Música genética es el nombre de un proyecto realizado por 155 estudiantes asturianos (de entre 10 y 17 años) que ha evolucionado hasta convertirse en su primera publicación científica. El proyecto consistió en la composición de ocho melodías diferentes para interpretar el genoma humano. Concretamente, el de la leucemia linfática crónica. La Consejería de Ciencia, Innovación y Universidad, impulsora del programa, ha plasmado en un artículo la metodología utilizada por el alumnado para combinar el aprendizaje de las bases del código genético a través de la composición musical.

En el proyecto participaron los Institutos de Educación Secundaria Aramo, Infiesto, Bernaldo de Quirós (Mieres); Isla de la Deva (Piedras Blancas) y Río Trubia, y los colegios La Ería (Oviedo) y Darío Frean Barrreira (Jarrio). Los escolares de los ocho centros participantes se han integrado en el consorcio MARGA (Musicians And Resilient Geneticists of Asturias), en honor a la científica asturiana Margarita Salas. Consorcio que aparece como primer firmante del artículo, titulado Genetic music: when genes code for melodies instead of proteins (Música genética: cuando los genes codifican melodías en lugar de proteínas).

El equipo de la Consejería de Ciencia decidió recopilar las composiciones realizadas por el alumnado como reconocimiento a su esfuerzo y como gesto para incentivar las vocaciones científicas y las enseñanzas STEAM (Ciencias, Tecnología, Ingeniería, Artes y Matemáticas, en sus siglas en inglés). Coincidiendo con la Semana de la Ciencia, el artículo ve la luz publicándose en abierto en la plataforma científica Preprints. Así, los jóvenes se convierten en autores de su primera publicación científica a una edad inusual, por lo menos en el sistema educativo español, una ópera prima en toda regla.

 Los grupos de estudiantes de Primaria, Secundaria y Bachillerato compusieron e interpretaron obras musicales diferentes utilizando una secuencia genética corta obtenida del gen notch1, secuenciado por el equipo del investigador Carlos López-Otín y receptor de mutaciones que conducen a la leucemia linfocítica crónica.

A pesar de que existen iniciativas para asociar información genética o biológica con la música, ninguna ha abordado la generación de música genética como un proyecto como este. Con este enfoque, los estudiantes pueden conocer el código genético y profundizar en aspectos de la biología mientras componen música.

“Nuestro principal objetivo fue desarrollar una metodología para conectar genética y música, en la que los genes se transcriben en melodías utilizando el mismo mecanismo que utilizan para codificar proteínas”, explica el consejero de Ciencia, Borja Sánchez. Ahora, el propósito es que pueda ser utilizada en centros educativos de cualquier lugar del mundo interesados e incluso llevada a otros ámbitos para personas de cualquier edad.

La experiencia piloto que dio lugar al artículo publicado ahora, se celebró hace un año con un concierto semipresencial en el Instituto Aramo de Oviedo. La iniciativa se grabó en vídeo y está disponible en la plataforma Youtube.