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Clamor en las tiendas abocadas al cierre: “¿Por qué nosotros sí somos un peligro?”

Propietarios de establecimientos de ropa, electrodomésticos y joyerías no comprenden cómo se determina cuáles son los productos esenciales

Juanjo Fresno, tras la verja de su tienda de ropa, en Avilés. | Ricardo Solís

Son los verdaderos damnificados por los cierres de sus negocios. Tras los cambios realizados por el Principado, tiendas de ropa, joyerías o establecimientos de electrodomésticos tuvieron que echar el cierre. Se consideran agraviados y reclaman explicaciones. ¿Por qué unos sí y otros no? Quién dicta qué es esencial y con qué criterios? Estas son sus historias.

Juanjo Fresno mira hacia el interior de su tienda con los ojos tristes, por encima de su mascarilla. Imprevisiblemente hasta hace tres días, tiene la tarde de un miércoles libre, cuando se suponía que debería estar vendiendo. Por lo menos, es la misma actividad que lleva realizando hace seis años en la calle Rui Pérez de Avilés. Comenzó su negocio de ropa para hombre saliendo de una crisis. “Ese momento fue duro, pero ahora mucho más”, aclara. A su espalda, los armarios están copados de jerseys, chaquetas y anoraks que no sabe si se venderán, aunque ya estén pagados.

María Ignacia Quirós, en el interior de su joyería de Oviedo. | Irma Collín

Ha intentado adaptar su negocio a la venta online, pero “no es lo mismo” y las grandes plataformas “se lo comen todo”. “El pequeño comercio estaba tocado antes de la pandemia por la tecnología y las nuevas generaciones”, señala quien ha ido perdiendo clientes progresivamente. Paradójicamente, la etapa más fría llegó en verano: “La gente tenía miedo a lo que pudiera venir después. Abrimos y comenzaron las rebajas. Casi ni ingresamos. Y desde marzo, todo pérdidas”, relata. Se plantearon devolver el género, “pero de eso también dependen familias”. “No lo entiendo, ¿dónde está aquí el peligro? ¡Qué alguien me lo diga!”, clama. Mantiene el marcador de cero contagios en su establecimiento: “Nosotros no tenemos nada que ver con una gran superficie. ¡Más me gustaría a mi que se vendiera tanto!”, afirma el dueño de una tienda de comercio de proximidad. La misma que se está perdiendo desde que llegó la pandemia.

“Que alguien me diga dónde está el peligro, si en el pequeño comercio no ha habido contagios”

Juanjo Fresno - Dueño de una tienda de ropa

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María Ignacia Quirós abre la persiana de su joyería en la calle Pelayo de Oviedo y dedica los primeros minutos a hacer unas fotos a unos broches “para la página web”. Aunque reconoce que “no es una solución”, le sirve a la empresa para ir manteniendo un mínimo de ingresos mientras los gastos siguen corriendo. El obligado cierre les cogió por sorpresa y entre indignación al no entender los criterios que deciden qué es esencial y qué no, lo que supone un riesgo y lo que no. La joyera muestra el local, que cuenta con dos mostradores, “uno por cliente”, explica. Mientras estuvieron abiertos tras el confinamiento, señala, el establecimiento solo admitía a sus clientes “de dos en dos”, y el resto esperaba fuera. Y lo hacía “de manera ejemplar”, elogia la dueña de la joyería Quirós.

El clima entre dueños y trabajadores del establecimiento es de estupefacción y tristeza. La primera por “no entender absolutamente nada”, la segunda por las consecuencias económicas. Sobre todo para unos empleados que son “como de la familia”. En la empresa son pocos y, al final, cuenta Quirós, “conoces la vida de quienes trabajan contigo todos los días, la hipoteca que tienen que pagar, sus facturas... y el ERTE no es una solución”. Una de sus trabajadoras tardó meses en empezar a cobrar una ayuda estatal que los dueños de la joyería “completaban de su bolsillo”.

Pablo Pedraz coloca un cartel para avisos en su tienda de electrodomésticos de Avilés. | Ángel González

Mientras, los gastos son los más diversos. Por ejemplo, la compra de geles o de una máquina de ozono para limpiar el aire del establecimiento. Lo que no les ha servido para ser considerado un local “seguro”. Y, ahora, temen por una campaña de Navidad que, en un negocio como el suyo, supone “gran parte de sus ingresos”. Como tantos otros, explica la joyera, han perdido la confianza en la palabra del Gobierno: “Ahora nos dicen que son quince días, pero también lo dijeron la otra vez y estuvimos en casa dos meses”.

“Lo sientes por unos trabajadores que son como de la familia, de los que conoces todos sus problemas”

María Ignacia Quirós - Joyera

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“Vendo lo que necesita la gente que está en casa”. Así de claro se muestra Pablo Pedraz, al frente de una tienda de electrodomésticos del centro de Gijón, que tuvo que cerrar ayer al público a causa de las nuevas restricciones impuestas en la lucha contra la pandemia. Pedraz, como muchos otros, asegura sentirse “perjudicado” por esta medida, ya que “hay productos que pueden seguir vendiéndose de mucha menos necesidad que los que yo tengo en la tienda” y ejemplifica: lavadoras, detergentes, recambios de electrodomésticos o incluso las reparaciones que lleva a cabo. “Esas cosas tenían que entrar en la lista de necesidades”, asevera criticando que “es muy relativo cómo valoran qué es necesario y qué no”.

Pedraz asegura que las distinciones no tendrían que hacerse por sectores, sino evaluando cada establecimiento. “En pocos locales se podrá mantener más distancia de seguridad que en el mío”, asegura, “trabajo yo solo y entra únicamente un cliente de cada vez”.

“Me siento perjudicado; vendo lo que necesita la gente que está en casa y tengo que cerrar”

Pablo Pedraz - Comerciante de electrodomésticos

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Y también alerta sobre una posible problemática: “Hay tiendas del sector que no saben si pueden abrir o no, porque también venden productos tecnológicos y de telecomunicaciones”, una de las excepciones al cierre recogidas por el Principado.

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