Los hosteleros de Llanes se preparan para las restricciones que, a partir de hoy, les impiden servir en el interior. Guillermo Sordo va a cerrar su restaurante Mar y Más de Llanes. Aunque sí se permite la actividad fuera del local, “con tres mesas altas que tengo en la calle no es rentable”, lamenta. Como él, muchos negocios de Llanes echarán el cierre, “porque o no tienen terraza, o la tienen y no les compensa. En mi caso somos dos personas, un cocinero y un camarero. ¿Cuántas comidas tenemos que dar para rentabilizarlo, cuánta gente va a venir a comer a un restaurante de Llanes en mesas altas en la calle según el tiempo que viene anunciado?”, se pregunta. “Lo que han hecho es un cierre encubierto; no entro en las medidas sanitarias, pero lo que no pueden hacer es ahogarnos permanentemente y no darnos ni un céntimo”, afea. Lo que el Gobierno debería plantearse, propone, “es hacer con bares y restaurante lo mismo que ha hecho con hoteles, decretar su esencialidad, así quien lo considere abre y quien no, cierra, al menos tendríamos derecho a declarar el cese de la actividad”. Antonio Peña, un cliente habitual, escucha a Sordo. “La medida no me parece bien porque perjudica a la economía de la hostelería, pero es necesaria porque beneficia a la salud pública”, evidencia.
Fernando Mon, de Pravia, y Elías Otero, de Ribadesella, son dos obreros de la construcción que degustaban el menú en una sidrería de Llanes. Lo hacían en el interior “porque hace frío fuera”. “Es normal el cierre, si es una cuestión de salud, deben hacerlo, otra cosa es el perjuicio que cause a todos”, indicaban los obreros.
Juan Rodríguez, gerente de la sidrería Colón, donde Mon y Otero comen, cree que el cierre “puede ser necesario si así lo defienden, y acatamos lo que nos digan, pero no vendría mal que estas restricciones vinieran acompañadas de ayudas más contundentes que las anteriores. Nos mandaron a casa con 480 euros y a mí este local cerrado me cuesta 5.000 euros de gastos fijos”.