Un muerto y un desaparecido es el balance de una avalancha de nieve, ayer, en la zona alta del puerto de San Isidro. El enorme alud sepultó a dos operarios de Carreteras que en ese momento se habían bajado de la máquina quitanieves para desobstruir el conducto de la chimenea. Fue un infortunio, un golpe de mala suerte del que se libró por muy poco el conductor de una furgoneta que viajaba justo detrás de la fresadora. Este conductor, de 46 años, acabó empotrado entre el coche y el quitamiedos, con múltiples contusiones y, al menos, con una pierna rota. Otros dos vehículos que también circulaban al rebufo de la limpiadora quedaron atrapados, aunque a salvo, en la zona de viseras antialudes. En uno de los turismos viajaba un matrimonio joven con una niña de 2 años de edad.