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Con la vista puesta en Etiopía

El conflicto bélico en el país africano obliga al oftalmólogo gijonés Jorge Lorenzo, que acude a operar de forma altruista todos los años, a posponer su viaje: “Tenemos que evitar la masacre”

El oftalmólogo gijonés Jorge Lorenzo, con varios niños, durante su último viaje a Mekele, en Etiopía.

Igual que lleva haciendo desde hace más de diez años, el oftalmólogo gijonés Jorge Lorenzo tenía previsto este viernes emprender de nuevo el rumbo hacia Etiopía para colaborar con las iniciativas de salud ocular que desde hace casi tres décadas desarrolla la ONG española Proyecto Visión en la región de Tigray, una de las más pobres y desérticas de este país del cuerno de África en plena convulsión. Este médico de 48 años, junto a la enfermera Eva González, también gijonesa, ha tenido que abortar su viaje a la ciudad de Mekele, capital de la zona conflictiva, por las pretensiones del primer ministro etíope, el premio Nobel de la Paz en 2019, Abiy Ahmed Ali, de bombardear hasta a la población civil para laminar a los miembros del Frente para la Liberación del Pueblo de Tigray (TPLF). “Es un conflicto interno que mantienen desde hace años. La gente de Tigray, que gobernó el país mucho tiempo, no se siente representada por el Gobierno actual, y el primer ministro ha dado un ultimátum para que la población se rinda o, si no, bombardeará la ciudad de Mekele desde el día de hoy. Hay que evitar como sea esa masacre”, reflexiona el médico gijonés, que busca con su testimonio visibilizar el problema en Etiopía.

Lorenzo realiza una revisión de la vista a un niño.

Cualquier medio de comunicación con la zona de conflicto está cortado desde hace un mes. De hecho, les han recomendado también no enviar mensajes sobre el asunto político por precaución. El único contacto con Etiopía está en un amigo madrileño, Francisco Moreno, que dirige una ONG desde Adís Abeba. “No podemos hablar con ellos, pero, salvo en Tigray, el resto del país está tranquilo”, describe Jorge Lorenzo, que acude al continente africano por periodos de entre dos y tres semanas para operar de la vista a la población y realizar revisiones a sus pacientes. El Ejército, pese a las reclamaciones internacionales, avanza hacia Mekele. “Las últimas noticias ponen los pelos de punta. Los militares etíopes van avanzando hacia allí y ya han tomado varias poblaciones de la región. Es muy triste que los conflictos no se solucionen hablando y se siga a cañonazos”, lamenta el gijonés.

La enfermera Eva González, con otros pequeños.

La conflictiva situación con este territorio, cuna del actual director de la OMS, Tedros Adhanom, viene de lejos, pero se ha incrementado en los últimos años, tras la llegada al poder de la etnia oromo, representada por Abiy Ahmed Ali, que debió haber convocado elecciones el pasado verano, pero que bajo el pretexto del coronavirus no hizo. Esa demora ha sido vista por los partidarios del TPLF como un burdo intento de perpetuarse en el poder. “No tomamos partido por unos ni por otros, solo por la población civil, que necesita ayuda y que alcemos la voz para denunciar el conflicto y el riesgo que conlleva que bombardeen toda la ciudad”, advierte Jorge Lorenzo.

Ahmed Ali logró poner fin a la guerra que Etiopía mantenía desde hace décadas con Eritrea, lo que le valió la distinción del prestigioso galardón sueco, aunque a muchos conocedores del conflicto interno les dejase perplejos. Ahora hace oídos sordos a las demandas de entendimiento con la región del Tigray, pero el problema parece enquistado. De hecho, se busca cualquier pretexto para evitar pacificar la zona. “No estamos de parte de nadie, pero la población no tiene que sufrir, eso es lo que queremos lograr ahora”, reclama Jorge Lorenzo, que ha realizado operaciones a personas necesitadas por todo el mundo, como en Vietnam y en Burkina Faso. El médico gijonés, pese a la distancia, mantiene la vista puesta en Etiopía y espera que se logre poner fin a las tensiones. “Pudiendo, sería injusto no ayudarles. Tenemos que evitar la masacre”, reflexiona.

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