Tras el pico de infecciones del fin de semana, la evolución de la pandemia sigue un patrón lógico, incluyendo unos vaivenes esperables. Los altibajos que se registran día a día coinciden con una evolución en forma de dientes de sierra que también se experimentó en la primera ola y en los compases iniciales de esta segunda. En este sentido, los 400 positivos registrados ayer se enmarcan dentro del rango esperado de la evolución, y todo apunta a que ya hemos pasado el pico principal de contagios en esta segunda ola, aunque este avance es frágil y consolidarlo depende de cómo siga la ciudadanía las medidas recomendadas por los servicios sanitarios. En todo caso, lo lógico es que el descenso de la curva sea simétrico al ascenso; esto es, que no se debe esperar un descenso en picado del número de positivos, sino una reducción paulatina que se prolongará aún varias semanas. La previsión, a día de hoy, es que la región llegue a Navidad con unas cifras bajas de infección, y que cierre la segunda ola con unos 30.000 infectados. Actualmente, ya se han contabilizado más de 17.300.
La bola de cristal