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La baja inmunidad, un virus mutado y la escalada en Gijón llevaron al límite a la sanidad regional

El sistema sanitario asturiano sufrió tres semanas de estrés que desembocaron en un noviembre negro de fallecimientos y los expertos llaman a contener la tercera ola

Autocovid en Gijón Ángel González

Conchita Saavedra, gerente del Servicio de Salud del Principado (Sespa), se alarmó al observar el cuadro de mandos de la sanidad asturiana que tenía abierto en su ordenador. A pesar de su carácter tranquilo y poco dado a la precipitación, a pesar de que era viernes y ya había anochecido, los datos la sobresaltaron. Tomó su teléfono y llamó a los responsables de Salud Pública para comunicarles que se imponía la necesidad de activar todos los recursos disponibles y adoptar medidas contundentes frente a una ola pandémica que avanzaba imparable. De lo contrario, la situación podía irse de las manos.

¿Qué estaba pasando? Lo que alarmó a la doctora Saavedra el pasado 30 de octubre fue la situación del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), donde en pocas horas había pasado de planta a la unidad de cuidados intensivos (UCI) un volumen de pacientes nunca antes visto por los sanitarios del complejo sanitario ovetense. En 48 horas, del viernes 30 al domingo 1 de noviembre, el balance fue muy preocupante: 16 ingresos y 4 altas. Con el factor agravante de un apreciable número de enfermos jóvenes, menores de 60 años.

Ese fue el momento (viernes por la noche) en el que un médico residente de cuidados intensivos, muy impactado, grabó un audio que envió a sus compañeros por Whatsapp y que acabó en miles de teléfonos de asturianos y de gente de otros lugares.

–Chavales, estoy de guardia en la UCI (...) No quiero asustar a la gente, pero esto es para asustar... La gente no sabe lo que está pasando aquí dentro. No sé cómo fue lo de Madrid en su momento, pero creo que es parecido a lo que estamos viviendo ahora mismo aquí en el HUCA. Mis adjuntos [médicos senior] dicen que no han visto nada así en la vida.

Ahí comenzó el periodo más complejo, desde el punto de vista sanitario, de la segunda oleada de la pandemia de coronavirus en Asturias. Duró aproximadamente tres semanas. Hasta que se vio que la ocupación de los hospitales, tanto en planta como en UCI, dejaba de crecer incluso antes de lo previsto. Finalmente, la altísima incidencia de la primera quincena de noviembre no ha tenido (al menos hasta el momento) la esperada repercusión sobre los hospitales en las semanas posteriores. Misterios del coronavirus de origen chino, que nunca deja de jugar con los miedos y de dar sorpresas.

“Tenemos entre diez y doce ingresos diarios en las UCI”, explicaron las autoridades sanitarias el pasado 2 de noviembre, a la hora de justificar nuevas medidas restrictivas para detener la propagación del coronavirus. Guadalupe Martín, médico de cuidados intensivos del HUCA, recuerda aquellos momentos de zozobra: “Era una barbaridad”, señala.

Evolución de los casos en Asturias

¿Qué decían en aquellos momentos los médicos del Hospital Central? Algunos de ellos eran muy sintéticos: “El caos de Cabueñes nos está arrollando”, señalaban, en alusión al hospital gijonés, que ya llevaba tres semanas desbordado por la presión asistencial debido a su insuficiente dotación, a la escalada de la pandemia en Gijón y, según los sindicatos y parte de la plantilla, a la deficiente gestión del centro hospitalario.

Unos días antes, el sábado 24 de octubre, había entrado en vigor el cierre perimetral de los concejos de Oviedo, Gijón y Avilés. La tasa de infectados por coronavirus en Gijón triplicaba la de Oviedo. En las jornadas previas, el laboratorio de Microbiología de Cabueñes había sufrido un brote que afectó a varios de sus integrantes. Fue necesario enviar al HUCA las muestras para realizar las pruebas PCR. Se retrasaron los diagnósticos.

De alguna manera, tal vez pueda decirse que la evolución de la pandemia en Asturias ha estado totalmente condicionada por el comportamiento de la incidencia en Gijón. Hay paralelismo entre ambas curvas. Las cifras de Oviedo han sido más moderadas en todo momento.

Ahora que la onda epidémica se doblega, ahora que la segunda ola del covid-19 está a la baja y que la gran pregunta es cuándo llegará la tercera fase pandémica (¿habrá tercera ola o el virus volverá a engañarnos?), resulta oportuno efectuar un análisis de lo sucedido. Para ello, LA NUEVA ESPAÑA ha recabado las valoraciones de tres expertos: Daniel López Acuña, exdirector de acción sanitaria de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y miembro del comité asesor y de seguimiento del Covid-19 del Gobierno de Asturias; Pedro Arcos, profesor de la Universidad de Oviedo especializado en medicina preventiva, salud pública y epidemiología de emergencias y desastres; y Rodrigo Abad, médico de familia del centro de salud de Pola de Siero y coordinador nacional del grupo de trabajo de tutores de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen). Estas son sus conclusiones:

Por qué y en qué momento se disparó la curva.

Después de los famosos 25 días sin infectados en Asturias, y de un verano con la incidencia más baja de España, la curva empezó a elevarse en la última semana de agosto. La subida se hizo más intensa coincidiendo con el inicio del curso escolar. “Los niños y adolescentes en su mayoría son portadores asintomáticos u oligosintomáticos, es imposible que guarden la distancia recomendada y al permanecer en espacios interiores se produce un incremento de las infecciones del coronavirus”, explica el doctor Rodrigo Abad. En sintonía con Daniel López Acuña, añade otras causas, como el cambio de estación y el relax en las medidas de prevención que fue calando a lo largo de todo el verano entre la población del Principado. A juicio de Pedro Arcos, hay otro factor determinante: “En esa época ya era dominante una de las 64 variantes del virus que había en la primera fase y que tiene una mutación en su espícula (mutación D614G) que lo hace más transmisible”. López Acuña también alude a esa mutación que ha incrementado la contagiosidad del virus en la segunda ola.

Por qué la onda subió más tarde que en otros lugares.

López Acuña hace hincapié en que la curva de Asturias ha seguido una evolución “muy similar a la de otros países europeos con baja incidencia en la primera ola”. Pedro Arcos incide en que el Principado partía de una situación previa de muy baja circulación del virus y hasta finales de septiembre “tenía una tasa de positividad de apenas el 2,5 por ciento”. “El proceso de difusión del virus tarda varias semanas en alcanzar niveles mayores”, indica el profesor Arcos.

Por qué más hospitalizados en planta y UCI que en otros lugares.

Buena parte de los especialistas señalan que el bajo índice de población inmunizada en la primera ola en Asturias ha propiciado una mayor agresividad epidémica en esta segunda fase. Por otra parte, los expertos coinciden en señalar que Asturias tiene la población más envejecida del país, personas con varias patologías, lo que explica que la tasa de hospitalizados haya llegado a ser la más elevada de España. “Para poder comparar nuestras tasas de hospitalización y de ingreso en UCI con las de otras zonas no podemos usar tasas generales o brutas, sino tasas estandarizadas (ajustadas) por las variables ‘confusoras’, en este caso la edad y el sexo”, indica Pedro Arcos. Algunos gestores sanitarios y algunos médicos apuntan una hipótesis de difícil verificación: que quizá en Asturias, por su mayor disponibilidad de hospitales y camas, haya una mayor tendencia a ingresar a enfermos que en otros territorios pasarían la enfermedad en su casa. López Acuña lamenta que el Ministerio de Sanidad negara al Gobierno de Asturias decretar un confinamiento domiciliario: “Era muy necesario a principios de noviembre”.

Por qué la enorme tasa de mortalidad.

La cifra de muertos en Asturias en esta segunda fase pandémica debe ser calificada como una tragedia diaria. Las 538 defunciones registradas en noviembre han situado a la región en lo más alto del triste podio. El profesor Arcos hace hincapié en que la probabilidad de morirse por covid “está fuertemente influenciada por la distribución por edad y sexo de la población”. Asturias tiene una población envejecida y, además, fuertemente feminizada en los segmentos más altos de edad, ya que las mujeres asturianas “viven en promedio unos seis años más que los hombres”, indica el profesor de Salud Pública. Entre tanto, el doctor Rodrigo Abad precisa que el coronavirus provoca en ancianos, en un elevado porcentaje, “una reacción inflamatoria pulmonar, un incremento de riesgo de trombos, mayor lesión cardiaca y en todo el aparato cardiovascular que hace que haya que hospitalizarlos y, muchos de ellos, necesitan ingreso en UCI y desgraciadamente algunos acaban falleciendo”.

Qué toca hacer en estas próximas semanas.

Lo primero, según los expertos, que cada ciudadano continúe cuidando las normas de prevención. “Al Principado le corresponde seguir haciendo muchos test y controlar los brotes”, señala Rodrigo Abad, quien confía en que se equivoquen quienes vaticinan que Asturias será de las pocas comunidades autónomas en las que la curva no se doblegue antes de Navidad. Pedro Arcos apuesta por “continuar con las medidas de restricción y control establecidas y no eliminarlas prematuramente hasta que nuestra incidencia haya bajado al entorno de 50 nuevos infectados por 100.000 habitantes”, dado que “en ausencia de una vacunación que consiga una inmunidad de grupo de al menos un 60-65 por ciento de la población, cualquier aumento de movilidad implicará volver a otro máximo de incidencia”.

Previsiones sobre la tercera oleada.

Todo dependerá, indica el profesor Arcos, “de que las medidas de control se mantengan y también del grado de cumplimiento por parte de la población”. Y añade: “Lo que ocurra en enero depende completamente de lo que hagamos o no en diciembre”. Rodrigo Abad aconseja, a pesar del frío, “abrigarse y hacer más vida en exteriores y ventilar más los edificios”. “Dependerá mucho de los comportamientos, de las aglomeraciones. Esperemos no tener un repunte en enero por la relajación y el frenesí navideños”, proclama López Acuña.

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