"No os damos distinciones de oro y plata, pero recibís el mayor reconocimiento de la sociedad", afirmó en la tarde de ayer el presidente del Principado, Adrián Barbón, dirigiéndose a los seis supervivientes del covid-19 que representaron a los más de 3.300 asturianos que han logrado vencer al coronavirus. Estas palabras tuvieron como escenario la ceremonia civil del Día de Asturias, celebrada en el siempre elegante patio del hotel ovetense de la Reconquista. El acto constituyó, en la práctica, un homenaje a los afectados por el virus de origen chino, después del tributo ofrecido a las víctimas mortales el pasado 10 de julio en los jardines del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) con la inauguración de un pequeño jardín de la memoria (d'alcordanza, en asturiano) compuesto por cinco tejos.

De esta manera, sin medallas y con las limitaciones que impone la pandemia, la jornada festiva tuvo de nuevo dos ceremonias: una religiosa por la mañana en el santuario de Covadonga y otra civil por la tarde en la capital del Principado. Habrá que ver si este esquema se consolida en los años venideros o pasa a la Historia como una excepción epidémica.

El acto civil fue, como aquel del HUCA, emotivo, sencillo y corto. Media hora y dos únicos discursos. El primero, de uno de los supervivientes, el profesor de matemáticas Armando Menéndez, vecino de Grado, quien definió su indeseado encuentro con el coronavirus como "un viaje de ida y vuelta que me hace ver la vida de otra manera". El segundo, de Adrián Barbón, quien quiso remachar las ideas que desde hace meses jalonan casi todas sus intervenciones y los innumerables mensajes que emite por tierra, mar y aire: "Proteger Asturias está en nuestras manos: ese es el inmenso deber colectivo que tenemos unos con otros y todos con nuestra patria".

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Acto institucional organizado con motivo del Día de Asturias 2020

Y, para cerrar, un "Asturias, patria querida" interpretado por un quinteto de viento integrado por músicos de la Orquesta Sinfónica del Principado (OSPA), con una adaptación especial a cargo del clarinetista Daniel Sánchez.

La ceremonia fue conducida por la periodista Sonia Avellaneda ente un auditorio muy menguado del que formaban parte expresidentes del Principado; la delegada del Gobierno, Delia Losa; el rector de la Universidad, Santiago García Granda; representantes de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado; los consejeros del Gobierno regional; el alcalde de Oviedo, Alfredo Canteli; diputados de la Junta, entre ellos todos los portavoces, incluida la jefa de la oposición, Teresa Mallada (PP). También acudió al acto el arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, quien correspondió a la presencia matinal de Barbón en Covadonga.

Subió al estrado Armando Menéndez y lo primero que hizo fue proponer un minuto de silencio por los muertos por el covid. Acto seguido, tomó la palabra y exhibió una calidad oratoria que evidencia cuatro décadas de experiencia en el púlpito de un instituto.

Muy poco tiene que la estampa del superviviente moscón con la que ofrecía en aquella impactante fotografía de portada de LA NUEVA ESPAÑA del pasado 16 de mayo, cuando aún estaba ingresado en la UCI del HUCA y, recién regresado de una cita con la muerte que parecía ineludible declaró a este periódico: "Me sentí fuera de este mundo".

Ayer, con traje oscuro y una corbata azul claro con muchas cruces de la victoria como motivo decorativo -idéntica a la que lucía Barbón-, Armando Menéndez resumió su calvario de tres meses hospitalizado (de ellos, 58 días en la UCI). "Quiero transmitir un mensaje de fuerza, ánimo y valor a todos los supervivientes, para superar las importantes secuelas, tanto físicas como psicológicas, que son múltiples y muy variadas", aseveró.

A continuación, tomó la palabra el presidente de Asturias, (puedes leer el discurso íntegro aquí) quien explicó con detalle por qué había elegido este formato para el acto. "No teníamos la obligación de planificar un acto tan reducido", señaló. Y prosiguió: "Podríamos haber organizado una entrega distinta de las medallas, al fin y al cabo las mayores distinciones de Asturias. También podríamos haber invitado a más personas y haberlas dispuesto de tal modo que se garantizasen las condiciones de seguridad". Pero las cosas se hicieron de otra manera: "La responsabilidad de haber elegido este formato reducido y austero es exclusivamente nuestra, del Gobierno del Principado", explicó. Y a continuación expuso la causa: "Me parecería una falta de respeto que este 8 de septiembre nos comportásemos como si no pasara nada, como si no sumásemos centenares de muertes y como si no estuviéramos comprobando un aumento alarmante de los contagios también en nuestra tierra".

No pudo evitar Barbón pronunciar su palabra fetiche ante la pandemia: "Anticipación". Ni tampoco entrar en el detalle: "Algunos de ustedes se preguntarán por qué insisto tanto en esta palabra: pues porque el tiempo, en este caso, no es oro; el tiempo, en esta epidemia, es vida, que es muchísimo más importante".

Acto seguido, y ya hasta el final de su discurso, el jefe del Ejecutivo se centró en glosar las historias vividas por los seis representantes de los supervivientes, a quienes había recibido previamente en el edificio de Presidencia: Marcos Fernández, Carmen Álvarez, María José Álvarez, Armando Menéndez, Jesús Manuel Rodríguez y Alba María Fuertes. "El único lujo de esta ceremonia es teneros aquí con nosotros; ese es el auténtico lujo de este acto", apostilló.