice, en sus genes. Dibujar es algo natural como cantar. ¿Lo hacían en el Paleolítico? Pues muchos aventuran que sí y que estamos ante el origen de la expresión hablada.

- Hay una teoría que quedó en desuso: la del arte por el arte, por pura satisfacción personal.

-El filósofo Félix de Azua defiende que la actividad artística del hombre paleolítico no respondía a un mero impulso estético (en ese sentido no se podría definir con el concepto romántico de arte), sino que era fruto de un deseo profundo de conocimiento transcendente con el fin de conseguir dominio sobre algo superior a ellos, como eran aquellos soberbios animales a los que adoraban y temían al mismo tiempo y de los que dependían prácticamente para mantener su vida. Yo estoy de acuerdo con él y si reflexionamos un poco no nos veríamos tan alejados del hombre de las cavernas con respecto al hombre actual, pues seguimos dependiendo en buena medida de los animales, que nos dan alimento y otras muchas cosas.

- O sea, no pintaban para pasar el rato.

-Seguro que no. La actividad artística primitiva no era simplemente un impulso lúdico y estético, era algo más, y mucho más importante. La belleza estética de esas pinturas fue a ojos de hoy en día una afortunada consecuencia, pero no una razón de origen.

- El animal como centro del universo artístico. Y la figura humana, apenas aparece y, cuando lo hace, de forma muy descuidada. ¿Se interesaban menos a sí mismos?

-No, en absoluto. La fijación del hombre primitivo por los animales era obsesiva y lógica. Lo importante en su vida no era el hombre, sino las bestias poderosas de las cuales dependían para sobrevivir. Cuando vemos esas figuras humanas tan esquemáticas hay que pensar que el problema para ellos estaba siempre en consonancia y dependencia con los animales y con el entorno natural, y nunca de ellos consigo mismos como habitualmente creemos los egocéntricos humanos tecnológicos del siglo XXI

- El azar descubrió Covaciella. ¿Cuánto hay de azar en el mundo del arte?

-Como decía el gran Picasso, "yo no busco, encuentro". El azar desconocido, el encuentro inesperado, define absolutamente la vida y por tanto todas las creaciones humanas. Desde que nacemos hasta que morimos nuestra vida está condicionada para bien y para mal por el azar. Ojalá tengamos muchos azares tan afortunados como el descubrir las muchas covaciellas que quedan todavía por descubrir en Asturias y en todo el mundo.

- En Covaciella sorprende la presencia de dos morfotipos muy distintos de bisontes, ambos derivados de cuevas francesas a cientos de kilómetros de distancia. Nos cuesta trabajo imaginar una sociedad tan móvil y permeable hace veinte mil años. ¿Asumir que no somos tan distintos a ellos obliga a una cura de humildad?

-Lo que a estas alturas está bastante estudiado es que toda la cornisa cantábrica y pirenaica formaba una especie de gran comunidad geográfica. Existía comunicación y por tanto no es difícil pensar que sus códigos gráficos acabarán constituyendo como una especie de primitiva gramática común.

- Habla en el prólogo de los raquíticos presupuestos para la protección y conservación cultural.

-Proteger y conservar es una obligación de nuestros gobernantes y está claro que no siempre se cumple con diligencia y medios suficientes. Pero yo creo que estamos avanzando en conciencia social y política. Queda mucho por hacer, pero estoy convencido de que la base de todo esto se llama educación.

- Viaje en el tiempo, plántese al lado de uno de los artistas del Magdaleniense y hágales una pregunta.

-Simplemente les pediría que me dieran permiso para pasarme una temporada a su lado y aprender muchas cosas que los hombres modernos ya no sabemos ver ni sentir

- Si supiéramos todas las respuestas, ¿se perdería la magia?

-El arte siempre es un misterio que está por encima incluso de sus propios creadores. Desconocemos mucho de lo que conseguimos mágicamente crear.