Llegar a la facultad el primer día de la carrera caminando es algo que casi se da por hecho. Pero tras más de una década en una silla de ruedas, para el poleso Enol Jordán, fue "un milagro". A sus 23 años, inició ayer los estudios de MedicinaLlegó acompañado de su madre y su hermana, familiares que siempre han estado a su lado, tratando de ayudarle a convivir con el síndrome de Warkamy -una trisomía del par ocho- que le impidió desplazarse a pie desde que tenía diez años. Sin embargo, las intervenciones llevadas a cabo por el doctor Pedro Cavadas obraron el milagro. "Es una gran alegría", subrayaba su progenitora, Rosana Castaño, ayer, a la puerta de la facultad.

Allí relataba su historia. La de un niño que comenzó a caminar a los tres años, pero al que la enfermedad le había afectado a los tendones, que no crecían. A los diez comenzó a tener problemas de movilidad y le transmitieron que "con una operación muy sencilla en el HUCA

Sin embargo, aquella intervención en el verano de 2008 solo fue el inicio de una odisea. "No volvió a caminar". Dos años después acudieron al hospital Gregorio Marañon, de Madrid y las noticias que les dieron fueron desalentadoras. "Me dijeron, 'señora, céntrese, su hijo no va a volver a caminar. Yo ya lo había visto andar, no me podía creer que no fuera posible que lo hiciera otra vez'".

Poco a poco la familia fue mentalizándose de la situación y, aunque Jordán, "siempre fue fuerte de carácter", les motivó con sus palabras a buscar una solución: "Se dirigió a su padre y a mí y nos dijo que si podíamos hacer algo para que volviese a caminar".

El principio del fin del calvario comenzó con un vistazo a la televisión. "Vimos lo que había hecho el doctor Cavadas y nos decidimos a contactarle con un correo electrónico". Les contestó al poco tiempo y acudieron a su consulta. Allí, "tras ojear con desdén los informes y palparle un poco dijo: 'Es fácil, se cambia la musculatura, rehabilitación y a caminar'".

Dicho y hecho. Tres intervenciones en el hospital de Manises (Valencia) y una rehabilitación que aún continua en el centro Reintegra de La Corredoria consiguieron lo que se daba por imposible. "Lo primero que quise fue darle un abrazo de pie. Nunca pensé que iba poder hacerlo", resumía ayer su progenitora.

A esa alegría se sumaba la de ver al joven iniciar el camino hacia su otro sueño, ser médico. Jordán estaba feliz, se le notaba, Castaño, tanto o más que él. "Siempre había dicho que quería ser médico. No tenía plan b. A pesar de tanto tiempo en hospitales, nunca cambió de idea". Entre la niebla matinal, entró el joven a la facultad de El Cristo, apoyado en una muleta y con una sonrisa que casi se dejaba ver a través de la mascarilla. Era uno más allí.

Ahora, su familia solo pide "salud para superar esta época tan complicada". Verlo caminar es para su madre, "lo mejor del mundo" y desea observarlo cada día, a la entrada y salida de la facultad, y en casa, donde podrá compartir su feliz experiencia en las aulas, cumpliendo otro sueño.

En gran parte gracias a la labor del doctor Pedro Cavadas, al que estarán eternamente agradecidos: "Sí hacemos público el caso es porque queremos reconocer lo que hizo por nosotros".