“Sin la colaboración e implicación de todos vosotros no hubiésemos soportado esta terrible pena”. Con estas palabras, así fue como la familia quiso agradecer la ayuda de cientos de voluntarios que durante las vacaciones navideñas se unieron a las labores de búsqueda de Juan Manuel Vega Granda, director comercial del puerto de Huelva, donde residía y que ayer fue encontrado muerto. Tras doce días de intensa y angustiosa búsqueda, en la que participaron más de 200 personas, el cuerpo apareció en la playa de Los Quebrantos, en San Juan de la Arena (Soto del Barco). El cadáver fue hallado pasadas las cuatro de la tarde a poco metros de donde se le perdió la pista el pasado 29 de diciembre: el espigón de San Esteban. Aunque de forma oficial la identidad del cuerpo es aún desconocida, a la espera de que la Guardia Civil realice un análisis dactilar, sus familiares reconocieron a Manolo, como así era conocido en su círculo más próximo el vecino desaparecido. 

Aunque la familia no perdió hasta el último momento la esperanza de encontrarlo con vida, eran conscientes de que el paso de los días, sin noticias acerca de su paradero, jugaba en su contra. Todo ello, en medio de temporales. Ayer la borrasca “Filomena” lo devolvió a la costa. La Guardia Civil recibió el avisó del 112 del hallazgo de un cadáver a las 16.25 horas. Se trataba de un hombre de mediana edad, cuyo cuerpo permanecía íntegro, aunque por el tiempo que llevaba en el agua presentaba algún golpe y tenía las huellas dactilares deformadas por la hinchazón. Ello puede dificultar su identificación oficial que, incluso, podría prolongarse durante días si fuese necesario recurrir a muestras biológicas que tendrían que ser cotejadas con las de sus familiares. En el operativo participaron patrullas de Seguridad Ciudadana de Avilés y del laboratorio de Criminalística de la Policía Judicial de la Comandancia de Gijón.

Aun siendo capitán de la Marina Mercante y buceador, el trágico destino llevó a Juan Manuel Vega, de 59 años, a perder la vida precisamente en la mar. Aunque de momento se desconocen las causas de su fallecimiento. Lo poco que se sabe de ese fatídico 29 de diciembre es que el hombre, que vino a pasar las Navidades a Asturias, de donde era natural, desayunó en una cafetería de San Esteban y sobre las once de la mañana salió rumbo al espigón, donde se cruzó con algún vecino. A partir de ahí nada más se supo de él: no contestó a las llamadas ni a los mensajes de teléfono y no se presentó en casa pese a tener una comida acordada en Oviedo con unos amigos.

A media tarde, en Muros de Nalón ya se había corrido la voz de que el hombre hallado en Los Quebrantos se trataba de Manolo. “En nombre de toda la familia, no podemos dejar pasar un solo momento sin mostrar nuestro más profundo agradecimiento por la ayuda recibida. Sin la colaboración e implicación de todos vosotros no hubiésemos soportado esta terrible pena”, escribió un familiar en internet. “Gracias por las mojaduras, el frío, la comprensión, la ilusión, la solidaridad, la empatía, el amor, la ternura... que habéis demostrado. En un momento así, saber el tipo de personas que te rodean te ayuda a no desfallecer”, continúa el escrito. “Desde una compasiva y tierna mirada, hasta la discreción y humildad con la que cientos y cientos de personas se unieron a la búsqueda y la operativa logística, nos han dado una lección de vida de incalculable valor, que nunca jamás olvidaremos. Manolo, generoso y agradecido donde los haya, hubiese estado inmensamente orgulloso de esta demostración sin igual”, concluyeron.