"Dora” y Barbón se lo ponen difícil a Titi Sánchez, quien capea estos días un doble temporal. El primero, literal, a cuenta de la borrasca que azota Asturias en pleno puente festivo de la Constitución. El segundo, a causa de las medidas del gobierno regional –que preside el socialista Adrián Barbón– para frenar el covid y que tienen en la hostelería uno de los sectores más perjudicados por el cierre impuesto desde el 3 de noviembre.
Titi Sánchez ha decidido plantarse delante de la Junta General del Principado, en Oviedo, en señal de protesta por el “maltrato” a la profesión. No falta a su cita diaria –de 9.30 a 21.30, las horas que suele dedicar a sus negocios– desde el pasado 28 de noviembre. El hostelero aguantó este sábado sus 12 horas de rigor ante la verja cerrada a cal y canto de la Junta –“yo no tengo puente como los políticos”–, metido en su caja de madera pintada con varios mensajes reivindicativos y cubierto por una sombrilla.
Así, con la que estaba cayendo: el termómetro marcaba 2 grados de temperatura cuando llegó y en todo el día no pasó de los 7, no paró de llover y el viento azotó su posición, en el cruce de las calles Fruela y Principado. De fondo, música de villancicos y a su alrededor, apenas un alma.
Pero el hostelero, sin inmutarse. La que estaba cayendo no era nada en comparación con lo que él y el resto del sector padecen por culpa de las medidas para frenar la pandemia. “Aquí seguiré hasta que haga falta”, explicó a LA NUEVA ESPAÑA cuando aún tenía cinco horas por delante dentro la caja. No pasa frío –“saqué del trastero unos pantalones antiguos de los que no calan”– ni tampoco hambre. “La solidaridad de la gente es tremenda. Me traen café, bocadillos, empanada... Llega la noche y no me cabe en la caja todo”, explica. “Han llegado a ofrecerme hasta dinero”.
Pero él no quiere dinero. O sí. Pero ganarlo trabajando en sus negocios hosteleros, sector en el que lleva más de 40 años. Titi Sánchez tiene 54 y el oficio le viene de familia. Su padre Eusebio –94 años y dispuesto este domingo a visitarle en su caja delante de la Junta– fundó El Llagar de Titi: “Nací allí”. Él regenta El Mesón de Nozana. Su hermana tiene un hotel. En el sector quiere seguir: “Si me dejan. Esto es una catástrofe sanitaria, económica y humanitaria. No discuto si hay que cerrar la hostelería o no por salud, pero sí creo que tienen que ayudarnos, no vamos a pagar nosotros solos toda la factura”.
Ha perdido miles de euros este año y cuenta con una veintena de trabajadores en ERTE, así que Titi Sánchez tiene claro qué temporal le resulta más difícil de capear estos días: “Nos han expropiado nuestro trabajo y no lo podemos permitir”.
El próximo viernes 11 de diciembre, dice, le dejarán asistir y hablar en una comisión en la Junta General para explicar su situación y la del resto del sector. Pero le gustaría que el presidente Barbón –cuya residencia oficial, en el edificio de Suárez de la Riva, está a escasos metros de la caja de Titi y, quizás, incluso se pueda ver al hostelero desde la azotea– le escuchara ya: “Estaría bien que bajara aquí y pudiéramos hablar, de paisano a paisano, con educación, pero con contundencia”.