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La firma de Stalin que salvó a mil niños

Hallan el documento rubricado por el máximo responsable de la URSS con el que se autorizó acoger a pequeños asturianos en 1937

Detalle del informe firmado por Stalin en 1937.

"Asunto: recibir a niños asturianos en cantidad de 1.000 personas. Firmado: I. Stalin". Más de un millar de niños partieron en tal noche como la de hoy, hace 83 años, desde el puerto de Gijón y rumbo a la Unión Soviética. Escapaban del avance de las tropas nacionales, y sus familias, confiando en que la guerra durase solo un par de meses, enviaron a los más pequeños de su casa a un lugar que consideraban seguro hasta que Asturias retomase el control. La casualidad ha hecho que, casi coincidiendo con este aniversario, a Gijón haya llegado ahora un documento que confirma que fue el máximo responsable de la URSS el que firmó con su puño y letra su autorización para acoger a estos pequeños, los conocidos como "niños de la guerra". Su historia, sin embargo, ha quedado relegada a un olvido inexplicable para muchos historiadores. Entre ellos, Antonio Muñoz, gijonés e investigador en la Universidad de Lisboa, que se topó con este documento, inédito hasta ahora, en internet. "Es vergonzoso que no supiésemos esto. La Administración asturiana no ha hecho jamás ningún intento de recuperar la historia de estos niños, que podría ser tan fácil como pedirles una copia a los archivos rusos. La falta de atención y reconocimiento a esta parte de la historia ha sido total", lamenta.

Muñoz envió el documento al docente jubilado Leonardo Borque, que ahora forma parte del Ateneo Obrero de Gijón. Ambos contaron también con la mediación de Marina Gurdzhiya, violinista rusa y actual integrante del Oviedo Filarmónica. Ella tradujo el informe entero -mecanografiado y de apenas un par de frases- y confirmó unas sospechas que ya tenían bastante claras: que la rúbrica que aparece en ese trozo de papel junto a un sello en rojo del Comité Central del PCUS y en tinta también roja era la del propio Stalin. "La historia ya se sabía, pero este documento ahora demuestra que fue el máximo responsable de la URSS el que autorizó en persona la llegada de niños asturianos. En el documento hasta delega en dos camaradas la gestión de estas acogidas", completa Borque. Así es: el informe nombra a un compañero llamado Yezhov, como nuevo responsable de "la organización de acogida de los niños" y a otro camarada, llamado Litvinov, para supervisar el proceso.

Tanto Borque como Muñoz conocen bien esta parte de la historia asturiana que es, sin embargo, casi desconocida para buena parte de sus ciudadanos. "Hubo una primera expedición a primeros de agosto con niños no solo de Asturias, también de Santander y el País Vasco, de unos 120 pequeños que se fueron a Dinamarca. El segundo, el más numeroso y el del día 23 de septiembre, fue algo más aparatoso porque fracasó la llegada de hasta dos barcos pensados para el viaje. La expedición final se hizo con un tercer barco, uno francés con toda la tripulación comunista. Además de los niños, también iban unos 40 maestros", completa Borque. "El drama de todo esto es que las familias que subieron a sus niños a esos barcos creían que la situación en España se alargaría durante unos meses, mientras se ganase la Guerra. Pero no se ganó, y al final ese viaje supuso la ruptura de familias enteras durante décadas y que esos niños tuviesen que huir también del nazismo", añade.

Según los estudiosos del tema, completa, el periplo de estos pequeños -se calcula que en total fueron más de 4.000 en todo el país- hizo que muchos acabasen desplazándose al este, hacia Asia, por el avance por entonces imparable de las tropas de Hitler. Los supervivientes regresaron a sus hogares, primero en grupos muy reducidos, durante la década de los años 50. "Fueron pocos porque había un gran recelo por parte de la Policía franquista, que temía que fuesen comunistas y trajesen ideas que no querían que se extendiesen", aclara Borque. El retorno más pacífico fue a finales de los 70, con el dictador ya muerto. "Sabemos de varios que están en residencias de ancianos, pero de muchos no se volvió a saber nada", lamenta.

Como cada año, la playa de El Arbeyal celebrará este domingo, junto a la escultura de Vicente Moreira, artista y también niño de la guerra, un homenaje para este millar de pequeños. La cita será al mediodía, aunque habrá que limitar el aforo por la actual situación de pandemia, y contará con la presencia de varios hijos y nietos de estos afectados que, tras haberse puesto en contacto a través de las redes sociales, ultiman ahora los preparativos para constituirse en asociación. "Sale de aquí, pero la idea es que reúna la historia completa de estos niños, que nunca se llegó a recopilar del todo. Es frustrante, porque sabemos que a cada niño se le hizo en su momento una ficha identificativa y algunas de ellas, no sabemos si copias u originales, aparecieron en Asturias. Eran unas 500. Faltan todas las demás", completa Borque. Muñoz se muestra más tajante: "Esas fichas tienen hasta la fotografía de cada neno. ¿Tan difícil es pedir información en los archivos de Moscú? ¿Por qué este desinterés?".

Homenajes de la Embajada rusa sin apoyo autonómico

Historias como la de la nonagenaria Pilar Álvarez, que recibió el pasado julio una visita de homenaje de la Embajada rusa en Madrid, demuestra, a ojos del historiador Antonio Muñoz, “la falta total de respeto a la memoria” hacia los llamados “niños de la guerra”. Álvarez recibió una medalla honorífica en su residencia de ancianos de La Mixta de Pumarín -este diario resumió la cita- sin la presencia de ninguna autoridad nacional ni autonómica. “Otro ejemplo sangrante es el del intelectual Ángel Gutiérrez, del que apenas se habla. Es de vergüenza que la Embajada rusa sepa dónde están estos niños y el Principado no, o que le dé igual”, critica.

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