María José Villanueva Ordóñez (Oviedo, 1967) es licenciada y doctora en Medicina por la Universidad de Oviedo. Especialista en emergencias, ha sido médica de UVI móvil, directora médica del Hospital Álvarez-Buylla, de Mieres, y jefa de la unidad de coordinación de atención a las urgencias del Servicio de Salud del Principado (Sespa). Acaba de incorporarse a la Dirección General de Salud Pública para reforzar la planificación y coordinación de programas relacionados con el covid-19.
- Llega a un territorio desconocido. Le han encomendado una tarea de la que no existe experiencia previa.
-Así es. Con la pandemia se han puesto en marcha procesos que, por su complejidad, implican a un gran número de profesionales de diferentes ámbitos sanitarios, tanto de planificación y gestión como de asistencia. Mi papel es ejercer como de pegamento entre diversas estructuras de la Consejería de Salud y del Servicio de Salud (Sespa) que trabajan en temas covid.
- ¿Motivada?
-Soy muy afortunada por haber trabajado tanto en la asistencia como en responsabilidades de gestión. Esa experiencia profesional intentaré ponerla al servicio de este proyecto tan ilusionante. A veces me da vértigo.
- ¿Qué la ha movido a aceptar la oferta de cambio?
-Dos aspectos fundamentales: ilusión ante un reto y la posibilidad de trabajar con equipos y gestores a los que respeto y admiro. Además, lo veo como una oportunidad única de colaborar, desde la humildad total, en la gestión de algo tan complejo como una pandemia.
- ¿Echará de menos su trabajo en la uvi móvil?
-Indudablemente. Yo soy feliz trabajando con los pacientes. Es mi vocación, y cuando me falta este contacto directo siento un vacío importante. Además, en el SAMU dejo grandes compañeros y amigos, como me sucedió en otras etapas anteriores.
- ¿Cómo vivió los meses más duros de la pandemia?
-Con mucho desasosiego. Me pilló con el tobillo fracturado por una caída trabajando en la UVI móvil. Escayolada y en silla de ruedas. Intenté colaborar desde casa en temas de humanización de la asistencia, que es mi otra gran vocación, pero sin poder trabajar en la UVI y ayudar a los pacientes directamente. Además, sentí la vulnerabilidad de no saber qué es este bicho y cómo nos ataca. Y las dudas y miedos con padres mayores y con muchas patologías, y la tristeza de ver a tantos sanitarios dándolo todo y extenuados. Globalmente fue para mí una experiencia que roza lo traumático.
- ¿Cómo ve la situación actual de Asturias y de España?
-Percibo una calma tensa. El escenario actual apunta a un incremento preocupante de casos, pero sin la gravedad y el riesgo de colapso del sistema sanitario que vivimos esta primavera, lo cual nos da margen de maniobra y cierta calma para planificar y ordenar recursos.
- ¿Teme un otoño muy crudo desde el punto de vista epidemiológico?
-No soy experta en Salud Pública, pero por lo que observo en quienes sí lo son percibo un otoño cargado de trabajo e incertidumbres, con el virus de la gripe y este nuevo virus, que sin duda nos darán mucho trabajo sea cual sea su modo de comportarse.
- ¿Cómo valora la adaptación a la nueva situación por parte del sistema sanitario público de Asturias?
-Considero que estamos siendo un modelo de referencia en la gestión de la pandemia desde sus inicios.
- ¿Cuáles serán los principales desafíos en los próximos meses?
-Tener dispuesto todo lo necesario para la contención del virus, tanto en recursos humanos como materiales, y procedimientos lo más eficientes posibles para conseguirlo. Un desafío importantísimo es lograr tener flexibilidad y rapidez para adaptarnos a los posibles escenarios que vaya presentando la pandemia, y lograr que todos los profesionales no acaben extenuados por tantos meses de duro trabajo.
- ¿Teme efectos anímicos y psíquicos a medio y largo plazo entre el personal sanitario?
-Sí. Durante mi trabajo en emergencias he vivido momentos muy duros, de accidentes en personas jóvenes, niños con patologías críticas, paradas cardíacas inesperadas en domicilios... y varios me causaron un gran impacto emocional, de modo que recuerdo las caras de los pacientes y sus familias, y de algunos no me olvidaré nunca. Pero en esta pandemia se han vivido tantas situaciones angustiosas que el coste emocional en las personas puede ser muy alto.