Las escasas jornadas de lluvia durante este verano en Asturias han hecho que los productores de fabas tuviesen que aplicarse más para salvar la cosecha. Desde junio, las plantaciones tuvieron que ser regadas a menudo para que salieran adelante debido a la sequía estival. Ahora, esperan que esa situación se mantenga para asegurar la cosecha del año. Iván Cueto Alonso es uno de los productores que ahora están en la recta final de los cuidados de sus plantaciones -él en la finca Los Llosos, en Camoca (Villaviciosa)- para empezar en las próximas semanas a quitar las vainas y dejarlas secar de la manera tradicional para luego abrirlas y ver el rédito de su labor agrícola. "Durante el verano tuvimos que regar más de lo normal y ahora necesitamos que haya poca humedad para el secado. Fue un poco más de trabajo que otros años", comenta Cueto Alonso.

Las expectativas son buenas, a simple vista. "Parece que la campaña será como la del año pasado. Se ven bien las vainas, igual algo más pequeñas que de costumbre, pero la clave no está en el tamaño, sino en la cantidad de vainas que haya. La media es de menos de tres granos por vaina, aunque también las hay que pueden tener hasta siete, pero alguna puede estar manchada y ya no serviría", explica el agricultor. La media de kilos que suelen sacar de sus 12.000 metros de cultivo de fabes son de 2.500 al año, que luego venden a unos 13 euros el kilo. Aun así, la rentabilidad no es tanta como muchos suponen. "No nos dedicamos en exclusiva a esto porque tampoco es muy rentable. No se trata solo de sembrar, hay que venderlas, que es lo más complicado", argumenta Cueto Alonso.

Precisamente la competencia de agricultores extranjeros es uno de los handicaps para los productores locales. "La gente se tenía que mentalizar de consumir más faba asturiana. Ya no hablamos de la gallega, sino de la que viene de otros países que no lleva los mismos controles fitosanitarios que nos exigen aquí y que es mucho más barata pero de peor calidad. Se pueden encontrar fabas por 7 y 8 euros que es imposible que sean de aquí. La piel de la faba y todo no es la misma", razona Cueto Alonso. Al precio de la faba, que supera los 10 euros el kilo, se suma que es un producto que se consume con menos frecuencia que otras legumbres como lentejas o garbanzos, precisamente también por su bajo precio, asequible para cualquier bolsillo.

Los agricultores de la zona de Villaviciosa y del oriente de Asturias tienen otro problema añadido, que es la orografía. "En esta zona son todo terrenos pequeños y no se puede producir a gran escala como en otros sitios. Por ejemplo, en el Occidente venden mucho más barato porque producen más", explica. Por ello, abogan por que los asturianos consuman productos de la zona, de kilómetro cero, para dejar las ganancias en su territorio, en vez de optar por opciones más económicas pero cuyo rédito va a parar a otros países del extranjero.

Las próximas semanas, Cueto Alonso saldrá de dudas sobre si la cosecha de 2020 salió mejor o peor que otros años. Por el momento, el balance está siendo positivo. "Ahora mismo, la faba está muy sana, sin manchas, es de calidad. Empecemos que no empiece a llover estos días y que, a la hora de secar las vainas, no haya tanta humedad. Pero eso es difícil de controlar por la zona en la que estamos", comenta. Una vez que las vainas sequen, toca ponerse manos a la obra para sacar los granos de las vainas, un trabajo de lo más laborioso. No obstante, al no tratarse de fabas verdes, la tarea es más sencilla. Aun así, se trata de una labor rudimentaria con la que pretenden lograr unas fabas de calidad con Indicación Geográfica Protegida de la zona.