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Petición de mano en pleno vuelo a Asturias

El novio de una azafata aparece por sorpresa en su avión y se declara ante el pasaje: "Él es tan tímido... como para no decirle que sí"

La emotiva pedida de mano en un vuelo de Madrid a Asturias

La emotiva pedida de mano en un vuelo de Madrid a Asturias Lne

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La emotiva pedida de mano en un vuelo de Madrid a Asturias Mariola Riera

Clara Pardilla es una azafata gallega que sabe lo que es estar en el cielo, en sentido literal, porque se pasa muchas horas en él por motivos laborales. Pero además su novio la ha hecho sentirse, en sentido figurado, en las nubes. Ahí sigue ella y de ahí no quiere bajarse.

El próximo 9 de julio hay boda en Pontevedra. Tomen nota, familia y amigos. Será la de Clara, natural de la ciudad gallega, con el mallorquín Daniel Llorente. El enlace llegará fruto de una petición de mano nada usual. Por decirlo de alguna manera, el amor se le fue a esta pareja por las nubes y Cupido hizo de las suyas volando de Madrid hacia Asturias la tarde-noche del pasado domingo.

Aunque el dios del amor ya hizo su trabajo hace casi un año, cuando se conocieron los novios, ha sido ahora cuando se verá el efecto de las flechas en forma de matrimonio. 

De momento, ahí está el anillo de compromiso que Clara luce feliz y orgullosa en el dedo anular de la mano izquierda. Según cuenta a LA NUEVA ESPAÑA desde su domicilio en Madrid, aún asimila lo que su novio Daniel ha llegado a hacer –“¡él, que es tan tímido, ha tenido que ser un esfuerzo tremendo!”– para pedirle matrimonio. “¡Cómo para no decirle que sí..!”. El gesto de su novio hizo subir efectivamente al cielo a esta gallega que se pasa gran parte de la semana por las nubes. Y en el cielo sigue –pero metafóricamente– feliz por su compromiso.

“¡Cómo para no decirle que sí..!”, dice la azafata emocionada

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La pareja, de 37 años ella y 43 él, corteja desde diciembre del año pasado, cuando se conocieron. En todo este tiempo han tenido que hacer encaje de bolillos para verse y consolidar su relación debido a sus complicadas agendas: ella, volando de aquí para allá (trabaja desde hace cuatro años en Iberia), y él, entregado a la contabilidad de una empresa náutica en su tierra natal, Mallorca. 

Pero el amor ha sido más fuerte que cualquier plan de vuelo por complicado que este sea y ha encauzado la conciliación laboral y personal de la pareja.

Así las cosas, Daniel decidió dar un paso más en la relación y pedirle matrimonio a Clara. Estaba claro que el sitio donde más fácil sería pillarla era en un avión. Dicho y hecho. Se puso manos a la obra. Llorente contactó con la hermana de su novia, Pepa, que también trabaja en Iberia, para que le ayudara.

Pepa preguntó a Clara sus planes de vuelo para este mes, con qué tripulaciones viajaría... Acabaron contactando con la del vuelo Madrid-Asturias del 6 de diciembre, que salía de la capital a las 19.50 horas y regresaría a última hora de la noche. A todos les explicó Pepa la idea de su futuro cuñado y todos aceptaron participar en ese “bonito” engaño a Clara, quien el domingo afrontó su jornada laboral como una cualquiera: cubrió un Madrid-Sevilla-Madrid y luego el Madrid-Asturias-Madrid. 

Daniel Llorente, pidiendo matrimonio a Clara Pardilla en el pasillo del avión.

En este último, a los 20 minutos de despegar, el comandante informó de que había un pasajero que necesitaba atención. Cómo no, los compañeros le dijeron a Clara que fuera a ver qué pasaba. Y llegó la sorpresa. 

Primero, de ver allí a su novio, al que situaba en Mallorca. Luego, al verle levantarse, hincar la rodilla en el pasillo –ante la mirada asombrada del pasaje y divertida de la tripulación–, sacar el anillo y pedirle que se casara con él.

Lo que vino es fácil de adivinar: ella, llorando de emoción; él, casi; los pasajeros, recogiendo la escena con sus móviles y aplaudiendo, y la tripulación, respirando aliviada de que todo hubiera salido bien. Ya en Asturias, hubo tiempo a descansar lo mínimo para preparar el vuelo de regreso a Madrid, donde estos días descansa la pareja.

“Dos semanas echó en prepararlo. Yo le veía algo raro estos días, pero bueno, no me imaginaba esto ni por asomo”

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“Dos semanas echó en prepararlo. Yo le veía algo raro estos días, pero bueno, no me imaginaba esto ni por asomo”, cuenta la azafata, quien no quiere dejar de agradecer a su hermana Pepa y a sus compañeros el esfuerzo realizado para ayudar a Daniel a llegar a buen puerto. También al pasaje, que se volcó con la pareja. “Ha sido algo original, muy bonito y difícil de olvidar”, concluye.

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