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Bombazo químico "made in" Asturias: dos investigadores logran que un gigante japonés explote la patente del medidor que inventaron

Los dos químicos de la Universidad de Oviedo participarán en el desarrollo inicial del prototipo de su idea para la multinacional nipona: la industria petrolífera, "muy interesada" en el descubrimiento

Por la izquierda, el doctorando Javier García y los investigadores Jorge Ruiz y Mariella Moldovan, en el laboratorio de su grupo de investigación, en la Facultad de Química de la Universidad de Oviedo. | Julián Rus

Una patente que nace en Asturias, que es extendida internacionalmente y que una empresa quiere fabricar. Pocas veces ocurre en la Universidad de Oviedo, pero lo han logrado los profesores de Química Analítica Jorge Ruiz Encinar y Mariella Moldovan. La idea, que ahora explotará comercialmente la multinacional japonesa Shimadzu, una de las más potentes del mundo en instrumentación analítica, parece sencilla sobre el papel, pero es enormemente compleja en la práctica. Se trata de medir oxígeno en muestras orgánicas. Ruiz Encinar desvela su complejidad: “El oxígeno está en todas partes, compone el 20% de nuestro aire. Es muy difícil, por tanto, medir las pequeñas cantidades de oxígeno presentes, por ejemplo, en el petróleo. De hecho, existen muy pocos instrumentos capaces de medir esas cantidades de forma sensible, a niveles de partes por millón o menor”. El truco, y de ahí la patente, está en utilizar oxígeno enriquecido isotópicamente.

“En el momento de la combustión de los compuestos, lo que hacemos es utilizar un tipo de oxígeno que es oxígeno pero que podemos diferenciar del que en su mayoría (en un 99%) respiramos. Es decir, introducimos Oxígeno 18 para distinguirlo del normal, que es mayoritariamente Oxígeno 16. Estos dos oxígenos son iguales en cuanto a propiedades, pero se distinguen en su masa. Y así los podemos detectar por espectrometría de masas”, detalla Jorge Ruiz Encinar, el investigador que dio lugar en 2005 al germen de la patente. Consistía en el uso de una metodología similar pero para medir carbono y que desarrolló junto al profesor Nacho García Alonso. Sin embargo, reconoce Ruiz Encinar, existía aún mayor interés en medir otros elementos como el azufre, el nitrógeno y, sobre todo, el oxígeno, elemento este último para el que no había ningún medidor.

El aparato desarrollado mide el oxígeno en muestras orgánicas: “El oxígeno está en todas partes, compone el 20% de nuestro aire. Es muy difícil, por tanto, medir las pequeñas cantidades de oxígeno presentes, por ejemplo, en el petróleo”

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La oportunidad para el azufre y el nitrógeno llegó en 2013 cuando la Universidad de Oviedo firmó una colaboración con la Universidad de Pau (Francia). Y la del oxígeno poco después gracias al apoyo de la empresa petrolera Total, de Francia. Con ella, los científicos asturianos cerraron un proyecto de dos años a través de la Fundación Universidad de Oviedo que permitió financiar la investigación que culminó en la patente internacional solicitada a finales de 2015. “Con ella no solo somos capaces de medir el oxígeno total, sino también las cantidades más pequeñas de oxígeno presentes en los distintos compuestos de la muestra”, resalta Ruiz Encinar.

El científico Jorge Ruiz Encinar muestra el cromatógrafo de gases con espectrometría de masas que tuvieron que modificar para que pudiese medir el oxígeno en muestras orgánicas. | Julián Rus

La patente, cuyos inventores, además de los asturianos, son Brice Bousyssiere, de la Universidad de Pau, y Pierre Giusti, de la empresa Total, está hoy en día extendida a todos los países de la Unión Europea, a EE UU, Canadá, Brasil, Japón, China, India, los países del Golfo Pérsico, Corea, Australia y Taiwán. El último gran paso ha sido la licencia de la patente, hace escasos meses, por la multinacional Shimadzu, con sede en Kioto, para fabricar un instrumento analítico basado en la idea que nació en los laboratorios de la Facultad de Química de Oviedo. “La patente sigue siendo de los inventores y entre ellos, la Universidad de Oviedo. Lo que pasa es que ahora habrá una empresa que la explote comercialmente, lo cual beneficia a nuestra institución, porque también están poniendo dinero en cada uno de los países en los cuales nuestro descubrimiento está blindado”, aclara el profesor.

La aplicación futura de la idea: “Las empresas del sector están volcadas en el análisis de derivados del petróleo, así que van a estar muy interesadas en medir esas cantidades de oxígeno que determinan muchas de sus propiedades"

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El contrato de licencia firmado con la multinacional japonesa contempla también el desarrollo inicial del prototipo que medirá el oxígeno. Para ello, la empresa instalará un equipo de cromatografía de gases con espectrometría de masas de última generación en los laboratorios del grupo de investigación de Espectrometría Analítica y Bioanalítica, que dirigen el propio Ruiz Encinar y José Manuel Costa. “Nosotros conseguimos medir el oxígeno utilizando un cromatógrafo de gases con detección de espectrometría de masas, al cual hicimos varias modificaciones, entre ellas colocar un horno de combustión y habilitar una entrada para el oxígeno marcado isotópicamente. Pero la empresa japonesa nos ha pedido que esas mismas modificaciones las hagamos sobre su equipo para luego ellos hacer las mejoras oportunas en sus laboratorios centrales en Kioto y venderlo. Esto es como si fuera la mejora de un coche y ello le va a permitir subir su precio. Y, encima, al haber comprado la patente, solo lo puede hacer ella. Calculan poder vender muchos equipos”, señala.

En cuanto a sus aplicaciones, el profesor de Química Analítica dice que pueden ser múltiples. Aunque, en estos momentos, apunta, el mercado principal es el del petróleo. “Las empresas del sector están volcadas en el análisis de derivados del petróleo, así que van a estar muy interesados en medir esas cantidades de oxígeno que determinan muchas de sus propiedades”, indica. En el desarrollo de la patente también han participado Laura Freije Carrelo, que tras terminar su tesis fue fichada por la petrolera Total y ahora se encuentra trabajando en Bélgica, y el becario Javier García Bellido, que empezó el año pasado su doctorado.

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