Ni un alma. Por las calles de Grandas de Salime es difícil encontrar en un día por semana de otoño a alguien. Hay algo de barullo en los horarios de entrada y salida del colegio (40 alumnos) o puntualmente a la mañana cuando toca hacer los recados o llegan los repartidores de comercio y hostelería. En otoño también se deja caer algún peregrino (por su territorio cruza el Camino Primitivo), pero muchos menos que durante el verano, especialmente este pasado, cuando fue constante su presencia, como la de los turistas, que hubo muchísimos.

Pero no es el caso ahora. Aún así Grandas de Salime, en el suroccidente asturiano, en la frontera con Galicia, aparece en rojo en los mapas de la incidencia del coronavirus: su tasa es ni más ni menos que de 359 casos por cada 100.000 habitantes, según los últimos datos registrados por el Observatorio de Salud del Principado. Una cifra elevada según esta medición, solo superada en Asturias por otro concejo víctima de la despoblación y bastante aislado, Ponga (1.024 casos por 100.000 habitantes).

La estadística pone rojo al concejo en los mapas y a sus vecinos en las calles. "Porque en la realidad los casos son anecdóticos", señala el alcalde, Eustaquio Revilla, quien habla de seis contagios en lo que va de semana en un municipio de 853 censados y 112 kilómetros cuadrados. "Los seis casos que tenemos hasta hoy (por ayer) están todos bien, confinados en sus casas, sin síntomas. Y las pruebas PCR que se les hizo a sus contactos estrechos dieron negativos", añade el regidor, quien cruza los dedos "para que esto pare aquí", para poner en unos días el contador a cero "y que así quede, como hemos estado durante toda la pandemia".

Revilla es también director del colegio, donde el caso de una niña de Primaria ha obligado a cerrar el aula de 10 escolares y a mandarles a todos a casa, donde reciben clase de forma telemática, aunque en un lugar como Grandas no es fácil por la deficiencia de las conexiones, cuya lucha para que se mejoren es general en toda la zona. "La niña ya no acudió el lunes pues se puso mala durante el fin de semana", explica Ágata García, la jefa de estudios. Por eso en el centro están tranquilos, ya que el resto de compañeros y tres profesores, también confinados, no tuvieron esta semana contacto con ella y ahora no dan síntomas. Deberán esperar 10 días para volver. Mientras, en el colegio -pegado al centro de salud- siguen el día a día en base al protocolo marcado por la Consejería de Educación sin grandes problemas de espacio.

Así las cosas, en Grandas hay mucha tranquilidad, pero también respeto al virus. También hay sorpresa por la aparición de los casos ahora, "y no antes, con todo el barullo que hubo en verano", expresa Ángela Vila al frente del estanco y quiosco. "Toca precaución", dice su cliente Balbino Lougedo.

Una máxima que repiten en A Reigada, un veterano bar y restaurante en plena travesía grandalesa que regenta Alfonso López. El hostelero ha visto un cambio de hábitos, para bien, de sus clientes. Por ejemplo, en verano: "Cuando veían esto lleno y con jaleo, se iban para casa. La gente está concienciada". A la hora de comer, en un día de semana de otoño, hay un puñado de trabajadores de la zona y la clientela habitual que toma el aperitivo. "Estamos preocupados lo justo", señalan en un grupo de cuatro vecinos, que solo se quitan la mascarilla para apurar un sorbo de vino.

No asusta ni choca ni preocupa en Grandas figurar a la cabeza de la incidencia del covid en Asturias con esos 359 casos por 100.000 habitantes. Porque son solo números. Aunque lamentan no estar como justo al norte, en la comarca vecina de Oscos-Eo, con ningún contagio en lo que va de pandemia. La pregunta es por qué ahora y no en verano, cuando el concejo se llenó de gente. El Alcalde de Grandas cree tener la respuesta: "El virus no estaba por ahí en junio, julio y agosto, por ahora sí y estamos expuestos a él".