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Los profesores aprueban “con nota” los exámenes presenciales en la Universidad

Aulas con puertas y ventanas abiertas y a una quinta parte de su aforo, fórmulas para garantizar “la salud y el rigor en las calificaciones”

Un examen, la pasada semana, en el polideportivo de la Universidad de Oviedo. | Miki López

Los profesores aprueban “y con buena nota” la primera tanda de exámenes presenciales en la Universidad para el curso 2020-21, que se desarrollaron la pasada semana y prosiguen estos días. A guardar la distancia de seguridad y lavar las manos con gel hidroalcohólico se han unido otras rutinas como, por ejemplo, que los alumnos conozcan por internet la aula y la hora donde tendrá lugar su examen. Ventanas y puertas abiertas y recesos cada 45 minutos para que las aulas sean ventiladas son algunas de las medidas que ya forman parte de los protocolos con los que las facultades de la Universidad tratan de dar respuestas a dos asignaturas esenciales: garantizar la salud de la comunidad universitaria y también, y no menos, el rigor en la calificación de las asignaturas.

La experiencia de la primera tanda de exámenes ha sido “muy buena”. Esta es la calificación, coincidente, que dan tanto José Antonio Gómez, decano de la facultad de Filosofía y Letras, como Pilar Arbesú, coordinadora y profesora del departamento de Contabilidad en la facultad de Económicas. El decano ha sido uno de los docentes que ya tuvo exámenes presenciales la pasada semana. “Han ido muy bien, se presentó prácticamente el cien por cien de los alumnos matriculados a la asignatura. Había suficiente distancia de seguridad entre los alumnos, teníamos las ventanas y las puertas abiertas y cada 45 minutos se salía de las aulas para renovar la ventilación”, resumió Gómez.

Los exámenes presenciales se han dispuesto entres turnos horarios: de 9 a 12 del mediodía; desde las 12 hasta las 3 de la tarde y desde las cuatro hasta las siete de la tarde. “Los profesores ya sabían de antemano estos tres horarios y que la ventilación de las aulas debía renovarse cada 45 minutos, de tal forma que podían planificar los exámenes para que, como máximo tuvieran dos interrupciones de 15 minutos, aunque son muy pocos los exámenes que alcanzan esa duración máxima de tres horas”, precisó Gómez. El decano de Filosofía y Letras no ha recibido ninguna comunicación de alumnos ni de profesores que hayan manifestado su descontento tras la primera tanda de exámenes presenciales. Reconoce, no obstante, que “algunos alumnos estaban con abrigo en las aulas ventiladas, pero también había otros en manga corta. No hubo ningún problema porque”, recalca, “no se produjo ninguna corriente en las aulas”. En Filosofía y Letras ya se decidió el pasado mes de julio que en el peor de los escenarios “la docencia sería en linea pero los exámenes serían presenciales, siempre con el cumplimiento de las medidas establecidas por la consejería de Salud”. Gómez asegura que “la mayoría de los estudiantes prefiere este formato; otra cosa es que haya estudiantes y profesores que en la situación actual preferirían que no fuese presencial”. El decano asegura que las exámenes se realizan “con absoluta seguridad: los alumnos están callados, no hablan, hay separación entre ellos y no se produce trasiego entre aulas”.

Pilar Arbesú da una de las claves para que los exámenes sean presenciales. “En las pruebas de evaluación continua, que fueron on line en contra de nuestro criterio, aprueba todo el mundo, mientras que en el examen presencial aprueba un 30 por ciento. En el formato on line se copia muchísimo más, es el gran problema. Para llegar al rigor que exige una calificación, lo ideal es que el examen sea presencial”, argumenta la profesora que, añade: “La inmensa mayoría de los alumnos implicados en nuestra facultad prefieren la docencia y los exámenes presenciales”.

No duda en calificar de “muy buena” la logística en el examen de una asignatura para varios grados de ADE y Contabilidad y Finanzas, el pasado miércoles: “Era un examen masivo, para aproximadamente 220 alumnos, y como medida de seguridad se habilitaron seis aulas con capacidad cada una para 250 personas para un máximo de 50 alumnos. Se dieron indicaciones para que los alumnos no se agolparan fuera y las ventanas y puertas estaban continuamente abiertas, pero no hacía frío se puso la calefacción”, afirmó Arbesú, quien quiso dejar patente el malestar por “algunas cosas que se leen en las redes sociales, cuando hay un gran esfuerzo de organización para que haya seguridad”.

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