“La Universidad no puede prescindir de la experiencia y el talento acumulados durante estos cuatro años”, termina Santiago García Granda. “Podría decir que hay un programa de pasado y que nosotros somos el de futuro”, apostillará Ignacio Villaverde, que añade que sale a esta campaña a buscar “esperanza” y “futuro” en una Universidad que sea “vibrante y luminosa…”. En la carrera al Rectorado, que ayer dio la salida lanzada en un debate ágil e intenso en LA NUEVA ESPAÑA, los papeles del defensor del título y del aspirante quedaron sólidamente apuntalados en esa intervención final de uno que se afana en fortificar su legado y otro que se obstinará en echárselo abajo. Entre menciones a la experiencia y a la esperanza fue transcurriendo una confrontación que lo fue sobre todo cuando las preguntas del examen llevaron a los contendientes al análisis de la adaptación de la Universidad a la nueva realidad de la pandemia y a reflexionar en pasado y en futuro sobre la gestión económica y de personal del equipo rectoral saliente.

En camino hacia las urnas insólitas del próximo 12 de febrero, queda claro que la primera votación telemática en la historia de la Universidad de Oviedo obliga a decidir entre dos métodos divergentes para el estudio del pasado reciente, del presente continuo y del futuro próximo de la institución. Santiago García Granda e Ignacio Villaverde escenificaron ayer sus diferencias sobre la evaluación del trabajo hecho en los últimos cuatro años y sobre la proyección del que queda pendiente para los siguientes. El catedrático de Química Física que dirige la institución desde abril de 2016 y el de Derecho Constitucional que aspira a sucederle a partir de febrero de 2021 dejaron alguna convergencia en los grandes propósitos –el avance tecnológico y la internacionalización, el rejuvenecimiento y la retención y recuperación del talento, la apertura al entorno y la intervención de la Universidad en la transformación que necesita Asturias…– y muchas discrepancias sobre el modo de conseguirlos.

Primer cara a cara de los candidatos a rector de la Universidad en LA NUEVA ESPAÑA Luisma Murias

García Granda defiende sus avances blandiendo índices y rankings mientras Villaverde diluye esos méritos en la comunidad universitaria. El aspirante acusa al Rector de traslación de responsabilidades y falta de liderazgo en la organización de la pandemia y éste presume de haber tutelado decisiones anticipadas en una situación extremadamente compleja, desconocida y cambiante… El debate hizo visibles las disidencias que se aprecian en los programas y avivó los roces cuando la moderadora, la periodista de LA NUEVA ESPAÑA Mónica Salas, introdujo en el diálogo el dinero, la aportación del Principado y la gestión económica del equipo saliente.

García Granda y Villaverde disintieron sobre todo en su forma de mirar al Principado como proveedor de fondos para la institución, más crítica la del Rector. “No tenemos un mal presupuesto”, empieza Villaverde cuantificando una dotación que “se ha incrementado en veinte millones de euros desde 2015, pero eso no ha permeado a los centros y departamentos, que siguen en una situación económica paupérrima”. El aspirante califica convencido de que “no podemos exigir permanentemente más a la comunidad autónoma” y desvía el foco hacia la necesidad de tender “a ser económicamente sostenibles, capaces de gastar mejor y de convertir ese gasto en una inversión de futuro”.

El Rector y el aspirante arrancan la carrera electoral con discrepancias respecto a la gestión de la pandemia y el modelo económico y de personal

“Algún mérito habremos tenido si hemos aumentado nuestra financiación en 22 millones”, le corrige García Granda, que defiende la solvencia de su gestión aludiendo a la firma “de un convenio de financiación y un contrato programa con el Principado”, algo que sucede “casi por primera vez en la Universidad española”. En la situación actual, dice su experiencia de cuatro años de rectorado, la institución tiene suficiente “para sobrevivir”, pero también falta “un diez por ciento en el capítulo uno (el de personal), un plan de financiación por objetivos de cinco millones o diez para un plan de infraestructuras razonable que podríamos cofinanciar al 80%-20%”.

El contraataque de Villaverde atribuye al Principado “el mérito” de un incremento financiero concedido a su juicio a pesar de “un comportamiento que ha sido a veces poco leal” desde el equipo de García Granda y critica que “la ejecución presupuestaria de la Universidad no haya pasado del noventa por ciento en últimos cuatro años. O nos falta dinero o no teníamos el dinero que decíamos”, resalta antes de que el Rector, en posición de defensa, presuma de “gestionar hasta el último euro”, equipare su gestión con superávit a la del equipo de Juan Vázquez –del que formó parte Villaverde– y reincida en que “sería importante que Principado nos proveyera de otros mecanismos de gestión”, sobre todo respecto al personal.

ASÍ FUE EL DEBATE ENTRE CANDIDATOS

La gestión de la pandemia

  • García Granda: “Hemos gestionado la crisis de una manera modélica, decidiendo con anticipación; he recibido muchas felicitaciones” 
  • Villaverde: “El Rector ha ejercido un liderazgo en negativo, trasladando la responsabilidad a centros y departamentos”

Ya nada es como antes, y las elecciones al rectorado tampoco. En la salida de su carrera hacia las primeras urnas telemáticas de la historia, Santiago García Granda e Ignacio Villaverde coinciden en la necesidad de transmitir “confianza en un sistema seguro, confidencial y gestionado por una empresa de probada experiencia”, dice el aspirante, y en un procedimiento cuya eficacia “podemos comprobar, porque ha sido chequeado en otras universidades”, añade el Rector. Hasta ahí las confluencias. El resto de lo que tiene que ver con la pandemia y con el modo en que ha reaccionado la Universidad de Oviedo son motivos para separar los dos proyectos enfrentados en esta contienda que dirimen un químico gozoniego de 1955, Rector en funciones, y un constitucionalista gijonés de 1965.

Los candidatos coinciden en transmitir confianza sobra la fiabilidad del sistema de elección telemática

“Le reconozco a Santiago García Granda y a su equipo la enorme dificultad de hacer frente a algo insólito y desconocido”, vuelve el aspirante, “pero podíamos haberlo hecho de otra manera”. En la versión de Ignacio Villaverde, de otra manera es con más liderazgo y menos traslación de responsabilidades “a los centros y departamentos”, que son al decir del candidato “quienes han cargado con todo el peso” mientras el Rector ejercía, dice, “un liderazgo en negativo”, que consiste en “entender que se lidera cuando se traslada la responsabilidad a terceros”.

“Sabemos que ese es el lema de campaña” de la candidatura de Villaverde, responde punzante García Granda, “pero el Rector no está desaparecido, ha liderado todos los actos de esta pandemia”. No duda en calificar su gestión de “modélica” ni en recordar que “he recibido muchas felicitaciones” y deja en tono de reproche la convicción de que “una situación de crisis se puede aprovechar para atacar al equipo rectoral”. Invita a considerar que “nunca es fácil gestionar algo tan novedoso e imprevisible”, más complejo cuando se mezcla con un proceso electoral, y resalta que “aun con todo ello hemos tomado decisiones anticipándonos a todas las situaciones e incluso a las resoluciones del Gobierno de España”.

“La docencia mixta” y la evaluación preferentemente presencial han sido “un éxito” en la nota del Rector, que celebra que “si mañana nos tenemos que ir a casa, sabemos cómo hacerlo”, pero admiten muchos matices cuando habla el aspirante. Para Ignacio Villaverde, “deberíamos haber esponjado el calendario académico. No hemos sido capaces de prever escenarios con la anticipación necesaria para dar soluciones a la comunidad universitaria”.

La Universidad del futuro

  • Villaverde: “Escucho el programa de 2016, el Rector convierte sus fracasos en las promesas de los próximos cuatro años”
  • García Granda: “Hay objetivos que siguen vigentes, pero hemos cumplido, la Universidad ha avanzado en cualquier índice que se mire”

La necesidad de hacer que la Universidad de Oviedo se sienta parte fundamental, o “cabeza tractora”, de las transformaciones que necesita Asturias sobrevuelan el inventario de propuestas que ofrecen Santiago García Granda e Ignacio Villaverde a la petición de concreciones sobre “la Universidad del futuro”. Caben también aquí la urgencia de su “transformación digital” o el propósito del rejuvenecimiento de la plantilla, pero escarbando, por debajo de las convergencias en las grandes palabras no tardan en emerger las discrepancias.

Los contendientes asumen el propósito de implicar a la institución en la transformación que necesita Asturias

El aspirante empieza al ataque, con una apelación directa al Rector emitida desde la convicción de que “su gobierno no ha estado a la altura” de la calidad humana de la comunidad que gobierna. Achaca a Granda la responsabilidad de la “enorme distancia” que existe, a su juicio, “entre la institución y una comunidad universitaria que se ha sentido con razón abandonada” y propone acometer “una gran reorganización, una planificación estratégica” y, en general, una batería de operaciones para “rejuvenecerse, rearmarse institucionalmente, asentar la transformación digital y establecer una relación mas estrecha con el entorno y con Asturias”. Es aquí donde cabe su capacidad para imaginar una Universidad “viva, orientada, motivada, capaz de ser cabeza tractora estratégica de la transformación de Asturias”.

El camino hacia la vanguardia tecnológica, el rejuvenecimiento de la plantilla y el tirón para su entorno económico son también en este punto temas de conversación para el Rector ejerciente. Santiago García Granda pide otros cuatro años para construir una institución que “debe formar en habilidades transversales y ser referencia para el tejido empresarial asturiano”, pero también “tener impacto internacional” y ser “motor de reactivación social, inclusiva, igualitaria, sostenible y para toda la vida”, y menciona el incremento de un “cien por cien” que ha experimentado durante su mandato el programa universitario para mayores, el Pumuo...

“Escucho tu programa de 2016”, le replica Ignacio Villaverde, que acusa al Rector de “convertir sus fracasos en las promesas de los próximos cuatro años. No sé si esto era un ensayo general”. “No son las mismas cosas ni el mismo programa”, dice la defensa de García Granda, “pero sí objetivos que siguen vigentes”. Recuerda haber oído a Villaverde decir que “un programa es para mas de diez años y nosotros hemos cumplido”. Tira de rankings y afirma que “hemos hecho avanzar a la Universidad de Oviedo en cualquier índice que se mire”.

Personal y estudiantes

  • Villaverde: “Los investigadores al inicio de su carrera son un colectivo del que nos hemos olvidado, hay que darles soluciones”
  • García Granda: “Hemos hecho el mayor esfuerzo de la Universidad española por eliminar la precarización”

El duelo dialéctico es entre un químico y un jurista, pero el roce de especialidades sólo se hace evidente de pasada, en un cálculo de porcentajes de precariedad en el empleo universitario. “Los calcula muy mal”, responde Santiago García Granda a la crítica de Ignacio Villaverde, que bromea sin retractarse con un “soy de letras” que a duras penas alivia la tensión del momento en el que el examen del debate requiere de los candidatos sus planes para el personal de la Universidad, el de administración y servicios, el docente e investigador, y por sus propuestas para los estudiantes y la captación y retención del talento.

El investigador al inicio de su carrera “es un colectivo del que nos hemos olvidado”, lamenta el aspirante acompañando la denuncia de una propuesta para “darles soluciones sin obligarles a agotar sus cinco años de contrato”. Insistiendo con los números y las proporciones, Villaverde venía de reprochar al Rector en funciones que “dos tercios de los investigadores predoctorales dependen de contratos vinculados a proyectos investigadores, sin un vínculo estable con la Universidad”. Su promesa consiste en “invertir esa proporción”. La defensa de García Granda invita a valorar sus éxitos, sus “esfuerzos” y sus frutos. Por ejemplo –otra vez las matemáticas–, el peso que ha adquirido la figura del ayudante doctor, que “se multiplicado por más de dos en estos cuatro años”, afirma, “y eso es el futuro de la Universidad”. En cuestión de personal, refuerza su argumento con la convicción de que durante su mandato “se ha hecho el mayor esfuerzo de la Universidad española por eliminar la precarización”.

El Rector promete bajar tasas "hasta lograr la gratuidad"; el aspirante, "estudiarlas para que sean más eficientes"

El Rector en funciones es también más ambicioso cuando llega el capítulo estudiantil y vuelve sobre su propuesta de “una reducción de tasas hasta lograr la plena gratuidad”. El aspirante habla de “estudiar la tabla de tasas para conseguir que sean más eficientes” y los dos plantean como propósito abarcable el compromiso conocido de que “ningún alumno va a dejar de estudiar por razones económicas”.

Es en la zona del debate que analiza los planes para la atracción del talento donde vuelven las alusiones jocosas a las procedencias de ambos. “De Derecho algo entiendo”, interviene Villaverde cuando Granda por las rigideces administrativas que dificultan las contrataciones. “Las figuras contractuales están claras”, opone el aspirante. “El problema no está ahí, sino en tener un plan para aplicarlas y salvar esas situaciones dramáticas que llevan a nuestros talentosos jóvenes al paro”.

Campus y titulaciones

  • García Granda: “El Cristo es la apuesta, pero Llamaquique nos da, con Geología, una centralidad a la que no queremos renunciar”
  • Villaverde: “Sería imprudente concretar un plan de nuevas titulaciones, pero urge una estrategia más intensa en másteres”

El espinoso asunto de las infraestructuras universitarias trajo el debate el futuro incierto que sobrevuela los campus del Cristo y Llamaquique, en Oviedo. De puntillas y tratando de no salpicar, conociendo lo intrincado de la cuestión, los candidatos avanzan por aquí con tiento. “El gran campus del Cristo es la gran apuesta de la Universidad”, se lanza Santiago García Granda, consciente no obstante de que el traslado de los centros que ahora ocupan Llamaquique puede demorarse “quizá mas de diez años”, también de que puede que sea “posible disponer de alguna instalación antes” allí, pero también de que “en Llamaquique tenemos una centralidad a la que no queremos renunciar”, y cita “el edificio emblemático” de la Facultad de Geología.

Los aspirantes confluyen en la necesidad de incentivar los dobles grados y los itinerarios bilingües

Ignacio Villaverde recoge el guante y con las mismas palabras él tampoco renuncia a la centralidad, añadiendo además que “Oviedo es el campus universitario”, pero desviando la cuestión hacia su certeza de que en materia de infraestructuras “no es aumentar el gasto la única solución. Se trata de reordenar los usos, de tener planes directores de infraestructuras” y de invertir, mencionando “seis millones de euros que han quedado sin ejecutar para este fin en los últimos cuatro años” y dando pie a que García Granda replique que “con el pequeño presupuesto que tenemos hemos sido capaces de hacer grandes cosas”.

En el territorio de la oferta educativa de la Universidad y del futuro que le espera, el Rector en funciones se agarra al “plan estratégico de titulaciones como un documento de consenso en el que ha participado toda la comunidad universitaria” y que incluye ochenta estudios pensados “en coordinación con empresas y organizaciones empresariales” y pendientes del “visto bueno del Principado”.

Emerge en este punto una nueva oportunidad para el roce con el aspirante, porque la candidatura de Villaverde no presenta “ningún cuadro de titulaciones” con el argumento de que “sería una imprudencia”. De acuerdo en “partir de los documentos existentes”, considera que “son más bien unas recomendaciones que ni siquiera incluyen una memoria económica de lo que costaría implantar ochenta nuevas titulaciones”. Entiende, en cuanto a la oferta, que si bien “en los estudios de grado lo estamos haciendo bien, necesitamos una estrategia más intensa en el máster”, algo en lo que coincide Granda con la precisión de que “es complejo dar con la clave” y la sensación que también comparte con su adversario de que procede “potenciar los dobles grados y los itinerarios bilingües”.

Dos estilos para una Universidad, por Mónica G. Salas

El primero en llegar al debate, poco después de las cinco de la tarde, fue Santiago García Granda. De traje negro, camisa azul claro, corbata granate, doble mascarilla y su inseparable tableta electrónica debajo del brazo. El rector en funciones llevó como apoyos a María Montes Bayón, catedrática de Química Analítica, y a Próspero Morán, responsable de comunicación de la campaña. La impartición de una clase retrasó, durante algunos minutos más, la aparición de Ignacio Villaverde Menéndez y su equipo: Humberto R. Solla, director de su campaña y profesor de Química Orgánica, y Judit Santamarta, jefa de comunicación. El constitucionalista llevó traje azul marino, corbata a juego, camisa blanca, mascarilla FFP2 blanca y no faltó su característico pañuelo adornando el bolsillo de la chaqueta. También le acompañó una tableta electrónica.

Los minutos previos al debate fueron de pruebas en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA, escenario utilizado para el cara a cara. Pruebas de sonido, de imagen, de cuentas atrás... Y alguna que otra broma. “Yo salgo hasta más moreno. Y tú también Santiago”, ironizó Villaverde, intentando romper la inevitable tensión que hay entre ambos. Con sus respectivos programas sobre la mesa, los dos candidatos iniciaron un debate muy estricto en los tiempos. García Granda leyó mucho –incluso en el minuto final– y eludió mirar a su contrincante en todo momento. Villaverde, en cambio, se dirigió más a la cámara –y en definitiva, al público–, buscó la mirada del químico y utilizó una pequeña libreta para tomar notas y sobre ellas replicar.

Son dos aspirantes de estilos diferentes. No solo en lo académico, sino también en lo personal. Y así quedó patente en el debate. Granda transmitió ese sosiego que siempre le acompaña. Incluso cuando atacó a su rival, lo hizo de buenas maneras y con una sonrisa socarrona en la boca. Fue más lineal, con voz suave y nunca pronunció una palabra más alta que la otra. Villaverde, en cambio, fue más intenso, más directo, más impulsivo si cabe. Y eso le llevó en, al menos dos ocasiones, a contestar por lo bajini al químico.

La Universidad de Oviedo elegirá el próximo 12 de febrero y de forma telemática entre esos dos estilos y, por supuesto, entre sus propuestas. Que a pesar de las diferencias, persiguen lo mismo: mejorar la institución que forma a los asturianos del futuro.