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“Si los bares caen, nosotros vamos detrás; es una cadena”

Los distribuidores y proveedores de la hostelería se muestran “desanimados” al registrar bajadas de ventas de hasta un 80%

Una terraza casi vacía en la calle González del Valle, próxima al Reconquista, en Oviedo.

“Si los bares caen, detrás vamos nosotros; es una cadena”. Así de claro hablan los distribuidores y proveedores de la hostelería, que esta semana participaron en las movilizaciones organizadas por los empresarios. En el sector cunde el “desánimo”, y sus integrantes ya dan casi por hecho de que habrá un nuevo parón y miran con “preocupación” la temporada navideña, que, antes del covid, era una de las mejores del año. Después de un verano “bueno”, en el que vieron “la luz” , el otoño ha traído de nuevo la sombra. Las caídas de ventas a bares y restaurantes se sitúan, según el testimonio de ocho afectados, entre un 80 y un 20 por cierto.

Silveiro Argüelles, gerente de la empresa de distribución de bebidas y alimentación Disceas, resume con una palabra la situación que atraviesa el sector: “Fatal”. Desde que el Principado adelantase el cierre de los establecimientos hosteleros a las once de la noche, su negocio ha registrado una bajada del 50 por ciento en ingresos. “El panorama es negro. Nosotros vivimos en un 95 por ciento de la hostelería. No aguantaremos otro confinamiento si España no hace como otros países y nos paga el 70 por ciento de los beneficios que teníamos”, asegura Argüelles, con 50 trabajadores, algunos de ellos en ERTE.

José Ramón Iglesias, al frente de Cafés El Globo, también depende completamente de los hosteleros. “Todas las restricciones que apliquen en la restauración nos afectan a nosotros. De hecho, tenemos al 35 por ciento del personal en ERTE. Por desgracia muchos hosteleros, algunos de ellos con locales importantes, cayeron durante el primer estado de alarma y ahora las ventas dependen del tiempo. Cada mañana miramos al cielo para preguntarnos: ¿Cuánto venderemos hoy?”, expresa. Iglesias asegura que el verano les dio “un poco de aire”, pero el mes de octubre está siendo agónico. “El sentir general de los que vivimos de la hostelería es que nos van a cerrar. Solo esperamos que, como en Francia o en Alemania, nos respalden con ayudas. Porque si no apaga y vámonos. Nos levantamos cada mañana con ganas de luchar, pero las noticias son siempre malas. Hay mucho desánimo”, reflexiona.

Antonio Palacio Longo, propietario de Embutidos Naveda, habla de “preocupación” y de “incertidumbre”. “Esto es una cadena y nosotros somos un eslabón más. Nuestra línea destinada a la hostelería está sufriendo mermas importantes, en torno al 80%”, indica. A esos negros números se suma que la incertidumbre impide tener una estrategia de negocio. “Nuestro producto tiene un proceso de elaboración y necesitamos saber cuánta materia prima comprar. Eso sin datos es imposible”, lamenta. Longo dirige una plantilla de 15 trabajadores y mira con temor la campaña navideña. “No sabemos si la hostelería va a estar abierta en esa época, pero lo que parece claro es que no habrá cenas de empresa”, señala.

En la misma línea se pronuncia Javier Escalada, de Bebalia, que depende en un 99 por ciento de bares y restaurantes. “No es solo la hostelería, alrededor de ella hay toda una cadena que está sufriendo. Los meses de verano fueron de cierta normalidad, pero desde hace cuatro semanas las ventas han bajado entre un 20 y un 30 por ciento en comparación al año pasado”, manifiesta. Ramón Méndez, de Coca-Cola Iberian Partners, da el puente de Todos los Santos por “perdido”, pero confía en que de aquí a Navidades, donde siempre “sube el consumo”, la pandemia mejore.

José Ramón Corteguera, distribuidor de bebidas a locales de hostelería, asevera que “la cosa está muy muy difícil” en el sector, en parte por las restricciones impuestas y en parte por el miedo que se ha creado respecto a la hostelería. “Desde que cerraron las barras, yo no vendo nada de nada”, se resigna. El comercial critica igualmente la criminalización del sector. “El 90% de los hosteleros lo están haciendo todo perfecto”, enfatiza.

Una radiografía similar la hace Carlos Salazar, director comercial de la distribuidora Carbónica Avilesina. “Estamos abocados a la ruina”, se queja enfatizando que “hay mucha industria detrás de la hostelería que muchas veces no se ve: alimentación, bebidas, pero también productos de limpieza o consumibles”. Desde que finalizó el confinamiento y los bares y restaurantes pudieron volver a abrir sus puertas, “la distribución cayó entre un 20 o un 25 por ciento”, explica. Una falta de venta que hace que “tenemos que ajustarnos a la demanda, y habrá quien tenga que reducir el personal o las horas de trabajo”.

David Hernández, que está al frente de la distribuidora de bebidas alcohólicas La Peñona, lo tiene claro: “La pandemia nos ha hecho perder una media de un 60 por ciento con respecto a los mismos meses del año pasado”. Hernández vende por toda Asturias cerveza artesana e internacional. “Desde que reabrieron los bares este junio tuvimos un mes bueno y tres malos”, se lamentó. El distribuidor explica que sus clientes hacen pedidos más ajustados y que la caída ha sido “enorme”. “Los bares que descansaban por la tarde, han pasado al horario continuado. Lo que no venden por la noche quieren poder venderlo a otras horas”, señala Hernández. La Peñona da empleo directamente a seis personas.

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