-Victoria, hija. ¿Qué le pasa a papá?

-Que no puede trabajar.

-¿Y cuanto lleva tu padre así?

-Cinco o seis meses.

Y tras la conversación, mantenida ayer minutos antes de que comenzara la protesta promovida en Oviedo por la plataforma "Alerta Roja" del sector del espectáculo, que se celebraba de forma simultánea en 28 ciudades, Richard Barbón acaricia el pelo de su hija Victoria y le indica que vaya con su madre y su hermano. Al poco, comienza a organizar a los manifestantes. Algunos delante de los "flickcase", unos estuches negros y cerrados "que simbolizan el mundo del espectáculo"- también cerrado-, otros detrás de las tres pancartas de la comitiva, y también algunos que se dedican a "revisar las entradas del evento", puesto que se pretendía ejemplificar cómo hacer la "cultura segura"; algo que, según denuncian, "ni se ha intentado". La plataforma "Alerta roja", en la que había que inscribirse para participar en el evento, indicaba que en la plaza de la Catedral había ayer 550 personas. Pero sobre el escenario que ayer fueron las calles de Oviedo, hablaban de 800 o incluso 1.000 asistentes.

Richard Barbón, representante de la asociación española de Agencias y Profesionales del Espectáculo (Acople) está conectado con un pinganillo con los otros organizadores del acto, Pablo Suárez del movimiento unificado de trabajadores del espectáculo (Mute) y Roberto Outes, de la Asociación de Orquestas del Principado de Asturias (Adoa). Ellos dos, al igual que Richard, no se hubiera imaginado que una protesta iba a estar solicitada con su nombre; no se habían manifestado nunca antes. Pero cuando vieron cero ingresos, y gastos y alquileres que seguían llegando no pudieron más. Es que en el sector que representan, los "bolos" comienzan en marzo y finalizan en septiembre. El resto del año sobreviven con lo ahorrado. Y esta temporada, por culpa de la pandemia, los números salen negativos, rojos.

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Los trabajadores del espectáculo y los eventos piden en Oviedo ayudas para su sector

Lo mismo que ocurrió ayer en Oviedo se realizó de forma simultánea en otras 27 ciudades de España, bajo el lema "Alerta Roja eventos", un grito de auxilio unido del mundo del espectáculo. Feriantes, hosteleros del ocio nocturno, técnicos de sonido y de iluminación, músicos, organizadores de eventos, entre otros muchos. Vestidos de negro como sinónimo de luto, protagonizaron, durante la tarde de ayer, una actuación determinante en sus vidas. Todos ellos bajo el mismo lema, el de la hija de Richard: "Queremos trabajar".

Una vez organizados, la comitiva comenzó a avanzar desde la plaza de la Catedral. A la cabeza, los que iban detrás de los "flickase". Seguidos de ellos, pancartas. Y detrás de cada una, aglomeraciones de personas que intentaban respetar la distancia de seguridad, enfundados con sus mascarillas gritando: "La cultura es segura" o "Manos arriba, esto es un atraco. La primera parada la realizaron tras cruzar la esquina de la calle Mendizábal. Con el parón, comenzaron a dar golpes coordinados sobre los estuches de los técnicos: "Tum, tum, tum", resuena en toda la calle. Y su paso, aplausos y silbidos de la gente de las terrazas, que se une a la causa por unos instantes.

Entre quienes emiten el rítmico ruido está Sofía García, técnico de luces. Conoció a su pareja en su trabajo y este año iban a dar el paso definitivo y compartir vivienda. Se quedó en nada. Cero ingresos durante el verano. "Los autobuses y los aviones llenos, pero de nosotros se olvidan. Nos estigmatizan, como si tuviéramos la culpa de los contagios", denuncia mientras atraviesa la calle Argüelles.

Después, los manifestantes se sentaron en Uría y avanzaron por la calle San Francisco en dirección a la Catedral. Allí se procedió a la lectura del manifiesto por Mario Álvarez, exconcursante de "Operación Triunfo": "Instamos al Gobierno a tomar medidas urgentes para garantizar la supervivencia del sector, además de crear de forma inmediata una mesa sectorial que defina las necesidades del mismo, afectado por la estacionalidad e intermitencia". Es decir, lo que piden es, en palabras de Pablo Suárez, que "los políticos no cumplan medidas sanitarias con la cultura, porque hasta ahora se están lavando las manos y tomando distancia".