Desde que el rey Alfonso XIII proclamó a la Virgen del Pilar como patrona de la Guardia Civil en 1913, todos los 12 de octubre han sido una ocasión de celebración en los cuarteles de le Benemérita de toda España. En Oviedo, los actos se venían iniciando con una misa en la Catedral, y luego tenía lugar una parada en el acuartelamiento del Rubín, que era ocasión para la imposición de condecoraciones, el homenaje a los retirados y fallecidos del cuerpo y el encuentro entre la Guardia Civil y la sociedad asturiana, representada por todas sus autoridades. Luego se realizaba un desfile y los actos finalizaban con un vino español. Era un día de fiesta que los agentes celebraban en compañía de sus familias. Pero este año tendrán que vivirla con el distanciamiento que marca la pandemia que no cesa. El cariz que está tomando ya la segunda ola del covid-19 ha obligado a suspender todas las celebraciones, "por seguridad y para dar ejemplo", según explicó el jefe de la Zona de Asturias de la Guardia Civil, el coronel Francisco Javier Almiñana Boluda, en una entrevista a un medio televisivo.

La suspensión de los actos, incluida la misa que suele celebrarse en la catedral, no es privativa de Asturias, sino de todo el conjunto nacional. El covid-19 hace muy peligrosas las reuniones multitudinarias, por lo que se ha optado por lo más juicioso. Tiempo habrá de festejar a la patrona más adelante. Como remedo, el pasado viernes hubo un sencillo acto en el cuartel del Rubín, con el izado de la bandera y el homenaje a los caídos, al que asistió una pequeña representación de las diferentes escalas de la Benemérita en Asturias. La celebración estuvo presidida por el coronel Almiñana Boluda y a la misma no asistió siquiera la delegada del Gobierno, Delia Losa, que ese día había impuesto varias condecoraciones con motivo del patrón de la Policía Nacional, que también suspendió otras conmemoraciones.

A la Guardia Civil le espera un papel cada vez más creciente en esta segunda ola, como ya desempeñó en el primer embate letal de la pandemia. Durante el Estado de alarma, la Guardia Civil impuso en Asturias un total de 5.197 denuncias por incumplir la limitación de movimientos declarado por el Gobierno de Pedro Sánchez. Los agentes realizaron 23.022 controles de seguridad ciudadana e identificaron 182.545 vehículos.

Con la pandemia, admitió el coronel Almiñana en la citada entrevista de televisión, se redujeron, por razones obvias, los delitos contra la seguridad del tráfico y los delitos contra el patrimonio. No obstante, se dispararon las estafas, más particularmente las realizadas a través de internet y las redes sociales.

Pero es solo una cara de la moneda, por en la otra están los numerosos servicios humanitarios -también más de cinco mil- realizados entre el 14 de marzo y el 21 de junio, con 740 repartos de medicinas en domicilios de toda Asturias, 1.576 servicios en residencias de ancianos y otras 996 en centros hospitalarios.

Por otro lado, hubo 56 repartos de alimentos a núcleos de población aislados o geriátricos, donde distribuyeron 8.306 mascarillas solidarias entre los mayores. Y los agentes donaron 364 kilos de alimentos a la Fundación Banco de Alimentos de Asturias. También hicieron 62 asistencias a alumnos aislados, facilitándoles material escolar, dispositivos informáticos o incluso conexión a internet. En algunas ocasiones llevaron hasta los deberes a los escolares.

Aunque los agentes del cuerpo se vieron, como el personal sanitario, expuestos al riesgo del virus, el caso es que solo se infectaron de covid-19 un total de 38 funcionarios, lo que obligó a poner en cuarentena a un total de 290 personas. Ello supone un porcentaje ínfimo respecto a una plantilla de la Guardia Civil en Asturias formada por unas 3.000 personas. Debido a la pandemia, algunas de ellas tuvieron que desplazarse fuera de Asturias, admitió el coronel. Fue el caso de una unidad de Seguridad Ciudadana trasladada a Ceuta para el control de la inmigración ilegal.