El estallido de la hostelería asturiana contra la estrategia de control de la pandemia en la región ha llevado al sector hasta la convocatoria de una protesta pública que a falta de los detalles definitivos cita para el martes por la tarde, en un lugar aún por determinar, a "todas las empresas de la cadena de valor del sector del turismo, a los empresarios y trabajadores, a las asociaciones empresariales, las tres cámaras de comercio y todos nuestros clientes". El presidente de la patronal del turismo y la hostelería asturiana, José Luis Álvarez Almeida, imagina en esos términos la movilización que aspira a concentrar el hartazgo de una actividad que desde marzo se siente maltratada con especial ensañamiento por la escalada de restricciones sin comunicación con los empresarios afectados ni contrapartidas paliativas.

Mientras los servicios jurídicos de Otea trabajan también en el estudio de "todas las posibles medidas judiciales", la concentración quiere ser "un acto de protesta y petición de respeto" de unos empresarios que se preguntan "si se quieren cargar las cenas, si quieren cargarse nuestros negocios?"

Un día después del decreto de los cierres perimetrales de Oviedo, Gijón y Avilés y del cierre de los establecimientos a las once de la noche, de esa batería de restricciones "a lo bruto que no llevan a nada", Almeida reprodujo ayer, redoblados con dureza, los argumentos que en los últimos meses el sector ha enviado una y otra vez con machacona insistencia al Principado. Denuncia la ausencia de respaldo científico para las restricciones recién adoptadas y recuerda que "en agosto, cuando había cerca de veinte contagios diarios, el Gobierno decretó el cierre del ocio nocturno" y "hoy ya nadie se acuerda", pero sin bares de copas ni discotecas abiertas "el viernes hubo 323".

Otea trata de desmontar con esos argumentos la pretensión que observa en el Principado de "echar la culpa" al sector, cuestiona el cierre a las once de la noche porque no entiende "por qué el Gobierno toma decisiones en las que parece que el virus ataca más a una hora que a otra" y acusa al Ejecutivo de falta de "comunicación y respeto", de renunciar al diálogo "con las 45.000 familias" que dependen de este negocio. Y "comunicación no es una llamada de la consejera de Cultura diez minutos antes del anuncio de las medidas", aclara Almeida, "es debatir, sentir, comprender analizar? Esto es un rodillo". Otea sigue tendiendo la mano, pero lamenta que se hayan ido todos estos meses sin una comunicación de verdad, "bidireccional". "Yo les digo esto y ellos, que nieva en Somiedo", resalta el presidente de Otea mientras su vicepresidente, Fernando Corral, retrata el estado de ánimo de los empresarios con la convicción de que "estamos asfixiados, no podemos más". Los negocios "llevan en números rojos desde marzo", y Almeida lo aclara por si las dudas, por si "hay quien piensa que ese espejismo del verano, en el que tuvimos los mejores datos respecto a nuestros compañeros, pero en el peor año turístico de esta región", los ha salvado. "Alguien en el Gobierno debe de estar pensando que este sector puede seguir sufriendo y puede tener otro batacazo más", remata. "Que la hostelería está ganando dinero" y que no necesita las medidas "económicas y fiscales" ni el plan de rescata que llevan meses reclamando sin éxito: "El consejero de Industria no sé dónde está", sentencia Almeida, mientras "los empresarios del ocio nocturno cerrado siguen pagando autónomos todos los meses".

Los contagios, remata con un argumento conocido, "no vienen de nuestros negocios, sino de los incumplimientos de las medidas higiénico-sanitarias, pero no en nuestro sector", al que atribuyen apenas un tres por ciento de los contagios y anuncian que obligarán a cumplir bajo amenaza de "denunciar a los establecimientos que no lo hagan".