“Es jugar a ser Dios, controlando la vida antes de nacer, al término de su periplo, y cuando, vulnerada, sobrevive entre acosos y derribos. Es poner a disposición del egoísmo la voracidad ante una herencia que se anticipa impunemente”. Es una de las reflexiones del arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, en torno a la ley de Eutanasia, aprobada en el Congreso esta semana –fue defendida por la diputada socialista asturiana María Luisa Carcedo– y que ha generado opiniones enfrentadas en la calle, con una profunda división social.

Monseñor Sanz considera que el Gobierno de Pedro Sánchez ha “colado de modo exprés” la norma en el debate político sin que exista una “demanda social real”. Porque el arzobispo de Oviedo advierte de que lo que la gente quiere realmente es “ser sostenida en su debilidad terminal con los cuidados paliativos que le imponga la muerte” porque “este es el camino justo y humano, el que respeta la dignidad”.

En su carta semanal, muy crítica con las últimas acciones del PSOE, el prelado recalca que tanto médicos como enfermeros tampoco ven bien la ley, al igual que los mismos ancianos, enfermos graves y sus familias. Estos no quieren “que se obligue a ‘ofertar’ la muerte eutanásica como suicidio asistido y subvencionado en todos los centros de salud; ni que se puentee al médico o enfermera que por motivos de conciencia no acepte ser matarife suplente”.

Jesús Sanz resume al final, con unas palabras del Papa Francisco, que “la eutanasia y el suicidio asistido son una derrota para todos”.

Duras palabras las que dedica el religioso asturiano a la última acción de Gobierno del PSOE y sus socios de Podemos, si bien su crítica también se extiende, de forma velada, a la forma de gestionar en general del Ejecutivo de izquierdas. A ello el Arzobispo lo llama “pandemia política”, una de las cuatro que –en su opinión– sufre la sociedad española (junto con la del covid, la laboral y la personal) y que se da “cuando hay mandatarios que tienen en un puño a su país con algunas medidas dudosas e intermitentes”.

Porque Sanz aprecia en las decisiones que adopta el Gobierno del PSOE que “no responden tantas veces a su eficacia sanitaria sino al cálculo oportunista de los controles demagógicos que se aliñan con mentiras repetidas con tramposos paternalismos que cercenan la libertad, censuran la protesta legítima impidiéndola, mientras se ensaya un confinamiento de diseño para ir introduciendo leyes liberticidas que manipulan ideológicamente la educación”. La “pandemia política” de España tiene una “hoja de ruta”, dice el Arzobispo, en la que la “alquimia venenosa reescribe la historia” para enfrentar.