Trabajo en hostelería desde hace cinco años, concretamente soy camarera; sí, simplemente camarera, la que te da los buenos días por la mañana y te pone un café, la que te agradece que lleves tu consumición de la barra a la mesa, esa persona a la cual si le pagas en el acto le haces un favor, porque no tiene que dar paseos para llevarte la vuelta.

Eso era antes, porque ahora las cosas han cambiado, aunque sigo siendo camarera: el café ya te lo sirvo yo en la mesa y te agradezco que no seas tú quien me lo cojas de la barra; si quieres ayudarme no te acerques a pagarme, yo iré donde tu estás; cuando educadamente te diga que no puedes estar de pie en el bar, que debes permanecer sentado a la espera de que pueda atenderte, no arremetas contra mí, solo te pido que tengas la misma educación que yo cuando me dirijo a ti, porque yo no pongo las normas, a mí me las imponen como lo hacen con vosotros, y simplemente defiendo mi trabajo para no ser sancionada.

Cada cual debemos saber lo que tenemos que hacer, y si no es así, escuchar cuando nos lo dicen, creo que no son tiempos fáciles para nadie, y para nosotros tampoco.

Con el permiso de los lectores, me dirijo a usted, señor cliente, que hoy cuando al ver que no sabía las normas le explique educadamente lo que tenía que hacer y no entraba en razón, si en algún momento pudiera leer esto, le volvería a decir que no soy policía como usted me preguntó, pero me rijo por las normas que estos me imponen, no le tengo que dar nada por escrito, porque cuando me explicaron lo que yo tenía que hacer no me hizo falta que así lo hicieran, puesto que lo entendí perfectamente, soy simplemente una camarera y una persona educada con mis clientes, y solamente le agradezco un poco de empatía, puesto que yo solo cumplo con las normas que exige concretamente mi municipio, para no tener que verme en casa y sin trabajo. Muchas gracias.