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Saturación y mala distribución de salidas, origen de los atascos en Villaviciosa

Los expertos en seguridad vial plantean controlar el número de coches y asegurar la distancia para evitar las caravanas

Saturación y mala distribución de salidas, origen de los atascos en Villaviciosa | MIKI LÓPEZ

Los atascos en la autovía a la altura de Villaviciosa son una tónica habitual de los fines de semana soleados (por lo del traslado a las playas) o las jornadas que generan alta densidad de tráfico, tanto en sentido Santander como en sentido Gijón/Oviedo. "La vía está al límite, está llegando a su capacidad máxima y eso afecta a su comportamiento", explica el jefe de seguridad vial de Noreña, Raimundo García, además de experto en la materia.

El pasado domingo, sin ir más lejos, fue un calvario transitar por la zona. Tanto a la mañana, cuando al alto volumen de coches se sumó un accidente que ralentizó la marca, como ala tarde, cuando la vuelta desde el Oriente al centro de la región se convirtió en una odisea de más de dos horas y atascos.

Para Raimundo García, la solución pasa por un control sobre el número de vehículos o, en su defecto, por que se mantenga una distancia de seguridad estable. Por su parte, los transportistas explican que "para esquivar los atascos en días señalados, intentamos evitar horas punta, pero no siempre es posible hacerlo". El problema, en resumen, dicen, es que la calzada está sobresaturada, especialmente cuando se conectan la Autovía del Cantábrico con la A-64 (Oviedo-Villaviciosa); también en el enlace de Rodiles.

"Cuando se diseña una autopista, todo se hace en base a una velocidad de operación y unas capacidades máximas. Está todo estudiado y controlado. Hay una normativa técnica muy buena que determina todo esto. En el momento en el que nos acercamos al límite de la capacidad de una vía, los desequilibrios empiezan a notarse mucho más, incluso sin llegar a ella", dice el policía. Esos desequilibrios generan el llamado "efecto acordeón". "Es simple, un conductor frena. Si el que viene detrás está muy distanciado, no tiene ningún tipo de repercusión. Pero si vamos metiendo más coches en la ecuación, aumenta la intensidad y la densidad. Donde había dos, ahora hay catorce".

Esto hace que disminuya la distancia entre ellos, "cualquier movimiento exige mucha mayor atención, por lo que baja la velocidad. El que iba detrás tiene que frenar de una manera más intensa y así se va multiplicando el efecto". Dependiendo del número de vehículos implicados y de la distancia entre ellos, "el último casi tendrá que parar". Raimundo García descarta que la autovía esté mal diseñada, algo que se ha señalado debido a que la vía principal (la autovía del Cantábrico) es la que debe incorporarse a la A-64 y, a la inversa, los que circulan por la primera desde el Oriente tienen que desviarse para seguir por ella, ya que la prioridad es para que los van sentido Oviedo. . "En ningún caso. Achacar algo que sucede dos o tres días al año a un defecto es una barbaridad", apostilla.

Pa solución para él pasa por algo mucho más sencillo que ampliar la calzada. García defiende controlar la distancia entre coches. Y otra medida más: "Si se da el caso, limitar el número de coches que circulan por la autovía o sumar otro carril". Los que sufren el colapso de la vía son los transportistas. El cántabro Jesús Díaz la conoce bien. que cruza la franja noroccidental de la península de manera muy frecuente. "Es un trayecto que hago varias veces a la semana. Un fin de semana de sol, en hora punta, te expones al atasco y es un fastidio", comenta. Entiende que "las salidas no están bien distribuidas si se forma este embotellamiento". Con todo, ya ve cerca el final del verano y con ello "la notable reducción en los atascos".

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