Adrián Barbón, presidente del Principado, recogió ayer el guante que el martes había lanzado Pedro Sánchez a las comunidades autónomas y demostró su disponibilidad para sumergirse en la gestión de la pandemia de covid-19. El Gobierno regional declaró la situación de alerta naranja en los municipios de Parres, Cangas de Onís, Cabrales, Ribadesella y Llanes "por el alto riesgo de transmisión del coronavirus". Barbón advirtió de que "si no fuéramos capaces de frenarlo en los próximos días, el siguiente paso serían medidas más drásticas, como el confinamiento de los concejos más afectados".

Estos cinco municipios, todos ellos emplazados en el oriente de Asturias, "concentran el mayor número de casos de covid-19 por la aglomeración de residentes y turistas", subrayó el Ejecutivo autonómico, que aludió también al "inadecuado cumplimiento de las medidas de seguridad en ambientes relacionados con el ocio".

Esta medida llega cuando Asturias presenta las cifras de incidencia de infección por coronavirus más bajas de España. Las que registra esta comarca son más elevadas, pero siguen estando muy lejos de las estadísticas de los territorios del país más castigados por la pandemia.

¿En qué cambia la vida de los ciudadanos y turistas del oriente de Asturias después de esta declaración? ¿Implica nuevas restricciones? La respuesta es no. El objetivo de la alerta naranja, cuya vigencia inicial es de 15 días, se centra en "extremar las medidas de vigilancia, control y detección precoz del coronavirus para evitar la transmisión comunitaria", explicó el director general de Salud Pública, Rafael Cofiño.

Una decisión adoptada "para evitar otras más drásticas, como pueden ser cierres perimetrales o confinamientos", agregó el doctor Cofiño, quien concretó dos desafíos que los responsables sanitarios aspiran a hacer realidad: "Evitar que el virus se extienda a la población más vulnerable y empezar el curso escolar en las mejores condiciones posibles". O sea, prevenir la acción epidémica sobre ancianos y niños.

Una de las pretensiones del Gobierno de Asturias consiste en actuar sobre los "puntos calientes", una expresión muy sugestiva pero de la que el Ejecutivo no quiso aportar muchos datos. En los ambientes sanitarios y municipales sí se enumeran algunos de los más conocidos por su fuerte atracción turística: descensos en canoa por el Sella, lagos de Covadonga, ruta del Cares, Bulnes, mirador del Fito, playas, botellones...

En algunos de estos núcleos, el cumplimiento de las normas de protección anticovid deja en ocasiones bastante que desear por la falta de vigilancia. Durante este verano, el río Sella ha registrado descensos en canoa de hasta 4.000 embarcaciones diarias, mientras que las colas para acceder al mirador del Fito se han alargado durante una hora. Sin embargo, el Ejecutivo asturiano no tiene previsto, por el momento, recurrir al Ejército para labores de rastreo, aunque sí remodelar el actual sistema de búsqueda de contagiados.

Las autoridades sanitarias se reunieron en la mañana de ayer con los alcaldes y representantes de los cinco municipios afectados por la medida, a los que quieren hacer cogestores -al igual que a los empresarios- del control de la pandemia, por ejemplo detectando puntos conflictivos y actuando sobre ellos. Acto seguido, el director general de Salud Pública, Rafael Cofiño, y el coordinador del Observatorio de Salud en Asturias, Mario Margolles, ofrecieron una rueda de prensa para anunciar el contenido de la decisión.

A esa hora, algunas de esas zonas cálidas estaban llenas de gente, al igual que lo han estado a lo largo de las últimas semanas. Rafael Cofiño negó que la declaración de alerta naranja pueda espantar a los turistas, a los que se está exigiendo un cumplimiento más estricto de las medidas de prevención, sin mucho éxito en algunos casos. A juicio del director general, el efecto puede ser exactamente el contrario: "Generar un espacio seguro tiene un efecto beneficioso".

"No queremos generar situaciones de máxima preocupación, pero sí de alerta", apostilló el director general, quien añadió que la situación de alerta naranja ha de entenderse "como un semáforo o una llamada de atención".

Los datos epidemiológicos fueron expuestos por Mario Margolles. En lo que va de agosto, el área sanitaria VI (correspondiente a la comarca oriental) "ha duplicado la tasa de incidencia del coronavirus respecto a la media regional". Así, este mes se han detectado 36 contagios: una tasa de 64 casos por cada 100.000 habitantes. "El sistema de detección precoz y vigilancia ha tenido que analizar a más de 250 contactos este mes, sin contar a aquellas personas a las que se ha hecho un llamamiento para realizar un estudio ampliado al estar relacionadas con alguno de los brotes declarados", precisó el coordinador del Observatorio de Salud en Asturias.

El doctor Margolles indicó que una singularidad de los brotes registrados en la comarca oriental es su dispersión. El motivo es la movilidad de la población de la zona en verano, que con facilidad pasa de un concejo a otro, lo que facilita la propagación del virus.

Ante esta nueva situación, la Consejería de Salud creará un comité de seguimiento y, en caso de persistir una evolución desfavorable -tal como confirmó Adrián Barbón-, no se descarta decretar cierres perimetrales u otras medidas duras, como el confinamiento.