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La hostelería alerta del “riesgo real de protestas radicales” si sigue el cierre

La patronal Otea exige la apertura de negocios “como en el resto del país” o indemnizaciones de 30 millones al mes para afrontar gastos fijos

El estreno de las luces de Navidad en Gijón ha provocado escenas de aglomeraciones de paseantes; en la imagen, vista de la céntrica calle Tomás y Valiente ayer. Juan Plaza

El ambiente está más que caldeado en el sector hostelero porque “la situación y la presión son insostenibles”, admite el presidente de la patronal Otea, José Luis Álvarez Almeida. También señala que se temen “desórdenes” y que ya se advirtió tanto al Gobierno regional como a la Delegación del Gobierno de que existe “un riesgo real de manifestaciones radicales”. Pero también advirtió de que en la reunión prevista para esta tarde con los consejeros de Salud, Pablo Fernández, y Turismo, Berta Piñán, exigirá un plan de apertura “que le valga al sector” o compensaciones económicas para afrontar los gastos fijos pese a tener las puertas cerradas, y que cifró en 30 millones de euros.

El Principado, por su parte, se limitó ayer a indicar que habrá que esperar a la reunión de esta semana del comité de crisis del covid-19, aunque no concretó la fecha.

Algunos hosteleros apuestan por radicalizar las protestas incluso abriendo “sí o sí” de cara al próximo puente de la Constitución, sin esperar a ver los resultados de la negociación de la patronal Otea con el Principado. Otros, sin embargo, son más partidarios de mantener la calma, aunque también admiten su temor a realizar determinadas protestas que pongan en riesgo las ayudas públicas que reciben por mantener sus negocios cerrados.

El presidente de Otea incidió ayer en hacer un llamamiento a la tranquilidad, pero también endureció el tono de las exigencias, a la espera de una reunión con el Principado esta misma semana. “Exigimos abrir ya o dar soluciones, que pasa evidentemente por compensaciones económicas y fiscales. ¿Quieren que estemos diciembre cerrado? Pues que nos den los 30 millones de euros que necesitamos para hacer frente a los gastos que tenemos aunque no podamos abrir”.

Álvarez Almeida remarcó que “toda España se está normalizando menos nosotros. Asturias fue la primera región donde se cerraron los bares y no se contuvieron los contagios. Pero somos los últimos en abrir”. El presidente de la patronal hostelera añadió que los informes del Ministerio de Sanidad reflejaron “claramente” que no eran los bares y restaurantes los focos de los contagios, sino las reuniones familiares y de amigos. “Ahora anda todo el mundo por la calle haciendo vida normal, y la hostelería sigue cerrada; encienden la iluminación navideña y estarán las calles llenas, pero la hostelería seguirá cerrada, sin un informe que avale los motivos que lo justifiquen. Cientos de familias se van a la ruina y no nos dan solución. Queremos abrir con todas las medidas de seguridad, pero abrir nuestros negocios, que son seguros y lo hemos demostrado”.

Una trabajadora recoge una terraza en Avilés MARA VILLAMUZA

“Cunde la desesperación, ojalá podamos negociar antes que abrir a la brava”

Los hosteleros asturianos reconocen estar “con el agua al cuello a nivel económico y tocados anímicamente”, pero la mayoría es más partidaria de “negociar” su apertura que de subir a la brava, como en Burgos, las persianas de sus negocios. Retomar la actividad “sí o sí” antes del puente de la Constitución, como plantean algunos empresarios del sector en un acto de desesperación, acarrearía “problemas muy gordos”. Entre ellos, advierten, la pérdida de ayudas, que por otra parte califican de insuficientes. En Gijón, donde las manifestaciones son constantes, los hosteleros ya no pueden más y piensan en encerrarse en la emblemática iglesia de San Pedro, como hicieron primeros los de las Cuencas –aún continúan– y los de Avilés.

“Empezamos a estar desesperados. Vemos que en otros sitios de España están abriendo y nosotros seguimos cerrados...”, lamenta Pedro Caramés, presidente de la asociación de sidrerías de la calle Gascona de Oviedo “El bulevar de la sidra”. Frente a la voces más radicales que aseguran que abrirán “sí o sí” esta semana, el también propietario de la sidrería La Finca es “más comedido”. “Abrir sin permiso puede acarrear sanciones de Sanidad; está en juego mucho, hasta la licencia. Soy partidario de negociar”, expresa Caramés. Y así lo hará esta semana la patronal Otea con el Principado. Ahora bien, insiste el hostelero, “nosotros no somos el problema, sino la solución”.

“Como ya hemos dicho en cada manifestación: de estar la gente controlada y cumpliendo las medidas frente al covid en nuestros locales se pasó a reuniones incontroladas. Prueba de ello es que los bares cerraron y los contagios se dispararon”, reflexiona el portavoz de los hosteleros de Gascona.

En Gijón, según comenta Pilar Carrizo, al frente de La Casa Pompeyana, van de cabeza a por la apertura de sus negocios. “Claro que valoramos poder abrir antes del puente”, afirma. Eso sí, añade “cumpliendo a rajatabla las normas de seguridad, como siempre hicimos”. De hecho, “queremos que (las autoridades sanitarias) vengan todos los días a comprobar que todo está correcto según las normas y, quien lo cumpla, que le dejen abrir”, pide. Para Carrizo, “las pérdidas son ya irreparables, pero para nosotros poder trabajar el mes de diciembre es fundamental”, comenzando por el puente festivo y siguiendo con la campaña navideña.

La hostelera se muestra “indignada” por ver la hostelería cerrada y “riadas de gente por las calles con la excusa de ir a ver las luces de Navidad” o las terrazas improvisadas en parques y plazas sin guardar ningún tipo de medida. “Estarían más seguros dentro de locales que cumplan la normativa”, enfatiza. Carrizo deja un último mensaje: “Desde que nos cerraron, los contagios no han bajado, por lo que está claro que la hostelería no es el problema”.

Fruto de esa indignación, los empresarios gijoneses ya están preparando una nueva protesta. La plataforma Asturias Suma tiene previsto un encierro en la céntrica iglesia de San Pedro. Su párroco, Javier Gómez Cuesta, ya les ha expresado su solidaridad en caso de que lleven a cabo la acción. “Me parece de justicia”, afirma Gómez Cuesta. El comienzo del encierro sería el viernes 4 de diciembre, tras una manifestación que recorrerá parte del paseo del Muro, en la que comerciantes, hosteleros y representantes de otros sectores afectados reclamarán “que nos dejen trabajar”. Asimismo, recogerán firmas y alimentos para ayudar a las familias necesitadas.

“Considero que abrir a la brava, teniendo en cuenta que hay unas medidas sanitarias que hay respetar, no tiene sentido”, señala, por su parte, el hostelero avilesino Pablo Vega Moreno, que habla en nombre de la plataforma local “SOS Hostelería”. “Abrir sin permiso puede acarrear problemas muy gordos”, apunta el empresario con negocio en la plaza de Carlos Lobo. “No vemos adecuado, bajo ningún concepto, que la gente abra las puertas de sus establecimientos de cualquier manera; abriremos cuando las autoridades lo consideren oportuno”, indica Vega, que insiste en que el colectivo que representa “ha pedido, desde un primer momento, que haya ayudas económicas”. Lo que ahora demanda es “que esas ayudas se incrementen, precisamente porque no podemos abrir sin el respaldo de las autoridades sanitarias”.

En las Cuencas, Mari Luz Souto, hostelera de La Felguera, refleja con estas palabras el sentir del sector como consecuencia de casi un mes de clausura: “Estamos todos con el agua al cuello a nivel económico y anímicamente tocados después de tantos días de cierre. Y lo peor es la incertidumbre, no saber hasta cuándo durará todo esto. Es angustioso”. El momento es crítico, pero Souto no es partidaria de abrir “sí o sí” antes del puente. “Las cifras de casos son oscilantes y de nada serviría abrir el día 3 si nos van a volver a cerrar tres días después. Lo que hace falta es tener una estabilidad y alguna certeza, porque somos el sector más castigado”. Y un compromiso de que se agilicen las ayudas “porque hasta ahora ha habido buenas palabras y pocos hechos”.

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