Reconociendo y agradeciendo la gran labor de todo el personal de la sanidad asturiana en esta época de pandemia, quisiéramos hacer público un caso muy desafortunado, o más bien una sucesión de fallos de diagnóstico con un hermano nuestro, con desenlace mortal.

Nuestro hermano estaba pendiente de una consulta de urología en el HUCA. Después de seis meses de aplazamientos le llaman para posponerla, una vez más, sin fecha.

(Lee aquí el reportaje de los familiares de asturianos fallecidos en tiempos de pandemia)

Al sentirse muy mal se desplaza a urgencias, donde, sin hacerle ningún tipo de prueba, le ponen una sonda y le recetan unas pastillas que ya había tomado, previamente prescritas por su médico de cabecera, y lo mandan para casa.

A los pocos días tuvo que volver a urgencias con fiebre alta, grandes dolores y perdiendo sangre por la orina con la misma solución que la primera vez; y así hasta cinco veces. Por fin, a la quinta vez, en urgencias le hacen una revisión más en profundidad y le operan de vejiga, encontrándose un tumor del que habría que volver a operar. Después de hacer un escáner se nos dice, tanto a él como a su familia, que se detecta que tiene una metástasis que llega hasta los ganglios.

Dado el carácter de su enfermedad sin solución lo mandaron para casa con cuidados paliativos, siendo ingresado a los pocos días en el Hospital Monte Naranco, donde estuvo muy bien atendido tanto por médicos como por psicólogos, enfermeras, auxiliares y demás personal del centro. Gracias a todos ellos.

Fueron dos meses de mucho sufrimiento tanto para él como para la familia, pues fue consciente de su deterioro físico hasta el final.

Paradójicamente, estando ingresado y ya en fase terminal, pues falleció a los pocos días, le llega una cita para consulta que había solicitado hacía un año y que se le había pospuesto en dos ocasiones.

Esto lo hacemos en su memoria y desando que no vuelva a pasar.

Como referimos al principio de esta carta, hay grandes profesionales que se dejan la vida por atendernos, la gran mayoría, pero, desgraciadamente, siempre hay algunos que fallan una y otra vez en los diagnósticos y nuestro hermano es una prueba de ello.

Como en el título de la obra de García Márquez, la enfermedad y falta de atención fueron la crónica de una muerte anunciada.

Chelo y Beni Rodríguez Redondo