“Tengo ganas de que me pongan la vacuna a ver si me pongo verde, porque ya estoy negro”. Con esta franqueza se mostraba ayer el entreguín Manuel Turrado, quien salió a dar un paseo por la tarde hasta los límites del concejo, ya que San Martín del Rey Aurelio se estrenaba ayer en el cierre perimetral decretado al entrar en el nivel 4+ y que se alargará hasta el 7 de febrero. Es la segunda ocasión en la que el concejo queda cerrado, durante la pandemia.
Turrado aseguraba ser un fiel cumplidor de las medidas para evitar el contagio. “Salgo una vez a la semana para hacer la compra y dos a por pan, no salgo más, aunque tengo que hacer algo de ejercicio porque tengo colesterol y soy hipertenso”, explicaba. Su intención ayer era dar un paseo hasta la zona de La Barraca y El Fielato, en la entrada de El Entrego desde Langreo. Sin embargo, tuvo que parar unos metros antes, ya que estos núcleos poblacionales ya pertenecen al vecino concejo, que no tiene actualmente las restricciones de San Martín. “Prefiero no pasar, a ver si me voy a ganar una multa”, afirmaba. Y aunque pertenecen políticamente a Langreo, los vecinos de La Barraca y de El Fielato se suelen considerar entreguinos, ya que su vida cotidiana la realizan en El Entrego. Cosas como ir a comprar que, siguiendo a rajatabla las normas, tendrían que realizar en Ciaño, que se encuentra mucho más lejos. Eso sí, al no tener restricciones de movimiento, sí podrían desplazarse a otros concejos aún no confinados. Sin embargo, como explica Bibiana García, que trabaja en una tienda de conveniencia situada justo en el límite del concejo, “la mayoría son personas mayores, la verdad que no se atreven a venir por el cierre perimetral, así que en algún caso hemos ido nosotros a llevarles la compra”. Y aún así, el cierre perimetral ha afectado enormemente a este negocio.
“Normalmente tenemos un montón de clientes y mira ahora, ha bajado mucho”, apunta García. Dadas las características de su tienda, “no solo venía a comprar gente de El Entrego, también de otras partes del concejo y de Langreo, dada la cercanía, pero ahora no pueden venir”. También les afectó el adelanto del cierre “porque teníamos muchos clientes que se aprovechaban de que teníamos un horario más amplio, las dos horas de cierre adelantado se notan mucho”.
Además de no poder salir del concejo, hay otra medida restrictiva relacionada con la hostelería, como es la imposibilidad de consumir en el interior de los establecimientos, limitándose el servicio a las terrazas. Sin embargo, las inclemencias meteorológicas causan que no sea tan apetecible la terraza. Por eso la plaza de la iglesia de El Entrego, que está llena de terrazas, no sumaba ayer más de una decena de clientes a la vez. Entre ellos se encontraba Luis Zapico, quien aseguró que este cierre perimetral “es un cachondeo, no entiendo por qué nos cierran a nosotros y no a Langreo o Laviana, cuando estamos en una situación similar”. En su opinión, “tenían que haber cerrado toda Asturias, no dejar unos concejos abiertos y otros no”. En otra de las mesas estaban Judit Jiménez y Aymara Blanco. Ambas consideraban que, a pesar de los problemas que tiene para el desarrollo de la hostelería y el comercio, el cierre perimetral “es una buena medida si lo que queremos es contener el virus y reducir tanto los contagios como el número de muertes, eso sí, es un mazazo para el comercio local”, destacó Jiménez. Su amiga Aymara Blanco asentía afirmando que “es muy buena opción, cada concejo tiene sus contagios y de esta manera podemos mejorar la prevención”.
No es la primera vez que San Martín del Rey Aurelio se enfrenta a un cierre perimetral. El concejo ya fue cerrado, junto a Langreo y Laviana, el pasado 21 de noviembre, alargándose hasta el 4 de diciembre. Este cierre se debió a los malos datos del Observatorio de la Salud, situándose por encima de la media asturiana. Además, los tres concejos estuvieron a finales del pasado verano en “alerta naranja”, una medida del Gobierno asturiano que no comprendía nuevas restricciones, pero sí recomendaba un mayor control.
Ahora San Martín vuelve a la clausura, pero no así, al menos de momento Langreo –que estuvo muy cerca– y Laviana. A pesar del cierre perimetral, sí se puede cambiar de concejo por algunas excepciones como la asistencia a centros, servicios y establecimientos sanitarios, el cumplimiento de obligaciones laborales, profesionales, empresariales o legales, y la asistencia a centros universitarios, docentes y educativos, incluidas las escuelas de educación infantil. También hay excepciones para el retorno al lugar de residencia habitual o familiar, la asistencia y cuidado a mayores, menores, dependientes, personas con discapacidad o personas especialmente vulnerables, para desplazarse a entidades financieras y de seguros y para cualquier otra cosa necesaria, eso sí, debidamente justificada.