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Crisis del coronavirus

A la ludoteca a Galicia por el cierre de las asturianas, aún sin protocolo

Los empresarios piden un marco que los gallegos tienen desde junio l Padres del Noroccidente llevan a sus hijos a Ribadeo

Las hermanas Rosa (izquierda) y Verónica Suárez, en su ludoteca en Navia. T. Cascudo

El "Diario Oficial de Galicia" publicó el 30 de junio una orden y un protocolo adjunto que permitía reanudar el 1 de julio en toda la comunidad gallega la actividad de los centros de ocio infantil en plena crisis sanitaria. En Asturias siguen esperando y muchos de los pequeños negocios del sector están en una situación desesperada, sobre todo porque a final de mes se acabarán las ayudas.

"Pedimos un protocolo exhaustivo para cumplir en el Principado, que si nos pasa algo, tengamos amparo, igual que se ha hecho con otros sectores", señala Rosa Suárez, que regenta junto a su hermana Verónica un centro de ocio infantil en Navia. En su caso, el cabreo es doble porque a menos de media hora de la capital naviega está la localidad gallega de Ribadeo, donde hay tres centros como el suyo abiertos desde el pasado mes de julio. "Sabemos de gente que se está yendo a Ribadeo", lamenta la corresponsable de "El rincón de los nenos".

"No quiero ayudas, quiero que me dejen trabajar, que me permitan abrir con seguridad jurídica", denuncia desde Langreo Iván Rodríguez, que regenta "Peque Park", negocio con dieciocho años de antigüedad que emplea a seis personas y que está cerrado desde marzo. Durante estos meses han llamado a infinidad de puertas de la administración local y regional , pero les remiten los protocolos de los jardines de infancia, que no les sirven porque trabajan con grupos burbuja o estables de convivencia, y en su caso, no es posible porque estos centros abren por horas y atienden a niños de todas las edades.

La conclusión es que "por omisión", al no haber ningún documento que lo impida expresamente, podrían abrir, pero no quieren arriesgarse: "Somos un sector muy delicado, trabajamos con niños", precisa Rodríguez. "Somos un sector tan pequeño que se han olvidado de nosotros, es una injusticia", añade Suárez. Si a final de año no hay un protocolo sobre la mesa y no se mantienen las ayudas al sector, las hermanas Suárez se verán abocadas a cerrar un negocio con cuatro años de antigüedad y un buen funcionamiento. En el caso del empresario langreano el problema es que tiene a sus cuatro empleadas en un ERTE y el 1 de octubre estarán disponibles para trabajar en un local que aún no sabe cómo abrir sus puertas.

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