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Me quedo en el pueblo | Rioseco (Sobrescobio)

Rioseco tiene tela

La coyana Natalia Rodríguez regenta una tienda online de productos textiles para niños y mercería: “De nuevo la gente se interesa por coser”

Natalia Rodríguez Armayor, en su tienda, en la parte baja de la casa familiar, en Rioseco (Sobrescobio). | | ANA PAZ PAREDES

Natalia Rodríguez Armayor, nacida en Rioseco y en cuya casa familiar, en su parte baja, habilitó su negocio, dice que, si llega a saber antes que le iba a ir tan bien, habría empezado primero. Este año fue una de las receptoras de los premios “Entama”, concedidos por la compañía EDP a proyectos emprendedores en Carreño, Sobrescobio, Somiedo, Quirós y Ribera de Arriba, con su empresa de venta online de telas para niños y mercería, negocio al que puso el nombre de Las Telas de Mamá. “El premio no es solo una ayuda importante a nivel económico, sino también anímico, porque implica que se reconoce lo que estás haciendo y eso tiene un valor aún mayor”, afirma esta mujer de 35 años y madre de una niña de 4 que reparte su vida entre su casa natal en Rioseco, donde abrió la tienda y el taller, y la vida con su marido y su hija en Laviana. Aunque, como ella dice: “Por mi negocio estoy prácticamente el día entero en Rioseco”.

Estudió delineación y cuando terminó fue justo cuando llegó la crisis económica y, con ella, la del sector en el que pensaba desarrollar su futuro laboral. “Trabajé en varios sectores: un gimnasio, una gasolinera, un supermercado, pero nada me llenaba, así que un día decidí hacer un módulo de moda en Gijón y ahí empecé a coser, hice varios cursos y encontré una profesión que me gustaba. Al ser madre, busqué algo que me permitiera compaginar el trabajo con la crianza de mi hija. Presenté mi proyecto de tienda online a las ayudas Leader Alto Nalón, me la concedieron, y así empecé. Llevo con mi taller y la tienda desde el 15 de octubre de 2019”.

“Quiero animar a la gente a perder el miedo a volver a los pueblos y emprender con negocios nuevos”

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Ella, que además de material innovador para trabajar tiene una vieja máquina “de las de toda la vida, que cose de todo, es fantástica”, vende telas infantiles con certificado Oeko-Tex, “que garantiza que la tela cumple con estándares de calidad en cuanto al empleo de químicos y que no se utilizaron sustancias nocivas para la salud en ninguna de las fases de elaboración y estampación de la tela”. Se muestra satisfecha con la marcha de su negocio hasta el momento, pues también está vendiendo telas y productos de mercería a gente del entorno, que acuden a su tienda.

“Aquí lo que más me compran son telas con cuadros de vichy, piqué, hilos, botones, cremalleras, etcétera. Para moda infantil lo que más vendo es piqué, algodón, batista, popelín, paños para abrigos, tejido de rizo, etcétera; todo de buena calidad. La gente lo demanda por internet y yo les preparo el paquete de envío, que les llega entre 24 y 48 horas. También a veces me lo piden por internet y luego pasan personalmente a recogerlo aquí”, afirma esta emprendedora, que, además, también cose modelos de ropa infantil.

Cree que hay una vuelta a coser en casa. “En las casas de muchos pueblos siempre hubo una máquina de coser de la abuela, de la madre. De nuevo la gente se está interesando por coser, aunque sea por afición y para hacer sus propios arreglos; por eso, contar con esta tienda en el pueblo es importante, porque tienen los materiales que necesitan”, afirma esta emprendedora, a quienes sus vecinos felicitaron por abrir su negocio.

Una buena conexión a internet, para ella, es fundamental para el regreso al medio rural en pleno siglo XXI. “Aunque vendo a vecinos de la zona, mi venta fundamental es online y promocionando mis artículos en redes sociales. El mío es un negocio que no tiene nada que ver con el sector primario. En este sentido, quiero animar a la gente a perder el miedo a volver a los pueblos y emprender otros negocios nuevos necesarios que no tienen que ser, exclusivamente, ganadería o agricultura. Ya hay más ayudas de todo tipo para sacarlos adelante, aunque, eso sí, los inicios, como en todo, son duros. Se necesita mucho esfuerzo y mucha dedicación para sacarlo adelante, pero con ilusión, con ganas, poco a poco va llegando todo. Al principio me pasaba aquí diez y doce horas diarias, ahora ya voy un poco mejor, aunque no hay que bajar la guardia”, explica.

Rioseco tiene tela

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