La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Consuelo y Enrique, los últimos en recibir la vacuna en los geriátricos de Asturias

La residencia La Familia de Ables (Llanera) recibe la vacuna tras llegar a este punto de la pandemia con cero casos en su centro | A sus 101 años, Olvido González ni se inmutó cuando la aguja entró en su brazo

María Placeres Álvarez Menéndez recibe la vacuna en la residencia La Familia. | Luisma Murias

En fila, con mascarillas, hombro descubierto y dispuestos a recibir la vacuna de Pfizer contra el covid-19. Alrededor de las doce y media del mediodía, llegaban dos sanitarias a la residencia La Familia de Ables (Llanera). Allí, el director del centro geriátrico, Ignacio Menéndez González, les esperaba ansioso, con alegría ante la jornada de vacunaciones en su residencia, y a la vez con cierto temor ante las posibles consecuencias de los efectos secundarios en los residentes más longevos y con la salud delicada. “Estoy animado porque tanto los 15 residentes como los cuatro trabajadores nos vamos a vacunar, pero tengo algo de miedo a que si a alguno le da fiebre en los próximos días o cualquier efecto secundario, no lo aguante”, reconocía.

Ayer fue el último día del programa ordinario de aplicación de la primera dosis de la vacuna en las 270 residencias de mayores de Asturias. Sólo en unas pocas se administrará con un leve retraso debido al surgimiento de brotes. La segunda dosis comenzará a aplicarse el próximo día 17, domingo. No existen datos oficiales aún, pero a tenor del ritmo de estos días cabe deducir que se habrán inmunizado en torno al 90 por ciento de los 23.000 usuarios y cuidadores de los geriátricos de la región (unas 21.000 personas en total).

Susana Ortea recibe la vacuna. | Luisma Murias

En un viernes soleado y frío, en menos de media hora las sanitarias administraron las vacunas a los 15 usuarios y a los cuatro trabajadores de la residencia de Ables. Un proceso para el que requirieron enchufar a la corriente eléctrica la caja refrigerada en la que llevaban las dosis. Luego, la enfermera se encargaba de ir preparando cada vacuna, introduciendo la aguja en el recipiente que portaba el contenido líquido para frenar al covid-19.

El siguiente paso, ya con el paciente delante, era más que rápido. Pinchazo y, en décimas de segundo, dosis aplicada en el brazo. En tres semanas repetirán el proceso para lograr la ansiada inmunidad frente al coronavirus, que es efectiva siete días después de la segunda dosis.

La primera en recibir la vacuna en la residencia La Familia fue Olvido González Menéndez. A sus 101 años, ni se inmutó cuando la aguja traspasó su brazo para generar los anticuerpos que combatan el covid-19. Luego fueron otros, tanto en silla de ruedas como por su propio pie. Así, desfilaron por una sala de la residencia, que habilitaron al momento como centro de vacunación, el resto de sus compañeros. Las propias sanitarias se sorprendieron de la buena respuesta de los mayores. Y es que todos iban más que decididos a recibir la vacuna, sin miramientos ni temores de última hora. Nadie la rechazó.

El arcón refrigerador con las dosis Luisma Murias

Consuelo Pacho Martín, salmantina que luego se asentó en Las Vegas (Corvera), comentaba a los pocos minutos: “No noté casi el pinchazo. Tenía claro que me iba a vacunar porque es la única forma que hay para acabar con el virus”. A sus 97 años, reconocía que “me da más miedo el virus que poner la vacuna”. La mujer se mostraba optimista respecto a los posibles efectos adversos que podría acarrear la vacuna para su salud. “Ya pasé por un ictus. A mi edad, no me importa. Esto solo puede ser para ir a mejor”, comentaba. Más de lo mismo opinaba Enrique Paredes Ruiz, de 78 años. “La vacuna no duele nada y esto sirve para echar al virus”, comentaba el hombre, natural de San Cucao de Llanera.

El personal de la residencia también se vacunó ayer, después de los residentes. Todos habían decidido desde el primer momento en que se vacunarían, a excepción de Susana Ortea Carbajosa. Esta trabajadora ya pasó el covid y tiene anticuerpos, de ahí su rechazo inicial a recibir la vacuna. Sin embargo, finalmente optó por dar su consentimiento tras haber consultado con su médico de cabecera. Las propias sanitarias le explicaron que, a pesar de haber pasado el covid y contar con anticuerpos, la misión de la vacuna es reactivarlos. Así, el riesgo es menor aún.

Josefa Reina, esperando por su dosis de la vacuna Luisma Murias

La residencia La Familia, según concretó su director, Ignacio Menéndez, no tuvo afortunadamente ningún caso de covid entre sus residentes. Cumplieron escrupulosamente las medidas recomendadas por las autoridades sanitarias durante los meses más duros de la pandemia y siguen en las mismas. De hecho, las visitas ni siquiera entran en el centro geriátrico. Para ello, los residentes se asoman por una ventana ubicada en la parte trasera del inmueble, desde donde pueden conversar con sus familiares, siempre manteniendo las distancias de seguridad. “Aquí dentro son todo protocolos y más protocolos para todo. Hicimos turnos para comer para evitar contagios. Si para nosotros está siendo difícil, no me quiero imaginar en otros geriátricos en los que hay cientos de residentes. Debe de ser una locura”, comentaba el director de la residencia de Llanera.

Miguel Casado Esteban, en el momento de ser vacunado. | Luisma Murias

La llegada de las vacunas a la residencia La Familia trajo esperanzas entre el personal y los residentes de poder acabar de una vez por todas con el coronavirus. De momento, tendrán que esperar tres semanas para recibir la segunda dosis. Otro pinchazo que supondrá el punto de partida de la inmunización de los mayores, el colectivo más vulnerables ante un contagio por covid-19.

Compartir el artículo

stats