La lluvia, el frío "y las malas noticias" se cernieron sobre el primer domingo confinado en la comarca de Avilés. La ausencia de ovetenses y avilesinos en Luanco "se nota mucho", confirma Pepe Secades, de la cafetería El Puerto. "Hasta se puede aparcar", bromea Jorge Suárez, el alcalde de Gozón.

La mañana dominical en Luanco fue especial ayer porque "el colapso del verano terminó, porque no pueden venir de Avilés y porque el día ha amanecido tan malo", sentencia Suárez. A todo esto se suman las medidas sanitarias decretadas por la administración regional. "Por eso ahora estamos de vacaciones", asegura Laura Rodríguez, del hotel La Plaza. "La gente se guarda más en otoño y más en estas circunstancias", apostilla.

Mientras tanto, Eva Garzón camina junto a su pareja, Jesús Salamanca, por un paseo de la playa de Salinas (Castrillón) casi vacío -"mucho más que otros años por estas fechas"-, aunque el tiempo tampoco acompañaba. Lo conoce bien porque nació allí, luego se mudó a trabajar fuera y finalmente regresó, con un empleo de técnico de rayos en el Hospital de San Agustín. "Yo haría un 'tour' con un EPI (equipo de protección individual) por el hospital para que la gente vea lo que es. Gente que no puede respirar, que se ahoga: muy duro", afirma. Ella apoya la medida del Principado de establecer el estado de alarma y se siente más segura desde que decretaron el cierre perimetral de Avilés, Oviedo y Gijón. No obstante, es consciente de que la hostelería y especialmente en Salinas -"lugar turístico por excelencia"- se resiente.

Según resalta su pareja, Jesús Salamanca, los establecimientos como La Luna o Ewan, en los que normalmente hay que esperar para coger sitio, estaban prácticamente vacíos. Al Cortijo, su destino final, aún no habían llegado, pero preveían la misma desolación. "Esto es una cadena. Cae la hostelería y vamos todos detrás", señala. Muchos de sus amigos trabajan en el sector y conoce lo que están viviendo: "Hay que buscar un equilibrio, aunque sea muy complicado". No obstante, ambos coinciden: el vacío de ayer de Salinas tenía que ver con el virus, porque Avilés y Oviedo, de donde son sus principales visitantes, estaban cerrados, pero también con el mal tiempo porque el sábado hubo más gente.