La Consejería de Salud ha confirmado 241 nuevos casos de covid-19 diagnosticados el lunes. El Servicio de Vigilancia Epidemiológica continúa con las investigaciones para determinar los vínculos de los contagios. La tasa de positividad se sitúa en el 6,44%, tras haberse realizado ayer 3.742 pruebas PCR.

En las últimas 24 horas, se han registrado 60 ingresos por coronavirus en planta y 6 más en UCI. En total, hay 429 pacientes covid hospitalizados, entre confirmados y sospechosos. Además, otros 53 afectados permanecen en unidades de cuidados intensivos. Por otra parte, 40 personas recibieron ayer el alta hospitalaria.

Asimismo, ayer se registró el fallecimiento de cinco mujeres de 80, 83, 86, 89 y 90 años, una de las cuales residía en un centro sociosanitario.

Las autoridades sanitarias apelan a la ciudadanía para que limite su vida social y la movilidad, con el fin de frenar los contagios.

Cada asturiano infectado por coronavirus reporta todavía una media docena de contactos estrechos, más o menos los mismos que se registraban en verano. Los contagiados de esta segunda ola mantienen una actividad social todavía demasiado elevada para el gusto de los sanitarios regionales. Es una mera cuestión numérica: en días como esta última semana, con hasta más de 300 casos notificados en solo 24 horas (el récord se batió varias veces en la última semana), el sistema de rastreo en la región tiene que activar el protocolo de seguimiento de unos dos mil asturianos y tramitar su respectiva PCR para confirmar, antes del término de la cuarentena, que ya ha perdido su capacidad de infección. La sobrecarga de este equipo, aunque se ha ido reforzando y cuenta actualmente con unos 300 profesionales, deja cada vez más opciones a dejar "cabos sueltos y posibles incumplimientos por malentendidos", según aclaran los sanitarios. El objetivo es que ningún asturiano tenga una burbuja social de más de seis casos, pero no parece que las alertas naranjas ni las medidas anteriores al toque de queda y el estado de alarma hayan dado demasiados frutos.

Estos nuevos límites a la movilidad en Asturias pretenden ser una bomba de oxígeno para hospitales y centros de salud de las ciudades más pobladas, pero también limitar todo lo posible la actividad social de la población. Aclaran los rastreadores que su labor "se complica en situaciones de transmisión comunitaria", ya presente en Asturias, pero que también ayuda a "garantizar cuarentenas que de normal tal vez no se realizarían", por lo que esperan que el servicio, aunque acabe simplificándose -ya se ha reducido el número de llamadas de seguimiento y la tramitación de PCR solo se hace ya al final de la cuarentena y no a también al inicio-, se mantenga durante toda la segunda ola.