El avance de los contagios de covid en esta segunda ola en Asturias llevó ayer a Salud a hacer un llamamiento para establecer un blindaje social en torno a los mayores de 65 años, también de aquellos que no están en residencias. Son estos establecimientos ahora el principal motivo de preocupación del Principado después de que el sábado informase de que existen 58 residencias asturianas en las que se han detectado casos o existen sospechosos, de las cuales 52 son de gestión privada. Pero el Gobierno teme que los contagios crecientes lleguen a un colectivo, el de los mayores, con mayor vulnerabilidad, por lo que de verse afectados aumentarían los ingresos hospitalarios y, lamentablemente, los fallecimientos.

El director general de Salud Pública, Rafael Cofiño, apeló ayer a la "responsabilidad individual y colectiva" de los asturianos para actuar como "dique de contención contra el virus". Les conminó a "disminuir la actividad social innecesaria", limitando o descartando las fiestas, celebraciones o reuniones de personas "que incrementen el riesgo de transmisión". Pero, sobre todo, pidió que haya especial atención a los mayores de 65 años y personas con patologías que no se encuentran en residencias asistenciales. "En las residencias hay protocolos y controles, y ya hemos visto que también pueden fallar. Pero ese control debe extenderse también a todos los mayores que no están en residencias", dijo Cofiño. Salud pide colaboración ciudadana "para extremar las medidas de seguridad y protegerlos de los contagios", de modo que, ante personas mayores, en la calle o en el entorno familiar, se establezcan "medidas de distancia, se use mascarilla y se eviten situaciones de riesgo", en especial si se convive con niños, adolescentes y jóvenes.

Precisamente, los casos en residencias de ancianos explican parte del gran aumento de contagios de estos últimos días, en especial los brotes detectados en sendos establecimientos de Avilés y Mieres.

El brote de coronavirus en un gimnasio y una residencia de ancianos hizo saltar las alarmas en Avilés a las puertas del puente del Pilar. El propio gobierno local reconocía el viernes la preocupación por el avance del virus, especialmente por la entrada de nuevo en la residencia de mayores Larrañaga, con una treintena de positivos. Con el fin de semana, llegó la calma. "Parece que la evolución está mejorando", señalaron desde el Ayuntamiento. Muestra de ello es que el punto autocovid, instalado en el recinto ferial de La Magdalena, se retiró ayer.

La pandemia había tenido en Mieres una muy baja incidencia hasta que el pasado viernes se decretó el estado de alerta naranja. La medida se tomó en respuesta al preocupante brote que ha asolado la residencia de mayores Abuli. El complejo, situado en el alto de Santo Emiliano, en el límite con Langreo, se vio afectado por 30 positivos, 25 de residentes y cinco de trabajadores, incluido el director. En este escenario, la sociedad civil no ha recibido el golpe con un exceso de inquietud: "Al final la gente está preocupada, pero en el caso de Mieres percibimos que, más que por el número de contagios, es por la falta de información concreta", apunta Arsenio Díaz Marentes, presidente del colectivo vecinal de Mieres. "Lo que la gente no entiende es que la Administración no facilite toda la información con total transparencia y, de esa forma, evite los bulos, que, al final, son los que de verdad generan alarma y miedo", señala Díaz Marentes. Este diario pudo saber ayer que en las últimas 48 horas el número de contagiados se ha incrementado "de manera residual". Las autoridades sanitarias consideran la situación "controlada". A final, el caso más problemático se ha localizado en Cenera, donde el camarero de un conocido restaurante dio positivo. Más de un centenar de clientes y personas próximas al establecimiento han solicitado ya una prueba PCR.

Las residencias gijonesas tratan de seguir la evolución de la pandemia con toda la normalidad que les es posible. Así lo explica Santiago Campos, gerente del Instituto Gerontológico. "Claro que hay preocupación, porque constantemente suben los casos y es inquietante que pueda haber alguno en el centro", apunta. Desde la declaración de la alerta naranja en Gijón, Campos ha extremado las precauciones en la residencia. Las salidas están prohibidas y se han limitado al máximo las visitas. "Tratamos de llevarlo con normalidad lo más que se puede", afirma. "Es una situación con la que hay que convivir", zanja. En las residencias públicas el ambiente es similar. Así lo confiesa el director de una de ellas, en Gijón, que prefiere mantener el anonimato. "No sabemos si esto puede ir a más, están haciendo muchos test", dice. "La gente mayor entiende lo que está pasando y lo lleva con la máxima comprensión. Algunos dicen que en la guerra estuvieron peor", sostiene. Las familias también lo llevan como pueden. "Prefieren medidas garantistas", finaliza.