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El poder oculto del huevo: la cáscara sirve para tratar aguas residuales

Cuatro científicos asturianos ganan un premio nacional al demostrar que la corteza del alimento acelera la degradación de contaminantes

El poder oculto del huevo: la cáscara sirve para tratar aguas residuales

Las cáscaras de huevo que a diario desechamos sirven para descontaminar las aguas residuales. Así lo han demostrado científicos de la Universidad de Oviedo, que hoy serán premiados en el paraninfo del edificio histórico por el Instituto de Estudios del Huevo, una entidad dedicada a promover a nivel nacional la investigación en torno a este tradicional alimento. Paula Oulego, Amanda Laca, Sonia Calvo y Mario Díaz, del grupo de Tecnología de Bioprocesos y Reactores (TBR), no solo han probado que la cáscara funciona como soporte de las nanopartículas que intervienen en el tratamiento de las aguas residuales, sino también como material idóneo para eliminar los compuestos nocivos del medio ambiente.

Es el poder hasta ahora oculto de la cáscara de huevo, empleada en los últimos tiempos para la producción de biocombustibles, pero nunca antes para el tratamiento de aguas contaminadas. ¿Y de dónde salió la idea? Paula Oulego, una de los cuatro autores del trabajo, responde: "Nuestro grupo de investigación lleva décadas trabajando en el campo de la tecnología alimentaria y, de hecho, hemos ganado este premio en tres ediciones anteriores. Pero siempre fue utilizando la clara y la yema. Así que esta vez quisimos trabajar con la cáscara de huevo".

El primer paso fue comprobar que funcionaba como soporte de nanopartículas, en este caso de hierro y de cobre. Para ello, el grupo liderado por el catedrático de Ingeniería Química Mario Díaz -fue quien este año dio la lección inaugural de inicio de curso- empleó entre cinco y seis docenas de huevos. "La cáscara representa el 10% del peso de un huevo, por eso necesitamos tanta cantidad. Y lo que hicimos fue quitarles la clara, la yema y las membranas testáceas. Las cáscaras las partimos en trozos pequeños, a continuación las molimos y finalmente las calcinamos. Es decir, las calentamos a una temperatura elevada", explica Oulego. Así obtuvieron el soporte, que "tiene que ser poroso" para que en él encajen las nanopartículas como si se tratase de una especie de rejilla. "El soporte es blanco, pero al echarle las nanopartículas la mezcla queda de otro color", puntualiza la investigadora. Todo funcionó a la perfección y, además, permitió sustituir un soporte comercial, que tiene un coste -de óxido de titanio o de aluminio, por ejemplo- por la cáscara de huevo que tiramos a la basura.

El segundo paso fue incorporar la cáscara en el proceso de tratamiento de aguas residuales. "Se hace en un reactor de oxidación húmeda, es decir, en un recipiente que se somete a elevada presión y temperatura. En él metimos las cáscaras junto a las aguas residuales y fuimos introduciendo oxígeno para que oxide", detallan los científicos. También funcionó: la corteza aceleró la oxidación hasta degradar los compuestos nocivos para el medio ambiente. ¿Cuál es su clave? "Creemos que la presencia de calcio. La cáscara genera puentes de calcio que facilitan la oxidación", dice Paula Oulego. Y si los resultados fueron buenos solo con las cáscaras, mejor aún lo fueron combinándolas con las nanopartículas de hierro y cobre. "Lo que percibimos fue que el tratamiento es mejor con las cáscaras y las nanopartículas juntas, sin embargo, a nivel de biodegradabilidad, la cáscara de huevo calcinada funciona mejor que el hierro y el cobre", expresa.

El trabajo ganador del XXIV Premio a la Investigación del Instituto de Estudios del Huevo lleva por título "Revalorización de la cáscara de huevo mediante su empleo como soporte en el desarrollo de catalizadores para el tratamiento de aguas residuales". El galardón está dotado de 10.000 euros y reconoce los mejores trabajos de equipos españoles sobre temas relacionados con el huevo: composición, calidad de huevos y ovoproductos, sanidad y seguridad alimentaria, uso y consumo o sostenibilidad de la producción, entre otros. El grupo de investigación de Tecnología de Bioprocesos y Reactores (TBR) de la Universidad de Oviedo, perteneciente al departamento de Ingeniería Química y Tecnología del Medio Ambiente, es la cuarta vez que gana estos premios, creados en 1997 en torno al Día Mundial del Huevo, que se celebra mañana. Los anteriores proyectos ganaron en las ediciones de 2002, 2008 y 2015, y siempre bajo la coordinación del profesor Mario Díaz. La ceremonia de entrega de galardones tendrá lugar hoy en el paraninfo del edificio histórico de la Universidad a las 12 horas y estará presidida por el rector, Santiago García Granda.

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