"Es evidente la necesidad de realizar un rediseño organizativo de las administraciones públicas, su concepción es antigua y no sincrónica con las nuevas realidades del trabajo". El autor de la frase es Mikel Gorriti Bontigui, doctor en Psicología del Trabajo y de las Organizaciones, quien hablará sobre "Organización y modernización de la Función Pública" en un acto organizado por la Cámara Oficial de Comercio, Industria, Servicios y Navegación de Oviedo, que se desarrollará el próximo día 15, a las 19.00 horas, en el Palacio de Exposiciones y Congresos de Oviedo, ya que el elevado número de inscripciones para asistir ha desbordado la capacidad del salón de actos de la Cámara. El encuentro, al que seguirá un coloquio, se celebrará respetando las normas preventivas establecidas por las autoridades sanitarias.

Gorriti tiene claro que las administraciones públicas "o son de utilidad social o no serán". Y que en el futuro inmediato "debe prevalecer la agilidad y la flexibilidad en la gestión organizativa y de recursos humanos no la rigidez normativa", ya que esta última debe ser "servidora" de los fines y no, como ahora ocurre en muchos casos, "un corsé para su gestión". Y cree en la "necesidad" de empezar a concebir el trabajo complejo "por proyectos más que por puestos". Son algunas de las ideas que desgranará durante su intervención en Oviedo.

"No estoy seguro de que para la eficacia exigida sea necesario trabajar más, quizás trabajar mejor", opina Gorriti, quien considera que el trabajo más exigente en el diseño de un nuevo modelo de Función Pública, que estima "incuestionable", reside en "ser capaces de ver el sistema que le subyace". Cree que sólo organizando "de forma ajustada" los puestos de trabajo o sus agrupaciones polivalentes (áreas funcionales) y haciendo bien lo que legítimamente tenemos que hacer podremos justificar quiénes y cuántos somos, y asegurar un servicio público de calidad".

Juzga "inevitable" la planificación de los recursos humanos y resalta que en la década de los años veinte habrá "vacantes suficientes" como para poder asumir "un proceso de racionalización o de rediseño en función de la demanda ciudadana y la demografía". Pero para ello será "crítico" diferenciar que "la valoración es de puesto y la evaluación de persona". Y la selección de personal, en su opinión, se debe concebir "como una herramienta estratégica de primer orden: a cuántos y a quiénes quiero hacer empleados públicos".

A Gorriti le parece "una evidencia" que para el "mundo complejo" que viene, "el análisis de multitud de datos es una realidad imprescindible para cumplir con los valores públicos", de ahí que considere necesario diseñar en la Administración "puestos de analistas de big data lo cual en sí mismo será un síntoma del reto asumido".

"En los próximos años gestionar la temporalidad será la principal actuación en materia de empleo público", pero aunque este "leimotiv" pueda durar unos "cinco años", centrase exclusivamente en la gestión de la interinidad puede que impida "diseñar, planificar y gestionar el escenario posterior, tan desafiante como éste y de mayor trascendencia para el futuro", manifiesta Gorriti, quien cree que las administraciones públicas deberán "liberar recursos para acometer estos diseños", con la ayuda de "equipos profesionales interdisciplinares". No hacerlo así "puede resolver un problema de personal a corto plazo", pero dejaría "obsoletas las administraciones para las necesidades de la ciudadanía en la década de los veinte", añade.

El grupo interdisciplinar propuesto por Gorriti debería tener "interlocutores en todas las unidades administrativas necesitadas" de un cambio de diseño, bien sea "por las nuevas necesidades de la ciudadanía detectadas" o para "la gestión de sus vacantes".

El experto en Psicología del Trabajo y de las Organizaciones destaca que abordar el reto de las jubilaciones masivas a las que están abocadas todas las administraciones en los próximos años pasa, "necesariamente", por tener "alguna estrategia para gestionar vacantes; alguna metodología que permita tener criterios, argumentos y secuencia para dicha actuación".

La futura marcha masiva del personal debe concebirse, según Gorriti, "como una oportunidad para no ofertar empleo público innecesario, para rediseñar el que la demanda social exija, y para crear los que ella y la automatización de las tareas identifiquen". Esta es "una necesidad obvia que exige tener planificado el empleo público antes de que vengan los dolores".

Utilizar de forma inteligente las vacantes que se vayan produciendo y analizar al detalle la demanda ciudadana son claves para el éxito de la reforma que se avecina, obligada por múltiples factores, entre los que Gorriti señala como principales: "El envejecimiento, el cambio demográfico, la diversidad cultural, la concentración en grandes ciudades, la creciente inseguridad ciudadana, la revolución tecnológica y científica, los entornos laborales cambiantes, y la sociedad del aprendizaje".

"Digitalización, automatización, aplicativos, big data e inteligencia artificial" son el futuro, también en la Administración. Y el "estatismo", un aspecto a superar: Gorriti concreta sus dudas en "si una persona empleada pública tiene que desempeñar, exclusivamente, lo que dice la monografía del puesto que ocupa o del que es titular". Su augurio: en el futuro inmediato será "casi imposible poder predecir desempeños específicos"

El ponente sostiene que las futuras Ofertas Públicas de Empleo deben convocarse para puestos "que no vayan a ser fácilmente automatizables y si, por razones de coyuntura es necesario (interinidades), debe tenerse en cuenta la titulación de los aspirantes o su posibilidad de reciclaje para futuras actuaciones complejas complementarias con máquinas o aplicativos (aplicaciones y herramientas digitales)". Más: hay que "formar también en la propia destreza de aprender ya que la formación va a ser una necesidad constante", también en la Administración.

Un apunte más: según Gorriti, la principal limitación a la que se enfrentará la reforma de la Función Pública será "el propio modelo corporativista de las administraciones", que a partir de hora deberán "demostrar su utilidad y valor público servicial haciendo más con menos". En todo caso, las administraciones públicas, según apunta, están "abocadas a reflexionar seriamente su modelo corporativista". Para ello se puede aprovechar "la ola de la automatización y la realidad de las jubilaciones masivas", pues ambos aspectos pueden ayudar a diseñar "un modelo de servicio público con la seguridad jurídica necesaria para ubicarla en la realidad líquida del siglo XXI".